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Rumbo al día de la mujer y el llamado paro nacional de mujeres, me puse a reflexionar sobre los personajes femeninos de la serie «El chavo del ocho», cuyo impacto parece haber inspirado muchos perfiles de nuestra sociedad, aunque en realidad fue al revés.

Doña Florinda

Doña Florinda

Como mujer, se enamora, sólo que nunca parece haber consumado su relación con el señor Jirafales. Parece ser más bien un amor idílico y uno se puede preguntar, si es viuda ¿por qué no logra un nuevo matrimonio? ¿una nueva unión? En diferentes momentos, la vemos más bien amargada, con envidia o sintiéndose superior a los demás. Uno esperaría que ese tipo de personas fueran más bien solas y no con pretendientes.

Vive de una pensión, a diferencia de muchas mujeres solas que deben trabajar para vivir y cuyos hijos no son mimados sino abandonados. Y es de llamar la atención que en la serie, nadie tiene una pareja formal. ¿Es acaso una vecindad disfuncional? ¿No es ese el reflejo de una vecindad real?

Muy aparte son sus síntomas sociales, que no de mujer exclusivamente, como se conoce el llamado síndrome de doña Florinda.

El síndrome de doña Florinda.

Es una mujer bonita, pero siempre anda vestida para el mandado y los quehaceres domésticos, con los tubos para el cabello; es decir, su apariencia es descuidada y su rostro malhumorado. Es, entonces, una mujer con suerte.

Doña Cleotilde

Doña Cleotilde

Otra mujer sola, igualmente enamoradiza, aunque no correspondida. Los niños la llaman «la bruja del 71», aunque quizá sea por la fealdad con que la representan en la historia. Fea, de acuerdo, pero siempre vestida con elegancia, peinada, sin tubos. Difícilmente se deja afectar por el rechazo social y el de su eterno amor, don Ramón.

Defiende sus principios morales, nada ni nadie le pueden convencer de cambiar sus ideales. Ella vive y deja vivir a los demás. No se entromete en los asuntos de otros. Si a los demás no les gusta cómo vive, le importa un comino.

La Chilindrina

La Chilindrina

Aunque muchos personajes son niños, en la historia podemos ver muchas características de los perfiles sociales que ocupa la mujer, reflejados en la infancia: aunque a algunas no les guste, hay mujeres envidiosas, insidiosas, molonas, fregonas, latosas. Todo eso queda resumido en el personaje de la Chilindrina. Viven a costa de los demás, mantenidas, o se lo quitan al tonto chavo que se deje.

Los demás, obligados porque es una vecina y hay que tomarla en cuenta, no hallan cómo darle la vuelta, superar su astucia, evitar que ella los time, los engañe, les quite sus cosas. Da a entender que es obligatorio convivir con esas personas y que difícilmente pagarán por lo que han hecho. Ella culpa siempre a los demás por cosas que hizo. Está claro que no sólo sucede en la vida real con mujeres, pero se ve que los guionistas de la serie no eran demasiado conscientes de los roles que imprimieron a las mujeres de su programa.

La Bizcabuela

La Bizcabuela, Doña Nieves

Doña Nieves, conocida como la Bizcabuela, es otra de las mujeres que aparecen recurrentemente en los capítulos de El chavo del ocho y cuyo carácter es dominante, como un buen grupo de mujeres en la sociedad. Ahí se reafirma lo que se dijo de la Chilindrina -su bisnieta- sobre la existencia de mujeres que sólo buscan su beneficio a costa de los demás.

Es muy chismosa, suele enojarse fácilmente cuando alguien hace alusión a su edad avanzada. También su aspecto y carácter popular causan que sea despreciada por los demás, ante esto ella suele responder de forma burlona y ofensiva. 

La Popis

Niña extremadamente tonta y mimada, dependiente de la autoridad que la cuida, no sabe convivir con el resto de las clases sociales y por eso choca con ellos, exigiendo que la autoridad, su tía, venga en su auxilio. Se cree con más derechos que los demás.

Luego de estos personajes, y con apariciones casuales de mujeres «de rechupete» como «Paty», la amada por los niños, uno puede ponerse a comparar, sin afán de insulto, cómo el perfil de las mujeres «normales» no es interesante ni para la comedia, ni para la literatura o la dramaturgia en general.

Son atractivas las historias de mujeres libres como Madame Bovary en la fantástica obra de Gustave Flaubert, esas que son protagónicas sin la sombra de los hombres. Esas mujeres que no son el cliché dependiente del amor del hombre rico, del hijo de la casa, siendo ellas las humildes y sin dinero.

¿De qué tipo de mujer se debe ser para considerarla libre sin ser tachada? Esas mujeres que organizan marchas feministas, cuyo amor propio parece haber caído por un precipicio en lugar de encumbrarse por sí mismas, Madonna (la cantante), cuyo molde no tiene demasiadas copias. Más bien tenemos en la mente y el recuerdo las Reinas Isabel II, cuyo amor por el conservadurismo nos parece arcaico, cuando ellas intentan seguir el papel que se les asignó, sin haberlo cuestionado jamás.

Me parece fantástico que se sobrepongan a los estándares, queremos conocer más mujeres con liderazgo, autenticidad y amor propio. No les doy la bienvenida, no soy quién. Ocupen su lugar. El que nunca debió ser menor al de ningún hombre, por estúpidas leyendas de manzanas en el Edén, virginales o puras, sometidas o enamoradizas. ¡Ánimo!

Por Joe Barcala

José Luis García Barcala, Joe Barcala, es Maestro en Literatura y Licenciado en Comunicación. Nace el 6 de septiembre de 1967 en el Puerto de Veracruz. Tiene 8 obras publicadas y publica en distintos espacios.

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