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Es de envidia hacia los creyentes de un dios omnipotente, bueno, sabio, justo, no puedo menos que desearlo, como un buen antojo. Si los ateos también tenemos sueños, deseamos cosas buenas y un dios así no es para despreciarse.

Cómo quisiera que ayudara no sólo a resolver los problemas personales, con cierto grado de egoísmo para que mi vida fuera más fácil en algún sentido. Desearía que existiera para que venga a poner orden a este mundo loco, a este universo caótico que terminará exterminando a nuestra raza no como una forma de castigo, sino porque tarde o temprano el sol acabará con la Tierra.

Me gustaría que de vez en cuando viniera un ser mágico a darle una barridita a toda la basura humana. No es que desee el mal a algunas lacras que infestan nuestra intentona de evolución; pero, al haber un árbitro, al menos algunos jugadores tendrían alguien a quién temer.

Algunos dicen por ahí que si nos va mal es porque nos hemos alejado de ese ser bueno, que escucha, que promete volver mil veces, que en un pasado remoto se sacrificó por nosotros y en otro más remoto exterminó al 99.9% de la humanidad con un diluvio. Yo me pregunto ¿qué no tiene ideas creativas? ¿no es el CREADOR? ¿Entonces por qué no se deja de excusas y viene a diseminar amor en los corazones sin necesidad de correspondencia?

Porque dicen que él es todo amor, pero sus criaturas no seríamos más que fregaderas. Si es un amor de verdad, ¿por qué lo condiciona? ¿Por qué quiere que seamos nosotros quienes nos acerquemos a él? ¿Qué juego pervertido es ese? Parece novia berrinchuda y celosa.

Me gustaría que existiera porque el amor humano es de pacotilla. Ya muchos dicen que el amor eterno dura tres meses. Siempre detrás hay intereses ocultos, letras chiquitas. Si la humanidad se olvidó de dios, como el novio de la novia, ¿no será que es porque dios se olvidó de la humanidad? Aquí debe haber corresponsabilidad.

Pero si se anda escondiendo tras las evidencias científicas y no se demuestra su existencia, ¿cómo espera que sus criaturas le respondan con amor? Es un juego de escondidas de nivel terrorista, pues si no lo amas, te vas al infierno y sus seguidores, fieles, sufren porque no encuentran argumentos para defender su existencia y recurren al «dios actúa de formas misteriosas». Perdón que me ría.

Un dios no podría actuar de forma misteriosa. No puede. ¡Es dios! Es un ser cuya grandeza nos rebasaría a todos. Con sólo un paseo por la Tierra cambiaría la conducta de todos. A menos que el dios que todos sueñan tener no sea más que un diosito menor, incapaz de sorprendernos con sus poderes.

Es una verdadera dios-cepción. No se deja ver, no aparece en las evidencias científicas, no tiene limpio su chiquero, condiciona su amor sólo a quienes se ciegan frente a él, amenaza con castigos eternos, no muestra al banquete eterno, ni boletos ofrece. Eso sí, necesita dinero. Nuestro dinero, el de los pobres más pobres también.

La supuesta revelación

Para colmo, dicen que su libro sagrado guarda sus mandatos. ¿Además da órdenes? ¿Por qué habríamos de obedecerlas? ¿Por miedo? Ya no da miedo, ya sabemos que aún que nos portemos mal, él seguirá dormidito. Quisiera un dios al que no deba temer, ni rogar por un favor, ni tener que esperar su regreso por siglos, ni confrontarme con él porque no atiende las violaciones a niños, ni cura el cáncer de gente inocente y buena.

Quiero un dios completo, no uno que se esconde, no uno cuyas palabras se prestan a interpretación, quiero un dios de verdad y no el que se deja ningunear por los dioses de otras religiones, que se le puede vencer con argumentos. Desearía un dios que no le guste vernos sufrir en un valle de lágrimas, uno que dé felicidad y no miseria a los más jodidos del planeta.

Uno que resuelva la economía y ponga en su lugar a los políticos. Uno que erradique las enfermedades de una vez por todas y no milagritos aislados para que creamos en su existencia. Un dios cuyas apariciones no se vuelvan estampillas que sacan dinero de las alcancías.

Necesitamos un dios que no engañe a través de pastores violadores, de líderes multimillonarios, de habladores ritualistas. Uno que se deje ver, no que se esconda, uno atento a las necesidades, respetuoso de la verdadera libertad humana y no uno que ya tiene trazado un camino para cada uno. Un dios multicultural, que acepta la diversidad y no uno que se la pasa señalando con el dedo a los que no pueden siquiera intentar portarse como a él le gusta.

Soy ateo por obvias razones

Por eso no creo en dios. Pido demasiado para lo poco que ofrecen quienes intentan venderme la idea de que existe uno así. No creo porque detrás de supuestas verdades hay grandes mentiras. Iglesias que nacieron borrando libros y escribiendo otros a conveniencia.

Por Joe Barcala

José Luis García Barcala, Joe Barcala, es Maestro en Literatura y Licenciado en Comunicación. Nace el 6 de septiembre de 1967 en el Puerto de Veracruz. Tiene 8 obras publicadas y publica en distintos espacios.

2 comentarios en «Quisiera que dios existiera»

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