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Después de una vida en la que creí vivir dentro de una democracia, donde me enseñaron el valor de la misma, sabiendo que era importante tomar en cuenta la opinión de las mayorías, no salen hoy las cuentas.

Por un interés muy personal, profundicé en el tema, su historia y características. Ahí supe de una cualidad que pocos notan: la democracia es el mejor disfraz de una dictadura y no me gustan las dictaduras. Es triste descubrirlo, pero los gobernantes fingen democracia pero son verdaderos autócratas.

Dictaduras permeadas en la sociedad

Lo peor es cómo las estructuras sociales quedan permeadas del mismo aberrante método. Por ejemplo, la escuela que siempre, fingiendo tomar en cuenta al estudiante, termina siendo una estructura piramidal bien definida. Lejos quedó la mayéutica socrática donde el alumno, basado en su interés, iba conduciendo el contenido de las enseñanzas de su maestro.

Hoy vemos cómo los directores escolares concentran el poder, son quienes toman decisiones y difícilmente interactúan con los jóvenes de su escuela; están demasiado ocupados en juntas, negociando con las instancias gubernamentales, cumpliendo requisitos y, desde luego, ejecutando órdenes para que el resto de los miembros de la comunidad educativa marche a su ritmo.

Dictaduras en casa

Padres de familia que se sienten con poderes divinos sobre sus hijos, decidiendo por ellos incluso pasada la adolescencia. Hijos que deben rendir pleitesía a sus progenitores sólo por haberles dado la vida. Honrarás a tu padre y madre proviene de otra dictadura: la iglesia. Así, los hijos crecen preguntando si tienen permiso para ir o venir en la vida. No maduran por eso y luego se convierten en padres inmaduros también.

Hijos que tienen terror, como en las dictaduras, de fallar a sus padres como si ellos fueran santos, como si en sus juventudes no hubieran cometido los mismos o peores errores. Cierto es que dan vida a sus hijos, pero es un beneficio mutuo. Los padres somos tan felices al recibirlos que no deberíamos pretender mayor paga que compartir la vida con los pequeños.

Dictadura en la Iglesia Católica

La organización se impuso sobre otras de la región romana con el emperador Constantino. Pasados los siglos llegó a controlar al resto del país como una monarquía absoluta, misma que gracias a las cruzadas, la inquisición y la conquista se instituyeron y son ahora una jerarquía obsoleta, sigue siendo dictatorial con decisiones de la cúpula que no se pueden discutir. Creo que ni su propio dios podría.

Otras iglesias emularon a la católica. En el nombre de su dios han creado guerras, asesinado infieles (a su credo), mutilado personas, segregado personas por no pensar como ellos.

La dictadura en la democracia de hoy

No me gustan las dictadurasA la que hoy llaman democracia, en realidad deberían llamarle aristocracia, dictadura o autocracia. El término griego “democracia” surge de dos palabras, como todos ya saben: demos es pueblo y cratos poder; significa, entonces, que el poder reside en el pueblo. No hace falta ejemplificar para demostrar que no tenemos democracias en el mundo actual, al menos en la abrumadora mayoría.

Lo que tenemos es un gobierno representativo y quienes ocupan ese papel asumen mediante votos el derecho de decidir por los demás. Así, el resto, la población, no tiene derecho a defender sus posturas. Algunos pensarán que eso es imposible. El verdadero drama es que quien debiera tener el poder, hoy está marginado, empobrecido, manipulado y sometido a los gobernantes.

¿Dónde queda la libertad?

En estas mal llamadas democracias uno debe pedir permiso para vivir, pagar impuestos, construir, circular o viajar. La libertad es una falacia controlada por el mismo sistema, la educa desde su escuela, a través de la ley y refrendada por la iglesia. Así, ni los padres de familia saben inculcarla a sus hijos.

Porque la libertad se enseña al mismo tiempo que los derechos y las obligaciones de los ciudadanos. Los conceptos de comunidad y solidaridad son meras campañas politiqueras que ensucian sus fundamentos humanistas. Si queremos comprender esto de forma sencilla, comparémonos frecuentemente con los antepasados de las cavernas. Ellos eran libres, formaban comunidad y se apoyaban mutuamente. ¡Sin gobiernos!

Los beneficios de tener un estado

Hoy más que nunca vemos en el mundo la importancia de contar con un estado, un organismo que vele por los intereses de una comunidad (sociedad). Hay tantos intereses subversivos de mafias como narcotraficantes, banqueros abusivos, grandes corporaciones. Se justifica la existencia de un estado, pero no para coludirse con ellos, como sucede en muchos países.

