Nunca quita su cara de cochinito enojado, ni se inmuta por los improperios que le gritan. Ha hecho enormes esfuerzos por reconocer algún valor en unos cuantos “mexicanos”, pero sigue siendo un acérrimo enemigo de los delincuentes que invadieron sus tierras. El candidato Republicano a la presidencia de EUA es un tipo auténtico, y nadie puede culparlo. Él es producto de la “educación” que recibió.
Su autenticidad concuerda con la educación
Cuando un niño va creciendo, en la educación actual le enseñan a competir con otros compañeros, a ser mejores, a esforzarse por cambiar hábitos que le obstaculizan crecer, ser eficientes, puntuales, responsables, a “hacer” para “tener” y si tienes, entonces “eres”. Hacer-tener-ser. En eso, aunque ciertas personas no lo crean, Donald Trump es un experto; todo un profesional competitivo, exitoso, tiene mucho dinero y por tanto, como se vio en las series de “reality” de importantes cadenas televisivas mundiales, “es” alguien. Ha vendido millones de libros sobre su experiencia inmobiliaria, tiene un emporio real.
Es exitoso
Si se requiere un ejemplo de persona exitosa, sin duda, antes de lanzarse como candidato, Trump estaría en casi todas las listas de mundo. Él es producto de altas notas en la educación que impartimos en nuestras escuelas competitivas, en donde se enseña a hacer, para tener y entonces ser. Él no hizo otra cosa que seguir el patrón de éxito sembrado en la educación que se centra en competir.
Tiene las cualidades
Digo que es auténtico, porque no se inmuta ante las acusaciones, porque sigue los patrones de una sociedad machista que lo educó, se atreve a desafiar a los demás, conoce la debilidad de los contrincantes demócratas, asume riesgos, si requiere ser cínico u oportunista no dudará en imponer sus argumentos por encima de los débiles (weak) que prefieren borrar 30 mil correos para evitar conflictos diplomáticos.
Pareciera ser que en realidad deberíamos tomar en cuenta su plataforma política como un producto exitoso y auténtico del mercado. Incluso hay muchos latinos que le apoyan. No obstante, como ya se habrán dado cuenta, algo está mal en esto. Temo decepcionarles, pero no es culpa de Trump, sino de un sistema social muy errado.
Una escuela diferente
Primeramente, estamos ante una educación caminando al revés. Debemos pasar del hacer-tener-ser, al ser-hacer-tener. De competir a compartir. Como humanidad, nos hemos centrado más en los objetos materiales antes que en la importancia de los seres, al humanismo antes que el consumismo. En la escuela debe ser más importante el aprendizaje de valores como: el respeto al punto de vista de los demás, comprendiendo; a superar los fracasos sin desesperación. Saber organizar prioridades. Dar el tiempo justo a casa acción. No exagerar ante las dificultades y a no llorar eternamente lo que ya no tenemos. Explotar y desarrollar la creatividad. Valorar los logros y lo que tenemos, a pedir y dar ayuda. Debemos aprender a reírnos de nosotros mismos. También a soñar.
Justicia social
En segundo lugar, con base en buenos valores sociales aprendidos en la escuela, construir una sociedad más justa, en la que somos corresponsables del entorno, de la felicidad ajena. Los problemas no se resuelven con más leyes, sino con más y mejor educación de ese tipo. No se trata de acumular riquezas, señor Trump, sino de generar progreso comunitario, de compartir; en eso, usted no está capacitado. Desde luego, tampoco Hillary Clinton, pero ella es otra historia.
El ser antes que el tener
Por último, usted debe saber, entender, profundizar, que no hay personas de “segunda categoría”, como expliqué en este artículo. El ser es más importante que el tener. No por el hecho de saber más que otros, alguien puede sentirse mejor persona. Poseer más bienes no los hace más importantes. Cada vida debe apreciarse con un valor inestimable, muy por encima del precio de cualquier objeto material. Si usted aspira a ser presidente, le falta esa lección, que en ese cargo es vital. Muchos podrían morir por sus impertinentes desplantes.
Ser presidente no lo hará mejor persona. Debe serlo desde antes. Con el valor que tiene la más humilde campesina de una sierra mexicana, respetuosa, trabajadora, paciente. Todos tenemos el mismo valor. Piénselo.
[…] Al menos Trump es auténtico […]
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