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(Cuento «La Chapuza» de Álvaro Lott) Después de pitar, llevar las luces encendidas y la moto apagada durante media hora, me tocó arrastrarla hasta el estacionamiento de las patrullas de la plaza Benito Juárez, ya no dio marcha. Íbamos tal vez 30 motociclistas y unas 150 personas a pie y en carros, gritando como consigna únicamente “justicia” fue como procuramos hacernos ver mientras recorríamos la avenida Revolución; una viuda que por la mañana acaba de enterrar a su marido es difícil que organice una marcha por la tarde, pero 2 viudas y mucha gente molesta con la policía y sus abusos, sin problema lo hicimos.

marcha-protesta-maestros-codigo-michoacanComo peligrosos bandoleros

Cuando llegamos a la plaza había entre curiosos, infiltrados y solidarios sumamos tal vez unas 50 personas más, e igual número de policías en la entrada del ayuntamiento, no éramos una turba con antorchas pero parecían estar preparados para que arrojáramos bombas molotov. A Israel lo habían detenido limpiando vidrios la tarde anterior, como fumaba marihuana y eso es delito, se lo llevaron a “barandillas” que lejos de ser una prisión preventiva, es más como una perrera o un rastro.

Se divirtieron con él los policías, le pegaron en las costillas, le echaron agua fría y como era manso y no se defendía, le pusieron una bolsa en la cabeza a ver cuánto aguantaba la respiración. Ese es uno de los juegos favoritos de la policía en México, hasta se han hecho famosos en internet por un video en el que demuestran que es un buen método para lograr confesiones. Pero se les pasó la mano; por la mañana notaron que no se movía ni se quejaba.

lott Autor del cuento: Álvaro Lott (colaborador en Michoacán)

 

Chapuza: Trabajo hecho sin técnica ni cuidado.

 

La chapuza, lo amarraron por el cuello con su suéter y lo colgaron de la reja, estos maestros del crimen lo reportaron muerto por suicidio. Más o menos así le había pasado un mes antes a Jaime, solo que él se atragantó adrede con su vómito, las costillas rotas y los 50 moretones se le hicieron solos y después de muerto; al menos eso salió a decir el presidente municipal en el único noticiero de la única televisora local. Los niños iban armados hasta los dientes con cartulinas, las viudas con machetes de llanto y nosotros el resto con piedras de miedo de salir por la noche.

Nos acompañaron también los fantasmas del muchacho que, no recuerdo el nombre pero si la cara que dejó embarrada en el toldo de su camioneta cuando un policía se puso nervioso y le tiró a quemarropa y la mano del panadero que por estacionarse en la misma plaza le abrió de un disparo un tránsito. También nos acompañaron, pero esos iban más callados, tal vez tenían miedo de las fotos que nos tomó la policía.

Exigimos justicia

chapuza-policiacaEl presidente no estaba, media hora antes de que llegáramos, más o menos al tiempo que apagué la moto para no quedarme sin gas, él salió de su lugar de trabajo como huyendo, como cuando el ladrón oye a la policía de lejos o como cuando la oyen los transeúntes sin delinquir. Le gritamos, exigimos su presencia como responsable de su gabinete y de su policía, le exigimos su responsabilidad. Le cobramos un día de trabajo como servidor público, pero no salió, ya no estaba. Mandó a su secretario a poner cara de lastima, mandó a unas señoritas a agendar una cita con las viudas, mandó a los administradores de la página de la presidencia a tomarnos fotos. Pero no mandó al director de seguridad pública a explicarles a 3 huérfanos por que no iban a volver a ver a su papá.

Estuvimos como media hora exigiendo su presencia, pero tan ausente como el presidente estaban los medios locales. A la viuda de Israel le habían ofrecido ya 5 mil pesos por callarse, y a la viuda de Jaime le habían ofrecido un rencuentro con su marido si no se callaba. Se estaba perdiendo la energía en la manifestación, ya eran 3 horas desde que salimos desde el Águila, que es el monumento a la bandera que hay en Zitácuaro. A los ocho que quedamos ya solo se nos ocurrió aconsejar a las viudas y pegar las cartulinas en las flamantes letras gigantes que el gobierno federal había dotado a cada ciudad para que la gente pudiera tomarse fotos. Las de Zitácuaro decían “H. ZITACUARO” con H de heroica. Me tocó empujar la moto hasta la casa.

Como si nada

A la mañana siguiente, me llegó una foto  donde aparecía yo junto a dos maestras que nos habían acompañado, estábamos siendo exhibidos en una página de Facebook. Me puse a revisar la página y no solo aparecían los nombres completos de las maestras también les decían “hijas de perra” y otras calumnias. Estaban también fotos de un amigo mío y amigo de Jaime, el muchacho que se suicidó con su vómito, e igual, tildado de hijo de perra, su nombre completo y también su calumnia, estaba además otro muchacho que participó, otra señora a la que trataron de insultar diciéndole “pobre”.  Todos exhibidos como revolucionarios hijos de perra.

facebookLos administradores de otra página de crítica local se mostraron indignados y se dieron a la tarea de ubicar al responsable de la página y lo que podría resultar en el delito de calumnia, difamación y perjurio. Tardaron cuatro horas en dar con el director de protección civil, con el administrador de la página del ayuntamiento, estos genios, utilizaban sus perfiles personales para administrar ambos portales. Los exhibieron con su nombre, fotografía y cargo.

Ad infinitum

Invitamos nuevamente a la ciudadanía a realizar otra marcha, sumada a los 3 homicidios y la mano volada, ahora había evidencias de amedrentamiento por parte del presidente municipal. Pero una de las viudas aceptó los 5000 pesos y una despensa, a la otra no la pudimos localizar, quizá si recibió el boleto para encontrarse con su marido, y ningún ciudadano asistió a la nueva marcha. En el noticiero se presentó el presidente a anunciar que los huérfanos serían becados, que la marcha era un movimiento político, y a aclarar que él estuvo al pendiente de la marcha desde su oficina, pero que no se le solicitó, que no fue cobarde. De la página borrada no se hizo mención. El noticiero terminó, junto con 3 homicidios de la policía, entre risas de las locutoras y el presidente.

Yo no vuelvo a sacar la moto para ninguna manifestación, ya le compré batería.

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