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Se me acabó la admiración por los amaneceres, me invadió el existencialismo, esa corriente filosófica que para unos aturde y despierta en sus emociones cierto asco. ¿Cómo podrían sentir eso, si defiende la libertad del hombre y considera a la vida actual como la verdadera trascendencia? Además, todos admiran a Heidegger, a Jean-Paul Sartre  o Albert Camus; es irónico que les puedan llamar maestros y no darse cuenta que fueron ellos importantes representantes del existencialismo.

ExistencialismoY camino por las calles pateando piedras o voy a los funerales para dispensarme del trabajo como Meursault, el protagonista de la novela de El extranjero, precisamente de Camus. Si también me importa una pura y dos con sal la vida de los extraterrestres fetichistas, o el número de calorías en una bolsa de papas fritas. Me encoge las polainas un sermón basado en fantasías, político o moral, acedo desde su causa, ríspido controlador de conciencias. Y de repente sólo me ilusiona encontrar bajo los escombros de una guerra, algún libro de colgadas arrugas como mi abuela que amaine los dolores de la congoja espiritual. Mi vida da un vuelco, en cambio, cuando leo párrafos como este:

Enrique Zapata murió por exceso de literatura. Trescientos kilos de libros le cayeron encima de súbito y acabaron con su vida. – Libros que matan de Alexander Prieto Osorno.

La vida es una quimera

ExistencialismoLeyendo a Héctor Abad Faciolince en un artículo de El Espectador, me pregunto, al igual que él, si los escritores debemos matar, como lo hicieron Cervantes, Lope de Vega o Tolstoi. Debiera ser un requisito como lo sintió Meursault. Porque siempre queda la pregunta si matar es vivir mejor. Si la vida tiene sentido o es una quimera. Algunos agradecerían a sus homicidas o les gustaría cambiar de papeles. Y pasando a las afirmaciones, ¡es tan emocionante matar personajes en las novelas!

Pero al ver las cofradías de rateros políticos, no sólo de México, sino del mundo, cuyo común denominador (y altamente mayoritario –quizá debiera decir más del 90% de ellos-) es buscar el dinero y el poder, me produce La Náusea de Sartre, obra eminentemente existencialista y donde defiende:

Todo es gratuito: ese jardín, esta ciudad, yo mismo. Cuando uno llega a comprenderlo, se le revuelve el estómago y todo empieza a flotar… eso es la Náusea.

Cruda realidad de la literatura

Lope de Vega, existencialismo¿Qué divino placer debió vivir Cervantes al fumarse un Quijote tan irreverente? Shakespeare me conmovió a las lágrimas de carcajadas al matar a todos sus personajes de Hamlet, Torcuato Luca de Tena merodeó los placeres de la locura en Los renglones torcidos de Dios, mientras Lope de Vega imaginó mi persona varios siglos antes de mi nacimiento al relatar mi vida en El villano en su rincón.

Porque después de ver la escenografía teatral del mundo actual, prefiero la cruda realidad de la literatura. –Yo mismo.

Los Beatles fueron más famosos que Jesucristo, según Lennon; su época Luca de Tena, existencialismomultiplicada en colores y aseveraciones de amor y paz, es una forma clara de existencialismo en donde la seriedad se guarda bajo tierra, y esto se vuelve el paraíso. Donde los amaneceres se vuelven cotidianos pero las sonrisas provienen de chispazos improvisados y superfluos. Sin culpar, sin egoísmos, diatribas sin remitente y poemas en el templete.

Fuera de sí, o como consecuencia de, los escritores latinos, un día, se embelesaron con estas tierras y esta gente. Los palacios europeos no fueron más un sueño fantasioso de los invasores; a cambio, lo sublime de una tierra agreste y la techumbre de palma con pies mojados, espolvoreados por el salitre de la arena o los perros junto a la mecedora ahogándose por el tabaco y picoteados por los mosquitos.

Facundo, provinciano, bárbaro, valiente, audaz, fue reemplazado por Rosas, hijo de la culta Buenos Aires, sin serlo él; por Rosas, falso, corazón helado, espíritu calculador, que hace el mal sin pasión, y organiza lentamente el despotismo con toda la inteligencia de un Maquiavelo. –Facundo de Domingo Faustino Sarmiento.

Mundo vedado a muchos, existencialismo puro

Albert Camus, existencialismoDetrás del mundo de los que parecen vivos en este, se encuentra otro, uno más mitológico, prosaico y sombrío, desgarrador y comprensivo, alucinante de marihuana y jadeante de cocaína, desvelado de alcohol, hacinado en las cloacas, descalzo, improvisado, que tiene sus quereres en barcos de mujeres.

Más bizarro y más diverso, de adeptos incontables y de donde nadie imaginó que en él, se encontrara la verdadera definición de la vida. Un existencialismo exacto. Pura vida. Puro amor. Picardías y fierros oxidados, fábricas abandonadas.Sarmiento, existencialismo Carreteras cuarteadas por las fuertes ramas de ahuehuetes colindantes. Místicas plazuelas grafiteadas y los cilindreros, los globeros, las ardillas volando por las copas, los pintores de aerosol. Un chiquero con perímetro de madera envejecida, lluvias torrenciales, autos viejos, pastores adolescentes, miradas de un viejo en el camino de tierra esperando a que un día las flores del panteón le sepulten victorioso.

¿Qué más pueden pedir? Son esos amaneceres simples ratas de mercado maloliente, que intrigan, más no son más que multitudes; dame algo más novedoso, rómpeme el cráneo con un hueso de vaca o déjame seguir pensando en la inmortalidad de mis cangrejos.

En la columna lateral, arriba: Formulario de suscripción. ¡Gracias!
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Publicado originalmente en La Jungla de Mariano

Por Joe Barcala

José Luis García Barcala, Joe Barcala, es Maestro en Literatura y Licenciado en Comunicación. Nace el 6 de septiembre de 1967 en el Puerto de Veracruz. Tiene 8 obras publicadas y publica en distintos espacios.

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