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De las veredas en los pueblos,

de un templo diáfano y alegre,

corriendo y caminando vienen

hombres y mujeres libres

dispuestos a cambiar el rumbo;

unidos en una sola voz profunda,

clamando con fuerza y entereza,

denunciando las falacias,

con cánticos tristes bociferan

el hurto de sus tierras

en busca de aquellos que no vuelven;

fincan su morada en una plaza,

llaman la atención del mundo,

hacen con su cuerpo un eslabón

de la cadena irrompible que entre hermanos

se sostiene en ella la batalla

que derrota, que subraya,

que en los ojos más llorosos reclama

la sequía de la tierra, la miseria,

el hambre de este drama,

junto a la bandera que aglutina

pero que no tiene más respeto,

si esa misma sirve en guillotina

sumiendo a todos vergonzantes,

enclaustrados y conducidos cual ganado

al matadero de la mano del verdugo.

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Una gesta heroica viene entrando

a quemar al líder del infierno,

a enjuiciar con leyes más humanas

que las hechas por tiranos,

el hurtado bien de esta nación

la paz, la justicia, la educación

la libertad, el tiempo y el recuerdo

a los que me cansé de esperar,

a quienes no puedo olvidar,

y a esos que van a heredar

hijos de mi tierra y de mi alma;

por ellos camino hasta el encuentro

de este día soberano del hermano;

si no es por mi, si es por ellos,

por quienes nunca fueron escuchados,

por los que murieron enfrentando

sin saber a quién defendían.

En el paredón de los fusiles

pondremos los rostros de esos

de los asesinos de un pueblo,

los ambiciosos y corruptos,

les llegó el día de dar cuenta

de las fechorías y perversiones

del abuso y el ultraje,

del engaño y el control,

de su mierda cultural y progresista,

que sepultó los corazones

arrebatando a los ancestros

dueños paternales de este pueblo,

olvidados con la pluma de sus cheques

que les dieron lujos, viajes, casas,

mutilando el brazo y lomo,

montados sobre ellos como amos,

pisando el derecho y el orgullo

y llenando sus carteras desfondadas

sobre sangre noble, fiel y humana.

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Caminamos y por ellos vamos

lucharemos por lo nuestro convencidos,

en unión que hermana a estos hijos,

de una noble tierra sagrada

que nos pertenece, que heredamos

y que hoy en el luto de nuestros muertos

con agujas clavadas en los poros

hambrientos y desesperados,

horrorizados y enojados,

empuñaremos enérgicamente

con la fuerza de un apellido solemne

que es el de ser mexicanos,

imponiendo nuestra ley, la buena

la que es justa, la humana y verdadera,

esa que sí es nuestra bandera,

de esperanza, paz y nobleza,

garante de nuestros valores,

símbolo del tiempo que lucharon

y que con sangre forjaron

hombres y mujeres del pasado,

y la que traerá la paz, crecimiento,

fuente de dignidad y honorabilidad

que devolverá el tesoro de la libertad.

 

 

Por Joe Barcala

José Luis García Barcala, Joe Barcala, es Maestro en Literatura y Licenciado en Comunicación. Nace el 6 de septiembre de 1967 en el Puerto de Veracruz. Tiene 8 obras publicadas y publica en distintos espacios.

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