Toca el turno de análisis a los medios masivos de comunicación, los que legitiman o desgracian todo lo que tocan, como el rey midas, ese que deseó convertir en oro todo lo que tocaba por ambición hasta que un día su deseo se volvió realidad.
Poder infinito
Esa misma ambición fue su desgracia. Los medios masivos tienen un gran poder. Con su capacidad de ingresar a cada hogar u oficina, pueden alterar la historia a su antojo. ¡Como lo escucha! Ellos pueden definir el rumbo de una nación, cambiar la vida de millones de familias hacia donde lo decidan y casi sin límites.
La historia la escriben los vencedores, reza el adagio. Esto aplica bien para los medios masivos. Ellos van escribiendo la historia. Se sabe que los libros históricos están plagados de información tendenciosa que favorece una ideología; como ejemplo, en México, al terminar la revolución, se aprovechó para conformar al Partido Nacional Revolucionario que después se convirtió en el actual PRI.
Crearon a sus héroes nacionales y escribieron la historia según les convenía. Así también los medios de comunicación propagan tendencias ideológicas para manipular la conciencia de los habitantes, de sus públicos.
Ningún país del mundo se libra de esta obligada transculturación, es decir, esta imposición de una cultura; imponen sus ideas a las audiencias sobre cualquier tema, ridiculizando a quienes están en contra de ellas.
Por ejemplo, en la reforma educativa reciente de México, el estado ha impuesto su voluntad con el apoyo de los medios masivos y llaman revoltosos a los maestros. No quiere decir que todos los maestros sean unos santos; pero muchas veces el convenio entre medios y el estado ha infiltrado anarquistas entre las filas de aquellos a quienes desea ridiculizar.
Otros negocios
Ese es el poder de los medios masivos. Pero no basta con la imposición de consumismos superfluos o manejo de conciencias más o menos del tipo brillante o de pensamiento, ese poder lo usan, ente otras cosas para jugosos negocios.
Venden presencia e imagen a los políticos, a las empresas, a las ideas. Pero también cobran por ocultar información valiosa que recogen a través de sus fuentes de información.
No conformes con ello, presionan a los gobiernos en turno para adquirir privilegios, exención de impuestos, permisos especiales, más estaciones de radio, más periódicos. Como ejemplo, la empresa Televisa controla, por ejemplo más del 60% de los medios masivos de México con canales de televisión, radio, revistas, y más.
A lo largo de los años, desde su creación a mediados del siglo pasado, ha ido fortaleciendo su poder e influencia, siempre en contubernio con el sistema político que formó el PRI, y que fue preponderante en la acción de regresarlos al poder.
Con sus programas, fingen ser objetivos y pregonan ser plurales e incluyentes. Nada más lejos de la realidad; a través de sus noticias siempre buscan legitimar las acciones del gobierno y cuando una noticia es adversa al sistema viéndose obligados a transmitirla, siempre encuentran la manera de desviar la atención, de multiplicar las voces que defiendan al sistema.
También son extremadamente devotos de la religión católica, a la cual dan cobertura total y encubrimiento de noticias que puedan escandalizar sobre ese tema.
Teje y maneje
El reciente caso de la Volkswagen que fue descubierto en una acción de corrupción creando un software que le permitía pasar la verificación de contaminantes a sus vehículos es un escándalo que no pudieron evitar. En este caso pudieran existir distintas variantes: primero, no pagó el precio a los agentes estadounidenses; segundo, no fueron informados y les armaron el escándalo para que pudieran recoger importantes multas a la multinacional; tercero, la competencia los descubrió y encontró la forma de mejorar sus ventas perjudicando a la empresa de origen alemán.
Los manejos obscuros de la información en México, termina perjudicando como siempre a la ciudadanía mientras que los medios o el gobierno o las grandes empresas se frotan las manos para repartirse un botín. Porque el cuarto poder, los medios masivos, ejercen enorme influencia sobre la opinión pública, como ya lo sabíamos, pero también sobre los políticos, el gobierno, los sistemas jurídicos, las empresas e incluso sobre agrupaciones sociales de toda índole.
Finalmente, es importante darnos cuenta que ese poder lo tienen porque son los ciudadanos quienes otorgan tanta credibilidad sin cuestionar la información.
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