Además, reflexionando sobre el mismo tema del narcotráfico, encontramos las posturas de quienes desean liberarle de la “condena” y legalizarlo. Es cierto, ¿por qué yo sí puedo sembrar jitomates y el vecino no puede sembrar amapola o coca? Rompe con lo que se llama justicia dentro del mismo derecho positivo. Por eso no hay paz.

Ese estado benéfico tampoco se parece a lo que vemos hoy donde impone grandes impuestos a los legales para ayudar a los pobres. Para empezar, aprovechan su imagen de “dadivosos” para perpetuarse en el poder. Además, no necesitamos un estado para ayudar a los necesitados, lo podemos hacer como sociedad sin intermediarios abusivos. Para finalizar, el estado creado con el objeto de proteger de los rateros, mafias y criminales, es sumamente ineficiente en la distribución de la riqueza.

¿Se debe distribuir la riqueza?

Grandes interrogantes suelen discutirse con diferencias significativas. ¿De quién es el patrimonio de la humanidad?, es decir, ¿quién se puede decir dueño de las riquezas naturales? La respuesta a ello trajo la nacionalización de los recursos energéticos como el petróleo, las mineras, etc. ¿Entonces deberíamos nacionalizar también las hortalizas?, todo producto de la tierra, en realidad.

Ahora, el petróleo, por ejemplo, al requerir un proceso para convertirlo en gasolina, quien invierta en esa industria tiene derecho a hacer un usufructo de su trabajo; pero ¿debe cobrar el petróleo también? ¿O sólo su costo de extracción? ¿Pero si los que producen hortalizas cobran todo, porqué los petroleros no habrían de hacerlo también?

Si un hombre roba seis manzanas para dar de comer a su familia, según las leyes, debe ir a la cárcel. Hay ejemplos de años de condena por esos motivos. Pero si el gobierno viene y con ley en mano le quita las seis manzanas al propietario y se la reparte a los pobres para que den de comer a sus familias, ¿por qué una institución gubernamental tiene ese derecho y los padres de familia no? Por eso, no me gustan las dictaduras.

Sigue siendo lo mismo, pero sólo un grupo social (gobierno) puede hacerlo legalmente, porque ellos son los “dueños” de esta “dictadura”. El reparto social o distribución de la riqueza no debería estar en manos de los gobernantes. La misma sociedad, a través de la organización solidaria, del sentido de comunidad (diferente al que educan en la escuela), de la comprensión humanista, puede responsabilizarse de la ayuda y no el gobierno.

La representatividad

En el sistema político actual, la sociedad no se encuentra representada, ya no digamos las minorías, ni siquiera las mayorías. Si estuviéramos en una comunidad menor, digamos 10 personas, tomaríamos en cuenta la opinión de todos, ¿por qué no hacer un esfuerzo desde nuestro gobierno para dar cabida a toda la sociedad? Sencillo, porque nuestro gobierno no es nuestro.

No nos representan pues a la hora de votar por una ley, ni siquiera nos consultan. Ni un padre acostumbra a dialogar con sus hijos para tomar una decisión sobre el futuro, una salida, una fiesta, una escuela, etc. Ni la iglesia se detiene a pensar en el daño que causa sobre las personas la instauración de un nuevo precepto. ¿No se suponía que eran organizaciones sociales? De sociales no tienen nada.

La democracia participativa

Hacer el cambio ¿necesitará una revolución? Probablemente. Quienes hoy se han estacionado en la silla del poder no tienen formación democrática, sino autoritaria. Están sentados en sus laureles recibiendo la paga de los súbditos. Son amos y nosotros esclavos. ¿De qué otra forma entenderíamos o explicaríamos todo lo que está pasando: represión, manipulación, abuso de autoridad, etc.?

En la democracia participativa el pueblo participa en las decisiones. ¿Habrá excluidos? Quizá, pero serían menos y, además, tendrían posibilidad para involucrarse en las mismas decisiones igual que el resto. Su sentido de comunidad sería distinto, porque el sistema sería más justo, la paz se instauraría, por así convenir a las mayorías y no a pequeños grupos oligárquicos. No sería necesaria la distribución de la riqueza, porque las leyes darían oportunidad a todos y quienes ganan más pagarían más impuestos por simple porcentaje.

Al no haber repartición de riqueza, tampoco habríamos tantos flojos colgados del sistema, si me esfuerzo gano en torno a ello. Si no me esfuerzo, no gano. Hoy día, en cuestión de esfuerzo, quienes menos lo hacen, ganan más que quienes sí lo hacen.

