Comparte:

El mundo no sería el mismo sin esta útil herramienta. Es una doctrina filosófica que plantea la duda como instrumento para conocer la verdad y descubrir la mentira, las falacias.

Sin ella, el mundo que conocemos sería otro, que ya de por sí se traga mentiras como si fueran producto de consumo esencial. Hoy día millones creen en ideas absurdas que si me pongo a enumerarlas, tardaría varios semestres universitarios.

Hay quienes creen que el hombre no llegó a la luna en 1969 y hay quienes creen que sí. Dudarlo es hacer uso del escepticismo, pues bien sabemos que en la historia, los Estados Unidos han mentido más de una vez. Quizá seguirá la duda, pero es mejor que afirmar algo de lo cual no tenemos pruebas.

Sin el escepticismo, nos ahogaríamos en mentiras de todo tipo. Nos creeríamos que todos los negocios en los que podemos invertir van a darnos frutos en 18 meses y quedaríamos pobres sin saber por qué, pues sin escepticismo tendríamos claro que fuimos inútiles al trabajar ese negocio y no porque el negocio en sí fuera un fraude.

Tendríamos muchas deidades: tlaloc (dios de la lluvia) y zeús (del trueno), baco (del vino) y así. No podríamos dudar de ellos y creeríamos que todos existen por igual. Creo que todos podrían ser dignos de aplicarle nuestras razonables dudas, pues hasta ahora han pasado más de 4 mil dioses por las constelaciones religiosas de la historia.

Dudar es una forma de reflexionar, de profundizar en el conocimiento. Es parte del mecanismo que utiliza nuestro cerebro desde la prehistoria para subsistir: ¿está en peligro mi vida? ¿es un elefante o un león? Es preferible dudar que morir en el intento.

Nos permite estar alertas, atentos a posibles mentiras de nuestros sentidos que envían información al cerebro. Para tomar decisiones acertadas, nuestro razonamiento lógico indaga, revisa con cuidado, investiga, si se puede, lo hace a fondo. Tristemente, en nuestros días, la gente ya no se toma el tiempo de cuestionar y hemos vuelto a la Edad Media, al obscurantismo.

Los medios masivos de comunicación han influido para imponer la verdad que los gobernantes desean. No hay una verdad, sino la verdad oficial que no es otra cosa que una interpretación falaz de la realidad.

El poder requiere difundir su verdad, lo usa para controlar, para enriquecerse o para defender sus ideas políticas. Nuestro papel es dudar, no vaya a ser que nos roben derechos, estabilidad, seguridad. Lo mismo con todos aquellos que tratan de convencer de algo: publicidad, religión, educación ideológica (hay escuelas que deforman la realidad a su conveniencia, especialmente las religiosas), los medios masivos que son amarillistas o los que forman parte del círculo del poder, etc.

¿Cuáles son su origen y sus principales exponentes?
Algunos sofistas mantuvieron una actitud escéptica en el siglo V a. C. Es el caso de Gorgias de Leontini (483-378 a. C.), quien aseveraba que nada existe o que si algo existe no puede ser conocido, o que si algo existe y puede ser conocido, no puede ser comunicado. Durante el periodo helenístico, Pirrón (360-275 a. C.) difunde un mensaje escéptico referido fundamentalmente a la moral indicando que se puede vivir una vida feliz sin los valores tal y como habían sido concebidos en el pasado. Posteriormente, el escepticismo regresará al campo de la teoría del conocimiento, plasmado en filósofos de la talla de Hume, quien despertó a Kant de su “sueño dogmático” o de Bertrand Russell en su ámbito lógico-matemático

Filosofía&co

Así, la verdad no puede ser conocida. Quien hable con toda seguridad de que ha descubierto el hilo negro de un tópico, seguramente está mintiendo, pues no hay una sola explicación que termine orientando a toda la humanidad. Hay relatos que nos orillan a decantar nuestras decisiones por una u otra opciones: «Muere en la silla eléctrica el asesino de niños», por ejemplo. Es un hecho comprobado y comprobable; el ejercicio del escepticismo radica en si la pena de muerte es necesaria, si la justicia realmente demostró su culpabilidad, si el medio de comunicación que emite la noticia lo está usando como medio de control social, etc.

Necesitamos el escepticismo o la realidad terminará con la humanidad. Las llamadas conspiraciones podrían ser ciertas y estamos ante un Nuevo Orden Mundial (investigue, así se le conoce) y hay un grupúsculo de la élite mundial que está tratando de esclavizar a la humanidad. ¿No es mejor que dudemos de la imagen de gran bondad que parecen tener todos esos magnates? ¿No conviene dudar de los curas que dicen que violan niños o que tienen doble moral al criticar a los homosexuales cuando ellos están en el closet?

Necesitamos ser más críticos, usar esta valiosa herramienta para indagar más y no quedarnos con la información de primera plana que casi siempre es un engaño, una forma de infundir ideologías, un vehículo de control y manipulación social.

Por Joe Barcala

José Luis García Barcala, Joe Barcala, es Maestro en Literatura y Licenciado en Comunicación. Nace el 6 de septiembre de 1967 en el Puerto de Veracruz. Tiene 8 obras publicadas y publica en distintos espacios.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *