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Un estigma social está basado en prejuicios de personas incultas, esos que dicen, precisamente, que lo saben todo o se apropian de teorías que explican ideas absolutistas, como en el Manual de Carreño; es decir, centrados en una idea, no son capaces de ver más allá de ella. Quizá la relatividad de Einstein les ha derribado del pedestal del que no deseaban bajarse.

La historia y quien la escribe

Si deseamos aprender más de nuestra raza humana, no basta con mirar por encimita. De suyo, es complejo el rostro, las facetas, las culturas de cada nación o territorio. Enfocar mi esfuerzo por aprender la historia e idiosincrasia de mi país podría limitar mi visión; mi mundo sería pequeño si lo hago. Más allá de las fronteras hay tantas opciones de vida que junto a ellas, mi pequeño terruño colapsaría en aberraciones absolutistas.

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El mito de la «raza» aria. Teoría de la supremacía racial.

Sabemos bien que la historia oficial la escribieron los ganadores de las batallas. Los perdedores pudieron quedar muertos en el campo u olvidados en las mazmorras. Justo como sucedió con la inquisición católica, morían quienes no estaban de acuerdo con esa forma de pensar. Sobrevivían quienes, aun no estando de acuerdo, sabían fingir muy bien. Selección natural. Al final, nadie hablaba de otro tema que no fuera del dios impuesto por los teólogos de esa religión.

No es exclusivo de los “vaticanos”, pues mismo ejemplo dieron los musulmanes, acribillando a los “infieles”. Así también se fundaron países. Hitler, por ejemplo, pretendía crear su mundo con una raza aria, deshaciéndose de aquellos que no cumplieran sus requisitos físicos o ideológicos.

Son prejuicios

animal, estigmaPasar por encima sin ver los pormenores de la historia, la antropología, la sociología y demás ciencias que permiten descubrir “el fondo del problema”, termina por convertir al individuo en un ser pre juicioso. Eso quiere decir, que juzgará a otros antes de conocer tanto los elementos culturales como a la persona que los posee.

Solemos juzgar con demasiada facilidad a quienes tienen VIH sida, tatuados, discapacitados, pobres, con alguna deficiencia mental, con manchas en la piel, homosexuales, rockeros, adúlteros, o de oficios “sucios” como los mecánicos, albañiles, talacheros (cambia llantas) y demás; no sabemos observar, quizá porque desconocemos de dónde vienen esas personas, su historia, su necesidad o su cultura.

Entonces estaríamos en la misma justicia el decir que es malo ser millonario, sacerdote, político, empresario exitoso, doctor o líder sindical. Sin más explicaciones. Mutilando las historias que hay detrás. Pre juzgándoles.

El papel de la ley

Hubo un tiempo que las drogas eran legales. En el Siglo XIX en los Estados Unidos, era mal visto consumir alcohol y bien visto, más elegante, drogarse con opio. En la Guerra Civil (18611865) el gobierno distribuyó más de 10 millones de pastillas de opio a sus soldados[1]. Con el tiempo, debido a que muchas de las hoy prohibidas drogas causaban –y lo siguen haciendo- adicción y algunos otros pesares sociales, el gobierno las prohibió.

campesinoImaginemos a un hombre del campo que se dedica a sembrar drogas antes de que fueran prohibidas. Le iba bien. Vendía toda su cosecha. Mientras que los legisladores decidían imponer penas a los productores en sus cámaras legislativas. De la noche a la mañana, un campesino se vuelve criminal. Ese es el papel de la ley. El gobierno, con la mano en la cintura, decide sobre la vida de los ciudadanos.

Obvio, no todo es para mal. El problema es cómo enfrentar esas complicaciones sociales. Al gobierno se le hace fácil legislar y reprimir, con tal de no hacer una tarea más profunda, educativa, socialmente responsable: acercarse al campesino, explicarle los daños que el producto causa, facilitarle semillas de otros productos que puede sembrar, etc.