La ambición de algunos

Este sistema genera la ambición. Cuando se tiene lo necesario para vivir y ser felices, no se necesita más que eso. Cuando se genera tanta necesidad en la gente, las consecuencias saltan a la vista: robo, abuso, opresión, etc.

Para crear empresas multinacionales como las que hoy existen, tendrían necesidad de unirse muchas personas, pues el capital a acumular implicaría su unidad. Empero, gracias a leyes más justas, que giran en torno a la comunidad, su crecimiento sería igualmente benéfico para los ciudadanos tanto como los empresarios.

Justamente para eso tendríamos al gobierno, para servirnos y apoyarnos en el equilibro de las fuerzas sociales. Sirve a la sociedad no como proteccionista, sino como justa balanza en beneficio de la población en general, incluidos los empresarios de la multinacional. En este sentido, aunque fueran muchos socios, cada uno pagaría sus impuestos de forma individual.

Los bancos

La especulación es un negocio que burla a la gente y, escudados en las prácticas obscuras, fabrican dinero sin riqueza que la respalde. Crecer por medio de las deudas ha acelerado eso que se llama progreso en las sociedades, pero el costo ha sido demasiado alto.

Las vidas humanas se han pagado por millones, las guerras, las fronteras o muros, la esclavitud, el empobrecimiento dramático de países enteros, etc., son el costo de los engaños, de los abusivos y mentirosos que ningún gobierno se digna a desmentir, peor aún, se coluden.

La transparencia

Si se trata de crear verdaderas comunidades autosustentables, la transparencia es fundamental. ¿Cómo tomar decisiones en beneficio de las mayorías o la totalidad de la población si no se saben los recursos con que contamos? ¿Hay libertad de información? Tanto gobernantes como empresarios, bancos y muchos otros organismos, aludiendo a “secretos de seguridad nacional” o “secretos bancarios”, aprovechan la obscuridad para sus saqueos.

Los medios

La televisión miente. Así favorecen a los empresarios y gobiernos que los financian a través de publicidad o convenios de flagrante abuso y manipulación a las audiencias. Dejaron de ser empresas que invierten y ganan como otras. Se convirtieron en instrumentos de control social, no de educación y culturización sino de ideologización y manejo psicológico. ¿Eso es libertad de expresión?

Los premios y reconocimientos de personalidades son repartidos a discreción con los mismos actores de su grey para seguir influyendo sobre la población. ¿Por qué seguir llamándole libertad de pensamiento?

Partidos e instituciones

Los partidos políticos son otro instrumento para engañar, pues no aglutinan ideologías sociales; por el contrario, concentran y negocian el poder. Las instituciones son otra forma de construir palacios para imponer a la gente su “magnificencia”. Desean provocar que la gente diga: el gobierno me da salud, educación, vialidad y por tanto defiendo la existencia del gobierno.

Las jerarquías emuladas en la sociedad como iglesias, patriarcados, estructura empresarial, etc., son igualmente herramientas de control social. ¿Podemos seguir llamándole libertad de asociación?

Suena extraño

Desde luego, todo lo anterior puede causar mucho ruido a quienes lo leen (si es que lo hacen, porque el sistema no quiere que la gente lea y se informe). Obviamente. A todos aquellos educados por el sistema actual cualquier pensamiento de este tipo se le considera subversivo, pero es una ideología cercana al anarquismo cultural.

No me gustan las dictaduras

No deseo que otros decidan sobre mi vida, mi forma de pensar, de vestir, que señalen cuál debe ser mi medio de subsistencia o me otorguen permisos para construir, caminar, vender o viajar. Quiero ser libre, y libremente decido vivir en sociedad, pero no para el beneficio de unos cuantos sino de la mayoría y en igualdad de oportunidades. Justamente.

Nadie tiene el derecho de meterse en la vida de los demás. No se metan en la mía. No me gustan las dictaduras. Defenderé a quienes no puedan hacerlo por sus propios medios. Lucharé por un mundo libre. Empecemos por pensarlo así, por concebir la idea, por tener el derecho de ser libres a modas, ritos, formas de gobierno, etc.

Empecemos a discutirlo. Opina libremente.

Por Joe Barcala

José Luis García Barcala, Joe Barcala, es Maestro en Literatura y Licenciado en Comunicación. Nace el 6 de septiembre de 1967 en el Puerto de Veracruz. Tiene 8 obras publicadas y publica en distintos espacios.

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