Un ejercicio reflexivo que intenta descubrir la influencia de la muerte sobre la vida y de paso ganar terreno en el humanismo que hoy se agota bajo las fauces del consumismo, la individualidad, el conformismo, las creencias y más. Si yo no tuviera idea, como lo hace un pez, como quizá lo ignora un perro o una planta, que moriré un día, ¿qué sería de mí?
Bifurcaciones
¿O tres?
Propondría una tercera opción, algo mística, me queda claro, de ser un humano cuya capacidad fuera amplia, inteligente y de algún modo imposible: el inmortal, cuya existencia estaría limitada por la ficción. Pero en ese juego, en un intento por descubrir cómo nos vemos afectados como humanos ante la inminencia de la muerte. Conocedores del riesgo ante los accidentes, los fenómenos naturales y otras catástrofes, enfermedades, vejez, etc.
La vida en el pasado
Es a partir de la conciencia de la muerte que somos seres más cuidadosos con las situaciones de riesgo. Sin embargo, la gente seguía muriendo: enfermedades, imprevistos. Veían a los fenómenos naturales como “actos superiores” y empezaron a construir deidades, suplicando con sus “ofrendas” que ellos no estuvieran en el río cuando este creciera, o no ser partidos por un rayo. Ellos no entendían lo que nosotros ahora sobre esos fenómenos y por ello, su explicación más creíble era la de seres superiores capaces de arrebatarles la vida.
Inconsciencia de la muerte
Si yo no fuera consciente de que moriré, no cuidaría tanto mi vida como lo hago, lo hacemos. Así mueren infinidad de animales al atravesar carreteras. Desde pequeños, todavía inconscientes, es de la mano de nuestros padres que salvamos la vida al ir caminando por las peligrosas calles.
Si fuera inmortal, como las películas de vampiros, pondría en riesgo la vida mucho más de lo “normal”. Teniendo el conocimiento de que nada “sencillo” me puede quitar la vida, no valoraría tampoco la vida de los demás. Creería que les hago un favor al matarlos, pues ellos viven hastiados de tantos siglos ya sobre la Tierra. Eso mismo pasa a los creyentes de una vida “más allá”: no temen desperdiciar su vida, pues como en un videojuego, tienen más vidas.
Independiente de la divinidad
Un paraíso en la tierra
Si no supiera que voy a morir, mi actitud ante la vida no vería pasar el tiempo, dejaría el reloj a un lado y exploraría sin rumbo fijo las llanuras, las montañas, los ríos y cascadas. Tendría nuevamente a mis hijas y luego que ellas se hicieran independientes, las invitaría a volar conmigo. Seguiría de cualquier modo un rumbo desconocido. Comer un fruto por aquí y luego un pescado por allá. Me extasiarían los mares y su inmensidad, como siempre lo hicieron, sumergiéndome sin temores hasta donde no pueda pisar la arena. Volvería para subir las montañas, quedarme con hambre, sentir la lluvia y acariciar a los animales. Besaría, amaría más, me olvidaría de estigmas y siendo tan nómada como pudiera. No compraría una casa, ni me cuidaría las gripas, quizá ni ropa me pondría.
Actitud diferente
Porque sin medir el tiempo, en el día a día, cada amanecer renacería el conteo, apagándose a la noche. No hay mañana si no hay muerte o consciencia de ella. No hay horas marcadas, sólo el hambre y seguir durmiendo. Como un Adán, miraría pasar los vientos, caer las hojas, beber el agua. Es para no tener otra muerte en vida que es el aburrimiento que volaría sin cesar. Hasta que un día, sin esperarlo, sin saberlo, me llegue el tiempo de acabar muriendo.
Un reflejo de tu vida
¿Tú que crees que sería de tu vida si no supieras que morirás? ¿Cuántas locas fantasías se te pueden ocurrir? ¿Necesitarías de cualquier forma al tiempo para satisfacer un ego? ¿Romperías las barreras que te impiden encontrarte con tus congéneres los humanos? ¿Puedes entender el mensaje oculto de estas letras en el que tienes a tu lado a muchos conviviendo, coincidiendo en esta vida y no valoras porque el tiempo ciega tu persona? Me encantaría conocer tus pensamientos para matar el tiempo.