Netflix sorprende al mundo de nuevo con una súper producción cinematográfica que revela una relación de amistad entre el papa Benedicto XVI, el alemán Joseph Ratzinger, y el cardenal Jorge Bergoglio y futuro papa Francisco. Es curioso que publique ahora esta película luego del escándalo que provocó -y sigue provocando- la película brasileña La primera tentación de Jesús, donde lo pintan de homosexual.
Si tienes Netflix, puedes verla aquí.
¿En realidad hubo una amistad? No. Eso es ficción. Ambos pertenecen a dos grupos disímbolos dentro de la IC y fueron en 2005 los oponentes de un cónclave que dio como resultado una votación que favoreció a Ratzinger. Entonces, Bergoglio, no deseaba ser el Papa, pidió a sus amigos que no votaran por él. Eso lo indican documentos filtrados posteriormente en los llamados Vatileaks.
La supuesta renuncia de Bergoglio que da centro a la trama de la película tampoco es cierta. Se trata sólo de una ficción basada en lo mismo, en el desinterés por el papado de Bergoglio en el 2005. De hecho, en 2011, Bergoglio tiene derecho a su renuncia por edad, no necesitaba autorización del Papa. Sin embargo, cierto es que las ideas que ambos discuten en la película están basadas en las diferencias técnicas de ambos grupos antagónicos en la Iglesia católica. No es un diálogo entre ellos, sino en realidad, un debate a voces de diferentes miembros de la curia romana.
El guionista Anthony McCarten (creador de las historias Bohemian Rapsody, Dark Time y Theory of Everything, entre otras) sacó de su manga el encuentro entre los dos papas, pues no hay fuentes que puedan afirmar ese encuentro. Es ficción.
En la película se habla de los escándalos sexuales de Marcial Maciel, mismo que había sido castigado, recluyéndole en un convento, desde 2005 y fallecido en 2008. Se sabía de los escándalos desde que fue encerrado; la difusión de esa información tuvo gran cobertura en los medios masivos de todo el mundo. Es obvio que la confesión de Benedicto XVI al cardenal Bergoglio no tendría mayor sentido. Todos lo sabían bien.
Es de particular interés el enfoque que el director de la película, Fernando Meirelles, diera a ambos personajes: un repudio al papa Benedicto XVI, mostrándolo como un típico alemán Nazi, terco, iracundo, abiertamente tradicionalista (que lo era) pero como si quisiera que se le odiara en la película y un Bergoglio bueno, noble, con cualidades franciscanas, fundamentalista a su religión, queriendo imitar en todo a Jesús, el Cristo, aunque contraviniera las normas eclesiásticas como el rechazo al celibato, la comunión a excomulgados, la aceptación de la homosexualidad, etc. Todo esto, visto como bueno en el personaje. Lo cual lo descalificaría como Papa.
Esta película, de excelente calidad, de formidables actuaciones, con posibilidades de ganar Óscares, pues está siendo exhibida en salas de todo el mundo también, no transparenta a la cloaca homosexual del clero romano, y no es cloaca por homosexual sino por la doble moral, ni exhibe lo que realmente hizo renunciar a Benedicto XVI, que fueron los escándalos del Vatileaks y el distanciamiento del Papa con los Arzobispos por la forma en que se abordaron los asuntos de la filtración de documentos, así como la presión del banco del Vaticano, nido de corrupción.
También exhibe de forma demasiado suave, las complicidades de Jorge Bergoglio con la dictadura en Argentina de Videla. Pareciera que el Vaticano ha patrocinado parte de la producción, pues el Papa actual se muestra con ideales revolucionarios que en realidad no han ocurrido. Y sus opositores naturales lo consideran un traidor a las tradiciones fundamentales.
En la IC hay mucha grilla, demasiada corrupción, luchas de poder, encubrimiento a casos de abuso sexual y ni la reciente declaración del Papa sobe abolir el secreto eclesial sobre esos abusos, no es más que una cortina de humo. Miremos como ejemplo la aceptación de los Legionarios de Cristo sobre los abusos sexuales cometidos a lo largo de décadas sólo de 175 casos y 60 fueron de Maciel, cuando ya se sabía de miles de casos más.
No, la IC es un nido de depravados y corruptos que no se transparenta, en lo absoluto, en la película de Los dos Papas; creo que en mi novela Lujuria en la Sotana se muestra con mayor claridad el ambiente que viven miles de sacerdotes alrededor del mundo, hundidos en la desesperación de las contradicciones que vienen del Vaticano.