Personajes más grandes que la vida hacen «best sellers»

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Los best sellers (mejores ventas) que atrapan corazones, que levantan espíritus, o poseen una magia trascendente al tiempo y la historia, nunca dejan de existir; subirán como lumbre las ventas y se inscribirá de inmediato en el canon de la literatura nacional o mundial. Ello se le debe a que sus personajes son más grandes que la vida, pero ¿qué es eso? ¿Cómo lo logra el escritor?

Recuerdo como si apenas les hubiera leído ayer, personajes como Marianela, de Benito Pérez Galdós (1883), como los niños de Flores en el Ático de V. C. Andrews (1979), Enriqueta y Anselmo en Edad Prohibida de Torcuato Luca de Tena (1958), con todo y que los leí por única ocasión cuando era adolescente. Los atrapé en una esfera mental que por alguna razón se mantienen presentes en muchos momentos de mi vida. Quizá tomaron decisiones importantes por mi en algún momento.

El arte de creación literaria

Son personajes más grandes que la vida. Llegar a construir un personaje con esas características requiere una maestría en el arte de la escritura. Son extraordinarias en más de un sentido. Por lo general rompen esquemas de la gente común, aunque igualmente comen, duermen, saludan, se ríen y enojan, como cualquier otro, su personalidad rebasa el estándar, son personas con anhelos, esperanzas, deseos carnales que apasionan y que el autor se esmera en recalcar, como lo indica en el capítulo 5 denominado: “Personajes más grandes que la vida” de su libro Cómo escribir un Best-Seller el escritor Albert Zuckerman (1994).

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A veces, los personajes, ignorantes o típicos, suelen comportarse ante circunstancias de la vida de un modo atípico que llegan a impactar sobradamente a los lectores, por su motivación ante las dificultades, por llegar a protagonizar con maestría un liderazgo fuera de lo común.

Quizá, también, por el enorme poder de salvar a la humanidad o a su país en un momento que ni el personaje esperaba. Incluso siendo un personaje grosero, de pésimos hábitos, destaca por llegar a rebasar con creces las cualidades ante la adversidad muy específica, una guerra, un milagro, una invasión, un terremoto. Esas son las cualidades, por ejemplo de best sellers como Madame Bovary (Gustave Flaubert, 1857) en la pasión que despierta mientras su marido, el Doctor Charles Bovary, la ignora.

Personajes innovadores

El caso de Aureliano Buendía en Cien Años de Soledad (García Márquez, 1967) quien ya desde el primer párrafo sabemos que se encuentra frente al pelotón de fusilamiento pero se acordaba cuando era niño que su padre le llevó a conocer el hielo con Melquiades, el gitano.

Personajes comunes con vidas simples que impactan por su valentía, su coraje, su pasión, su entrega, motivación, arrebato, ironía y que superan con creces las expectativas que nos han creado como lectores. Y sí, muchas veces, gracias a las narraciones fabulosas, llegan a cambiar el rumbo de la historia, no de la propia, de su país o el mundo, de toda una iglesia como Lutero, fundadores de una estirpe, padres de una nación, guías espirituales o políticos, por esa sencillez, su soberbia, o su visión.

También están los antihéroes que no son los antagonistas. El segundo es enemigo del héroe, el que le hace la vida imposible, el que le impide llegar a la meta y a veces el que lo orilla a triunfar. El primero es un protagonista con cualidades contrarias a las esperadas en un héroe, como Meursault de El extranjero (Albert Camus, 1942), un tipo sin aspiraciones, existencialista al extremo, que le da gusto tener unos días libres por el fallecimiento de su madre. Eso impacta, atrapa y nos lleva a recordarlo por siempre, a darnos cuenta que en muchas ocasiones somos así, desinteresados, indecisos, víctimas del infortunio, etc.

Seres humanos especiales en los best sellers

También suelen robarnos la atención los personajes intrigantes, a quienes no les conocemos la cara (El caballero inexistente de Ítalo Calvino, 1959), parecieran tener una energía ilimitada, persistentes, inexplicables, misteriosos como el Grendel de Beowulf (desde el siglo VIII al XII d. C.)  que aparece en escena a más de la mitad del poema pero que su ira y monstruosidad nos impacta, aunque muere en la segunda noche. Se le conocía desde el principio por los desastres que causaba, por los muertos que acumulaba, hasta que finalmente el héroe le descubre y ataca. Luego vamos a su parte tierna, cuando agoniza, cuando su madre venga su muerte (y aunque sea un antagonista, llegamos a verlo como un antihéroe).

En general, son personajes sobradamente humanos, sensibles, de un alma poderosa, capaces de impactar neuronas, crear su propia biblioteca de recuerdos, gracias a los imperceptibles vínculos que el narrador crea con nuestros miedos, sueños, anhelos y fantasías en los best sellers.

Publicado originalmente en La Jungla de Mariano: Leer más.

 

Entrevista a Joe Barcala en «A libro abierto»

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PERFIL DEL PERSONAJE EUSEBIO EN LA NOVELA EL SACERDOTE ATEO

Eusebio es un Sacerdote Dominico consagrado hace algunas décadas y funge como párroco en el Templo de la Inmaculada Concepción en la zona céntrica de la ciudad imaginaria denominada Motolinía.

Desde antes de consagrarse, él tenía una novia con quien practicaba frecuentemente el sexo. Ello trajo consigo un problema con su padre y Eusebio vio la forma de quitarle del camino. En general siempre procura influir con su forma de pensar sobre los demás, entre ellos, su madre y su hermana Ana Gabriela y desde luego, su papá y su novia.

Un suceso calificado como milagroso le lleva a abandonar su casa para estudiar en el seminario y ordenarse sacerdote. Con el paso de los años, las tareas como párroco le tienen abrumado, cargado de estrés y trabajo, tedio y monotonía, soledad y angustias constantes. Cuida a su comunidad de sacerdotes, uno de ellos, Simeón, enfermo, confinado a su cama, en etapa terminal. Otro, Horacio, con una amante a quien no desea abandonar por más presiones políticas de la esposa del Gobernador del Estado, Doña Edelmira Santos.

Entrevista en el programa «A libro abierto» en Éxito radio

El Vaticano influyó en su ateísmo

Dos años antes de que Eusebio se confirmara a sí mismo como ateo, sin poderlo confesar ni a su sombra, él hace un viaje al Vaticano y se decepciona con lo que ha encontrado ahí, muy distinto a cuando visitó esa ciudad cuando apenas se había ordenado sacerdote. Entonces el Papa Juan Pablo II había sido elegido y la efervescencia religiosa se transpiraba por los poros de toda la Iglesia Católica. Ahora, muchos años después, se desilusiona porque el papado ha sido muy largo y las jerarquías eclesiásticas denotan una soberbia imperial. Luego tiene un largo debate con unos ateos a quienes desea convertir. El tiempo hizo lo demás.

Ahora el revive cada ritual religioso con una constante contradicción ideológica que incrementa su estrés y psicosis. Debe meditar si permanece en la Iglesia o si presenta su renuncia. Pero hay una serie de acontecimientos que no le dejan pensar con claridad y no puede pedir ayuda. ¿Renunciará? ¿Su alma encontrará la paz o su salud le cobrará factura?

Caperucita a la Rayuela

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Versión nueva de Caperucita

Asustada estaba al ver las orejas tan grandes de la abuela, todo porque ella las tenía tan chicas que no pudo escuchar unas horas antes la recomendación de su madre que le decía: “Ten cuidado con el lobo”. Y lo tuvo. En el camino supo evadirle. No en casa de la abuela. ¿Es que los caminos cortos son mejores? ¿Cómo es posible que los leñadores no lo sepan? La abuela está en el armario, atada de pies y manos y amordazada. Quizá deberíamos empezar de nuevo la historia e instar a la madre a hornear pastelillos más temprano para que pudiera acompañar a su hija.

Allá en la cueva del lobo hay hambre y no se puede resistir la carne de una niña que orea el bosque con pasteles recién horneados. ¿Bastaría con quitarle los pasteles y dejar que ella corra para salvar su vida? ¿Qué hay de la vida del lobo?

Mejor se hubiera quedado en su casa

¿Y por qué tienes esa boca tan grande? ¡Para qué le preguntó! Ahora podrá responder su aguerrida frase que es digna del final y no de un momento simplemente emocionante: ¡Para comerte mejor! Y a correr. Mejor se hubiera quedado en casa. Se habría apurado con la tarea. ¿Qué tal llevar unos pollos para entretener las fauces feroces del lobo? ¿Y si mejor se quita la capa roja para no llamar la atención? Qué bueno que el padre es leñador y es capaz de escuchar los gritos en la casa de su suegra. ¡Suegra! ¡Hay! Qué final. Dejemos que el lobo se coma a la suegra. Ese sí habría sido un final ¿feliz?

¿Qué madre sabiendo los riesgos que corre su hija la manda por el bosque, dominio del lobo feroz, a correr un riesgo innecesario? Mejor le damos un curso de padres, que no de madres, porque debemos englobar en masculino según lo marcan los cánones. ¿A quién le importa el canon cuando la abuela está viviendo sola en medio del bosque? ¿A quién se le ocurre semejante locura? Que se la lleven a vivir con ellos y asunto arreglado. Pobre niña. En manos de quién ha ido a dar. Crecerá, si no se la come antes el lobo. ¿Le dieron mate en la historia? ¿O solo corrió despavorido por el bosque?

Por eso insisto que hagamos panecillos y la invitemos a cenar a la casa. Nada de llevarlos en una canasta. Tampoco tomar el camino largo para evitar al lobo. Nada de atar a la abuela en el armario y nada de ponerse un gorro ridículo en la cama. Como si los lobos se metieran a las casas y pudieran amordazar. ¿Por qué no se comió a la abuela, si tanta hambre tenía?

¿Por qué?

Rayuela es una novela que se sugiere leer en orden distinto al que está impresa (en Caperucita “de arriba” no se sigue un orden cronológico “típico” de esta historia). El propio autor sugiere un orden al inicio. Propone, precisamente, una liberación de los cánones de la novela; no por fuerza debe seguirse una línea, en este caso, cronológica o de orden (Arriba la historia de Caperucita empieza al final, cuando ya está en casa de la abuela).

Es el lector quien, a partir de la propuesta del escritor, completa la tarea de imaginar los pormenores de la historia (el lector debe agregar imaginariamente los sucesos que no plantea el escritor como llevar pollos para distraer al lobo).

La novela Rayuela también tiene algunos capítulos en los que se da una propuesta literaria: ¿cómo debe escribirse una nueva novela contemporánea? (“Quizá debería empezar de nuevo la historia”, “Ese sí habría sido un final feliz”). En voz de un personaje llamado Morelli, el autor reflexiona sobre las dificultades que se tienen al escribirla, esa misma teoría literaria que permite vislumbrar la propuesta de una narrativa distinta.

Al tiempo, Rayuela es una historia muy graciosa (“¡Suegra!”, “¿Le dieron mate en la historia?”) y sensible a la vez (“Pobre niña”), dolorosas separaciones y amores apasionados.

Complemento

Caperucita Roja es un cuento escrito por Charles Perrault, francés, en 1697, recogiendo la historia de una leyenda de su comunidad. Rayuela es una novela escrita en 1962 por Julio Cortázar, nacido en Bruselas, hijo de padres Argentinos.

¿Por qué leer Rayuela? (Vídeo sugerencia y descarga)

Leer el artículo en La Jungla de Mariano