El informe que dieron los Legionarios de Cristo sobre los abusos sexuales de las últimas décadas cometidos por sacerdotes indica que el 42% de los abusadores tenían cargos de responsabilidad dentro de los centros vocacionales donde se registraron los apenas 175 casos que reconocieron, indica en conferencia de prensa Ricardo Watty.
Estos números indican que no sólo había encubrimiento sino promoción para este tipo de conductas. El porcentaje incrementa si se considera que aquellos abusados, al llegar a cargos de autoridad no hicieron lo mismo, es decir, no se aprovecharon de menores como lo hicieron con ellos.
El informe, coinciden múltiples analistas, “llega tarde e incompleto” como lo afirmó el presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), Rogelio Cabrera López. Hay indignación porque no quieren reconocer que la cifra es, al menos, 20 veces mayor y eso, sólo en el caso de los Legionarios y el llamado Regnum Christie (Reino de Cristo, como se conoce también a esta comunidad).
Ciertamente esta investigación ha sido lenta. Desde que se anunció la investigación en 2006, cuando el papa Benedicto XVI recluyó al líder y fundador de este grupo religioso, congregación dicen ellos, acusado de abusos sexuales, Marcial Maciel. Hoy reconocen al menos 60 casos. ¡60! ¿Qué enfermo y depravado ser pudo evadir por años tanta impunidad si no fuera por la complicidad y el encubrimiento? Y eso si no hay más.
Alrededor del mundo, la Iglesia católica reúne más de 100 mil casos en el último siglo, demandas y denuncias formales que, como iceberg, esconden miles más que no se denunciaron, que pasaron inadvertidos o fueron comprados los silencios correspondientes. Ya supimos que la IC tiene una curia romana 80% homosexual (como lo expone la obra: Sodoma: poder y escándalo en el Vaticano).
Además, los Legionarios informaron que 18 de los 33 sacerdotes de su informe ¡aún se encuentran en sus funciones! y 6 ya fallecieron. ¿Cómo es posible que sigan su ministerio de depravación luego de tales actos ignominiosos?
No se trata de atacar por atacar o hacer leña del árbol caído: la Iglesia debe derogar el celibato pues produce psicóticos y lo hemos visto en muchos casos: solos, necesitados de cariño, inmiscuidos en los pecados de los demás por la confesión, terminan con una serie de traumas, inmaduros, distanciados de la realidad natural de la especie humana.
Por humanismo deben ser liberados de esa condición y, por lo mismo, deben resarcir el daño que han causado, no encubrirlo. ¡Queremos los nombres de esa lista de abusadores! Es imprescindible que la propia Iglesia los expulse y acuse por daño moral a su institución, al menos.
La IC va en picada y no por los supuestos planes de un NWO (Nuevo Orden Mundial) de destruirla, sino por sus propios errores que han tenido que salir a tirones por valientes periodistas, académicos y defensores de las familias afectadas.
Una carta publicada en 2010 por el Vaticano rezaba: “El camino de purificación incluirá un encuentro sincero con todos aquellos que dentro y fuera de la Legión han sido víctimas de abusos sexuales y del Sistema de Poder puesto en marcha por el fundador. A ellos se dirige en estos momentos el pensamiento y la oración del Santo Padre.” Pero jamás ha tenido lugar una reconciliación con las víctimas de tantos y tantos abusos; por el contrario, hay obispos y arzobispos que la desconocen.
Tras el anuncio de los Legionarios, el Arzobispo de Puebla, México, Víctor Sánchez Espinosa, se atrevió a afirmar, minimizando la culpa eclesial que son más los casos de abuso de familiares que de sacerdotes. Muchos otros comentarios han surgido de variadas autoridades que muestran su terrible inmadurez al respecto.
Habiendo centros vocacionales de los Legionarios en tantos países y ciudades del mundo, se encuentra insultante escuchar que, bajo su sotana, sólo hay 175 casos desde 1941 y sólo 60 fueron de su fundador Marcial Maciel. ¿Creen que nos chupamos el dedo? ¿Sólo 2.4% de curas han cometido estos delitos dentro de los Legionarios? El libro de Pepe Rodríguez, La vida sexual del clero (1995), habla de al menos un 7% de sacerdotes que comenten crímenes de abuso sexual, 60% tienen una vida sexual activa y 35% son homosexuales, cuando su doctrina, supuestamente, la prohíbe terminantemente.