Cambio de personalidad: ¿Qué si por ellas volé a otra dimensión? No importa que me vuelva un asesino o que me sienta escarabajo. Al fin, son mis vidas, yo decido a dónde quiero viajar y con quién convivir. El otro día estuve tocando la guitarra con un demente que después se suicidó y antes dejó escrita una carta a su amada Valentina, que no le supo comprender. Una mañana amanecí en los brazos de la mujer que más amaba Carlo Magno y la siguiente fui testigo de la violación de un niño por el cura de la iglesia. A ese ritmo, nada me espanta ya.
Es dulce, sin embargo, mecerme en las olas del mar sin requerir el Dramamine. Es idealista abrazar a una mujer que está prohibida o compartir en unas cartas el cariño que se le tiene al ser amado. ¿Que todo esto enferma? ¡Qué importa! Hubo quien se alegró por la muerte de su madre para tener unos días libres del trabajo. Y es curioso que no quedó uno solo vivo, pero hubo quien contó su historia. Y es fascinante saber antes que los demás, a qué hora han de morir. Pero me siento glorioso al acompañar al héroe cuando alcanza su victoria y luego se cura las heridas en una tienda de campaña al lado de una mujer que se escapó del otro campamento sólo para tener una aventura con el gran líder.
¿Cuál ha sido tu mejor cambio de personalidad?
Sí, me he corrompido con ellos. Y aguanto bajo el agua tres minutos y me aviento de paracaídas, sufro congelamiento al pie de una montaña que poco a poco, pese a perder un dedo, me regala su cima un día después.
Hace un tiempo fui misionero, como si me interesara en ello, y vi cómo la gente, con la perseverancia de mis mensajes, creyó en mi dios aunque sus vidas no tuvieran gran fuerza, ni dejaran de cometer las fechorías a las que estaban acostumbrados. Si fui testigo de una vocación, pero también de muchas violaciones e innumerables desengaños. Como aquella vez que vivía en Nueva York y estrenaba una mujer cada mañana.
Eso no es todo. Más de una vez me volví mujer y tuve menstruaciones, cólicos y menopausia. No se espantarán entonces si les digo que me enamoré de sus hombres, por ser apuestos, algo cínicos y machistas, pervertidos en el sexo, pero ¿qué le vamos a hacer? Acuchillé animales, no me lo van a creer pero hablé con ellos antes de mandarlos al inframundo. Sentí también el viento y la caída libre, con los ojos de una gaviota, dajando abajo, pero muy abajo, las montañas, los valles, ríos y mares; ahogándome con la humedad friolenta de las nubes.
¿Qué cambio de personalidad te gustaría experimentar?
Allá estuve, ¡qué pinche calor!, se los juro. El infierno tiene a muchos personajes que ni siquiera imaginábamos. Aquellas grotescas escenas me enchinaron los vellos de la piel. Escuchaba cómo el sultán me amenazaba con matarme al día siguiente, pero de mi mente venían nuevas historias para contarle, así, lo dejaba picado para no morir. Y una de mis noches más terribles perdí a varios amigos en la afrenta contra un terrible monstruo.
Increíble es también que al volver a mi realidad todo ha cambiado. Nada se ve como antes. Ya me hablaba de tú con las autoridades, porque como otros que conocí allá arriba, también van al baño y no son más que cualquier otro, con un poco de más suerte para estar en donde están. Esa realidad supera a la fantasía porque el mundo entero sufre más que cualquier otro momento de la historia. Porque todo ese mundo fantástico, pese al surrealismo, enseña más que la escuela. Leer es un estallido de la mente que lubrica sus bibliotecas, es un constante cambio de personalidad.
No lo dudes, te cambiará la vida. Atrévete a experimentar un cambio de personalidad al día.
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[…] el momento en que se tranquilizó, pues se preparaba para una confesión todavía más desgarradora. Luego de eso preferí haberme quedado hasta donde él se […]