Hace un tiempo, cuando el PRI y el gobierno se difuminaban como uno solo, en la época del presidencialismo viejo, los partidos de oposición sufrían mucho por figurar en la escena política con muy pocos resultados. La maquinaria del estado imponía a su gente y no dejaban pasar a los demás. Pero nunca, como ahora, México se desgastó tanto como para considerar que hoy día vivimos en la peor época, con una ingobernabilidad tan latente como el régimen dictatorial de peña nieto.
Por más que se quiera pensar que la culpa fue de unos u otros, lo cierto es que la corriente que arrastró al país al peor desastre social, económico y político de su historia, ni siquiera surgió en el país. El daño más severo ha sido importado de otras partes del mundo. Cuando el sistema del PRI llamaba «soberanía» a las prácticas de no compartir el botín con nadie más que entre ellos mismos, los bolsillos de los políticos se llenaban de dinero y no lo compartían con nadie más. Tenían todo el territorio para colocarse por encima de los demás sin compartirlo con otros, y aunque eso ya era una cadena de corrupción infinita, nunca imaginamos que todo sería peor.
Pocos en México saben que hay un modelo económico que rige al mundo occidental de nuestro tiempo impuesto desde los años 80 que fue creado por un grupo de economistas en Estados Unidos conocido como la Escuela de Chicago y que los políticos más abusivos del mundo impusieron a los países con prácticas poco convencionales como exigir a los países que lo adoptaran como requisito para el apoyo ante sus crisis provocadas también por ellos (cada caso fue distinto). El hecho es que México la adoptó con Salinas de Gortari con el llamado Tratado de Libre Comercio. A continuación una parte de las medidas de este modelo:
- Desincorporación de entidades publicas (el estado vende empresas públicas).
- Competencia libre de las empresas (prácticas oligárquicas).
- Eliminación de subsidios.
- Adelgazamiento del aparato burocrático (En México no: 10 millones de burócratas).
Algunos países se negaron a imponer tal práctica suicida y el aparato de gobierno de EUA sancionaba incluso con el derrocamiento de gobiernos, financiando a la oposición, invadiendo sus fronteras y muchas otras maniáticas y perversas prácticas. Hoy día sólo unos pocos países, que se cuentan con los dedos de la mano -en occidente-, conservan su soberanía y se niegan a adoptar este modelo económico de evidentes errores prácticos, porque se ha incrementado la voracidad de las empresas particulares monopolistas, generando una nunca antes vista desigualdad social en todo el mundo.
En México, durante el Salinato, se vendieron más de mil empresas del estado que incluyeron ferrocarriles, teléfonos, gas natural, proveedores de energía eléctrica, administración de satélites y puertos, aeropuertos, refinerías de azúcar, industria siderúrgica y bancos.
Tenemos muchas otras desgracias, ya de suyo insufribles, pero sin duda, el hecho de haber puesto a México en esta vulnerable condición, ha roto cualquier posibilidad de recuperación a corto o mediano plazos. Los gobiernos panistas no hicieron otra cosa que continuar con el modelo y permitir que se profundizara la crisis casi humanitaria de 55 millones de pobres en nuestro territorio. El regreso de PRI con peña nieto ha sido, sin duda, el más catastrófico de nuestros males, porque, además de continuar con el proceso de privatización de empresas, incluida PEMEX, se han reformado gran cantidad de leyes que imponen un futuro de esclavitud a nuestra nación, que se está quedando sin recursos naturales o económicos para competir con el mercado voraz del exterior. La pésima educación sistémica no hace otra cosa que reforzar la ideología de consumismo, obediencia a las leyes, sumisión y dependencia de los abusivos préstamos bancarios.
Los sistemas de justicia son tan ineficientes, que el 98% de los delitos que se cometen en nuestro país no se castigan y las decisiones judiciales siempre terminan favoreciendo a quienes tienen mayor poder económico, dejando a la población vulnerable a las desapariciones, abusos, saqueos, robos y demás delitos que le aquejan desde hace décadas; un aparato burocrático ineficiente, corrupto, malviviente y coludido con el crimen organizado que suele ser un lastre penoso y cotidiano para millones de ciudadanos.
Nuestro primer paso para iniciar un cambio de rumbo debe ser el de difundir lo que está pasando a la mayor cantidad de personas, porque los medios masivos suelen respaldar al sistema neo liberal y corrupto de los políticos actuales y creen todavía en sus promesas de campaña que jamás se han llevado a cabo, con un cinismo tan calcáreo que enferma sólo de verle. Si la sociedad sigue sumida en ese sonambulismo maquiavélico, es evidente que nunca podremos salir de esta dominación de dictadura que nos aqueja. Para que nuestro segundo paso pueda ser posible, necesitamos a la mayor cantidad de personas comprometidas con un México más justo, más responsable de sus políticas económicas, más creativo en la solución de los problemas de alimentación, contribución fiscal, aprovechamiento de recursos, cuidado del medio ambiente, de educación, etc. Cuando todos entendamos que los distractores como las telenovelas o las noticias mañosas que quieren influir en el pensamiento de los ciudadanos para aceptar que se continúen las prácticas neo liberales, y nos preocupemos más por los asuntos de gobernabilidad, defendiendo nuestro patrimonio, exigiendo resultados a los representantes, participando en las decisiones de trascendencia, estaremos coartando el poder y distribuyéndolo entre quienes en realidad debemos gobernar a este país: los ciudadanos.
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