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Un ejercicio reflexivo que intenta descubrir la influencia de la muerte sobre la vida y de paso ganar terreno en el humanismo que hoy se agota bajo las fauces del consumismo, la individualidad, el conformismo, las creencias y más. Si yo no tuviera idea, como lo hace un pez, como quizá lo ignora un perro o una planta, que moriré un día, ¿qué sería de mí?

Bifurcaciones

pez, vidaEn el supuesto planteado, para hacerlo fructífero, debería analizar dos posibilidades: la de un ser que olvida fácilmente al pasar por la vida viendo muertes de otros seres, que él también es finito, donde no tendría mayor sentido reflexionar porque, cual animal, no sería consciente de ello; o la de un ser cuyas relaciones son tan limitadas que desconoce el rumbo que tendría la propia vida, al grado que no ha visto gente muerta y nadie le ha informado que va a morir algún día, como lo sería un Tarzán en la selva cuyo entendimiento de su propia humanidad es limitado y quizá suponiendo que a pesar de ver morir a los animales, él no sabe que los humanos también mueren.

¿O tres?

Propondría una tercera opción, algo mística, me queda claro, de ser un humano cuya capacidad fuera amplia, inteligente y de algún modo imposible: el inmortal, cuya existencia estaría limitada por la ficción. Pero en ese juego, en un intento por descubrir cómo nos vemos afectados como humanos ante la inminencia de la muerte. Conocedores del riesgo ante los accidentes, los fenómenos naturales y otras catástrofes, enfermedades, vejez, etc.

La vida en el pasado

hominidos, vida, comunicaciónDesde la antigüedad, podemos observar cómo los primeros homínidos empiezan a considerar con respeto a la muerte; así que, de un tiempo a la fecha, enterramos a los muertos; tal vez por rememorar al ser que les acompañó por la vida, con aventuras y sufrimientos compartidos, o por considerar que los animales carroñeros no deben destruir el cuerpo de los difuntos humanos.

Es a partir de la conciencia de la muerte que somos seres más cuidadosos con las situaciones de riesgo. Sin embargo, la gente seguía muriendo: enfermedades, imprevistos. Veían a los fenómenos naturales como “actos superiores” y empezaron a construir deidades, suplicando con sus “ofrendas” que ellos no estuvieran en el río cuando este creciera, o no ser partidos por un rayo. Ellos no entendían lo que nosotros ahora sobre esos fenómenos y por ello, su explicación más creíble era la de seres superiores capaces de arrebatarles la vida.

Inconsciencia de la muerte

Si yo no fuera consciente de que moriré, no cuidaría tanto mi vida como lo hago, lo hacemos. Así mueren infinidad de animales al atravesar carreteras. Desde pequeños, todavía inconscientes, es de la mano de nuestros padres que salvamos la vida al ir caminando por las peligrosas calles.

Si fuera inmortal, como las películas de vampiros, pondría en riesgo la vida mucho más de lo “normal”. Teniendo el conocimiento de que nada “sencillo” me puede quitar la vida, no valoraría tampoco la vida de los demás. Creería que les hago un favor al matarlos, pues ellos viven hastiados de tantos siglos ya sobre la Tierra. Eso mismo pasa a los creyentes de una vida “más allá”: no temen desperdiciar su vida, pues como en un videojuego, tienen más vidas.

Independiente de la divinidad

mandamientosAlgunos creyentes en divinidades con cierta dignidad, seres superiores que juzgan los actos de la vida porque supuestamente son extremadamente bondadosos, pueden “vivir al límite” o “sesgar su actuar” conforme a las normas “dictadas por su dios”. De cualquier forma, están fuera de la naturaleza de esa humanidad “independiente” que, consciente de la muerte sin continuación, se aplican a disfrutar la vida un poco más, sin ponerla en riesgo, desde luego.

Un paraíso en la tierra

Si no supiera que voy a morir, mi actitud ante la vida no vería pasar el tiempo, dejaría el reloj a un lado y exploraría sin rumbo fijo las llanuras, las montañas, los ríos y cascadas. Tendría nuevamente a mis hijas y luego que ellas se hicieran independientes, las invitaría a volar conmigo. Seguiría de cualquier modo un rumbo desconocido. Comer un fruto por aquí y luego un pescado por allá. Me extasiarían los mares y su inmensidad, como siempre lo hicieron, sumergiéndome sin temores hasta donde no pueda pisar la arena. Volvería para subir las montañas, quedarme con hambre, sentir la lluvia y acariciar a los animales. Besaría, amaría más, me olvidaría de estigmas y siendo tan nómada como pudiera. No compraría una casa, ni me cuidaría las gripas, quizá ni ropa me pondría.

Actitud diferente

mar, vida, muerte, disfrutar, deleiteTendría más valor para enfrentarme a ritos o costumbres vanas. Bebería licores tres veces por semana para sentir el flujo de la sangre dentro de mi cuerpo. Mi hedonismo se elevaría. La historia no existiría y nadie iba a recordar si caí o tropecé. Olvidado del tiempo, ampliaría el espacio y cometería los pecados más sinceros. Si se tratara de ayudar, ofrecería lo que tengo sin aplicar reintegros. No sería necesario unir lazos porque estos fluyen sin restricción. El dinero no cabría en mi bolsillo, porque no existiría, ni llaves, ni cadenas, ni vehículos, ni requisitos sociales.

Porque sin medir el tiempo, en el día a día, cada amanecer renacería el conteo, apagándose a la noche. No hay mañana si no hay muerte o consciencia de ella. No hay horas marcadas, sólo el hambre y seguir durmiendo. Como un Adán, miraría pasar los vientos, caer las hojas, beber el agua. Es para no tener otra muerte en vida que es el aburrimiento que volaría sin cesar. Hasta que un día, sin esperarlo, sin saberlo, me llegue el tiempo de acabar muriendo.

Un reflejo de tu vida

En la columna lateral, arriba: Formulario de suscripción. ¡Gracias!
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¿Tú que crees que sería de tu vida si no supieras que morirás? ¿Cuántas locas fantasías se te pueden ocurrir? ¿Necesitarías de cualquier forma al tiempo para satisfacer un ego? ¿Romperías las barreras que te impiden encontrarte con tus congéneres los humanos? ¿Puedes entender el mensaje oculto de estas letras en el que tienes a tu lado a muchos conviviendo, coincidiendo en esta vida y no valoras porque el tiempo ciega tu persona? Me encantaría conocer tus pensamientos para matar el tiempo.

Por Joe Barcala

José Luis García Barcala, Joe Barcala, es Maestro en Literatura y Licenciado en Comunicación. Nace el 6 de septiembre de 1967 en el Puerto de Veracruz. Tiene 8 obras publicadas y publica en distintos espacios.

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