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La naturaleza humana es social, eso es un principio científico irrefutable. Ser capaces de disfrutar la soledad es otro asunto, pero verse solo involuntariamente, incluso con compañía, es una realidad aterradora para millones de personas en el mundo.

La humanidad, conformada por 7 mil 500 millones de personas, sufre una etapa social dolorosa cuando un buen número de habitantes están encerrados en cápsulas de soledad, gente atrapada en un abismo desesperante del que no puede escapar.

Gente sola e infeliz

La soledad de personas que son ignoradas, abandonadas, ante otros que, de forma indolente, ignorante, individualista, les marginan, no les dan importancia alguna, valoran más a sus mascotas, a sus bienes y objetos, a su diversión personal, egoísta.

Dañados en algún otro momento por amigos, amores, parientes, hay quienes optan por la paz de su propio mundo, atrapados en círculos viciosos para no enfrentarse a esos seres que consideran perjudiciales para su salud emocional. Quizá sueñan, deseando un cambio de vida, sólo que vuelven a su refugio por el miedo a confrontarse con el entorno social que suele menospreciarle.

Resulta absurdo que en un planeta sobrepoblado, millones de personas sufran de esta marginación, tengan la necesidad de enfrentar sus problemas sin ayuda, sin apoyo. llorando desconsolados porque nadie les considera importantes, se debilitan, se menosprecian también.

Triste que seamos millones y haya tanta gente sola.

No les preguntan cómo están, cómo se sienten. Sus palabras sobran porque nadie les escucha. ¿Cómo llegamos a esta enferma realidad? ¿Cuándo olvidamos a nuestros congéneres? ¿Es el individualismo, el consumismo, el idealismo? Lo cierto es que debemos reconocer que hay algo malo, muy malo, en todo esto.

Unos, para sentirse superiores, menosprecian a los demás. Otros, para hacerse los importantes, subestiman a su prójimo. Eruditos creen ser mejores que los ignorantes, padres sabelotodo con sus hijos. Hay quienes creen que negarle el baño a una persona es una regla de su negocio. Indolencia generalizada.

Las guerras por la supremacia, las leyes por el control, la avaricia por la comodidad y el abuso. La humanidad debe cambiar estos conceptos enfermizos, retrógrados, obsoletos, inmorales.

Ayudar a otros no es una caridad necesaria, dar migajas. Debe ser más bien un compromiso por nosotros mismos. Debemos entender que mi caída sería la caída de todos y mi crecimiento vendrá con el crecimiento de los demás. Somos una colmena, una comunidad de vasos comunicantes, nuestra riqueza intelectual será la de los demás también.

Creemos conceptos nuevos de solidaridad, compromiso social, conexión con los demás del mismo modo que algunas comunidades ancestrales lo hacían con la naturaleza, con el entorno. Sólo así podremos acabar con el infierno que millones viven, sólo así podremos dar un paso arriba en el peldaño de nuestra evolución como raza.



Por Joe Barcala

José Luis García Barcala, Joe Barcala, es Maestro en Literatura y Licenciado en Comunicación. Nace el 6 de septiembre de 1967 en el Puerto de Veracruz. Tiene 8 obras publicadas y publica en distintos espacios.

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