Manual de Carreño

En 1853, en Venezuela, Manuel Antonio Carreño escribió el Manual de urbanidad y buenas maneras [2], también conocido como el “Manual de Carreño”. Un bien intencionado texto que procura dictar algunas normas sociales, hablando de refinamiento de conductas, porqué lavarse los dientes en el baño, ceder el asiento a una mujer, llevar un regalo al anfitrión de una reunión en casa, etc.

“Luego que se ha terminado el servicio de los postres, se pone de pie la señora de la casa, y toda la concurrencia pasa a la pieza donde ha de tomarse el café” (Carreño, p. 223).

portada_de_manual_de_carrenoCarreño era creyente del cristianismo católico. Su primer capítulo lo dedica a ser agradecidos con Dios. Cada capítulo habla del respeto a los padres de familia, a los maestros, a los sacerdotes y más. Más adelante, llega a explicar incluso cómo deben colocarse los cubiertos en las mesas para un evento de “etiqueta”. Justo ese término se convierte en el sinónimo de los prejuicios que hablamos antes.

Muchos ni siquiera tenían mesa, ni cubiertos, ni copas. Era un manual para una “élite” que podía darse el “privilegio” de vestir con elegancia. El resto de la población mundial, entonces, pasaba a ser gente de “segunda categoría” (quizá peor).

Comprender que es un estigma es el primer paso

estigma social, manual de carreñoAbrirle la puerta a una mujer cuando no se tiene puerta es un absurdo, eso indica el Manual de Carreño. Limpiarse la boca con una servilleta de tela cuando no se ha nacido con ellas, es pedirle a cierto presidente de México que piense. Si en todas las clases educan con vídeos ¿qué se puede esperar del educando?

Necesitamos comprender las diferencias étnicas, culturales, económicas, políticas de cada grupo social para dejar de pretender posicionarnos como “superiores”. Entonces sí seremos “grandes”. Demostraremos un poco más de cultura (lo cual no nos hace más “valiosos”), y sabremos comprender a las personas en su justa dimensión.

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Tiene gran valor defender su propia idiosincrasia. Vale mucho una persona por los ejercicios empáticos hacia sus semejantes. Si se admira a un atleta por su hazaña, deberíamos igualmente sorprendernos por el coraje de otros a ser diferentes, a no dejarse llevar por los convencionalismos sociales, respetando más que uno a los demás. Romper paradigmas es bueno en unos ¿y en otros no? ¿Cómo comprender ese pensamiento? La naturaleza nos hace distintos, ni mejores ni peores, ilegales o enfermizos, arriesgados o tranquilos. Esa es la verdadera riqueza humana: la diversidad de personas, pensamientos, culturas y costumbres.

Como dirían los cubanos: ¿qué tú piensas?

 

[1] Huebert, Jacob H. Libertarianism Today. Tomado de: https://tartufocracia.wordpress.com/2011/01/27/cuando-todas-las-drogas-eran-legales/ el 23 de octubre de 2016.

[2] Carreño, Manuel Antonio (1853). Manual de urbanidad y buenas maneras. Libro disponible en: http://castroruben.com/Manual_De_Carreno_Y_Mas.pdf el 23 de octubre de 2016.

Comparto a ustedes esta definición, tomada de la misma referencia [1].

Tartufócrata: hipócrita que nos convence de que todos formamos parte de una categoría metafísica sagrada (nación, pueblo, patria etc.) que él protegerá contra enemigos tan abstractos como macabros: oligarquías, judíos, islamismo, cristianos, medios privados, capitalistas, trasnacionales, importaciones chinas, masones, rojos, el chupacabras, inmigrantes, etc.

 

Por Joe Barcala

José Luis García Barcala, Joe Barcala, es Maestro en Literatura y Licenciado en Comunicación. Nace el 6 de septiembre de 1967 en el Puerto de Veracruz. Tiene 8 obras publicadas y publica en distintos espacios.

2 comentarios en «Estigma social y el manual de Carreño»

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