La historia reciente ha sido tan compleja, tan llena de engaños y de un abuso tal de las autoridades hacia el pueblo, que muchos quieren creer en él, aún sin haber visto mejoras en su calidad de vida. Pero hay motivos suficientes para creer en él, al menos por un par de años; veamos.
Ante la situación de combate al saqueo de ductos de Pemex, delito llamado huachicol, hay una parte de la población que está indignada por una supuesta planeación errónea de la estrategia gubernamental. Dejándoles el beneficio de la duda, supongamos que tienen razón y que efectivamente el Presidente y su equipo, cometieron errores casi imperdonables.
Ante eso, de cualquier manera, hay logros que no se pueden minimizar. Se ha descubierto la amplia red de criminales, incluidos los de cuello blanco, que se alimentaban de los ductos para enriquecerse a costa de los ciudadanos.
¿Error de principiante?
El pueblo ha dado su veredicto: combatir el huachicol a toda costa, lo dijo una encuesta del periódico «fifí», opositor a AMLO, El Reforma. El 73% de los mexicanos están a favor de actuar contra estos malhechores. Si el presidente es principiante en asuntos de la administración pública, no resulta novato cuando se trata de la sensibilidad ante las demandas ciudadanas.
Nadie dijo que sería fácil acabar con el crimen organizado, la inseguridad, el saqueo institucionalizado. Él lo ha hecho con la mano en la cintura. Está cerrando las válvulas de la corrupción. Eso redituará en un beneficio sustancial a la nueva forma de distribución del dinero en nuestro país que, y muchos estamos conscientes, ha sido el principal problema de la etapa conocida como neoliberal.
¿Debemos creerle?
Nos conviene. No hay en la actualidad un mejor ejemplo de político que haya arriesgado tanto como él, que haya luchado por las causas que duelen a México: la pobreza, la corrupción, el abuso de los aristocráticos, el crecimiento de la delincuencia, etc. Nadie como él, ha luchado por desenmascarar al régimen maldito que le precedió.
Incluso entre sus allegados, hay quien difiere en algunos de sus métodos, no por eso le retiran el apoyo. Saben, como deberían saberlo todos, que si México perdiera en estos momentos a López Obrador, entraríamos en una guerra civil de proporciones épicas.
El poder de la mafia es aún grande y sólo él ha podido aglutinar a la amplia diversidad de conciencias que hay en México. Nos conviene creerle, no sólo como un asunto de fe, sino por cuestiones pragmáticas. ¿Cuándo terminaría este régimen si no fuera por acciones desinteresadas del personaje que dice estar ya en el inventario de México?
López Obrador y su filosofía
Soy uno de los primeros que no concuerda con una persona que cree en la divinidad y, sin embargo, ya lo ven, confío aún en él, siendo un ateo consumado e incluso promotor de esas ideas. Lo hago porque quiero un mejor futuro para mi país y mis descendientes -en ese orden-.
No me imagino, por el momento, pienso y medito a diario, un futuro más prometedor que el propuesto por AMLO. Obvio, podría haber otros personajes y escenarios, pero de momento no los hay, no los veo. Considero que la democracia aún requiere madurez, la paz necesita todavía justicia, la educación implora pensamiento crítico, la salud necesita de la ciencia y la religión de una seria confrontación.
Todo eso nos debe orillar a caminar de la mano del Presidente Andrés Manuel López Obrador, incluso no siendo morenistas. Yo no lo soy, ni lo seré, pero apuesto que atacarlo es apostar por el caos, la insurrección armada, la condena a la miseria para millones de hermanos mexicanos.
Hay un plan
Ya vemos que él tiene un proyecto de nación, abierto y sincero, publicado y que ha cumplido con él todo el tiempo, es congruente con ello. Si no lo conocen, es porque no han querido. Está incluso en sus libros. No es nada aberrante, no hay piezas sorpresivas.
Sin embargo, detrás, están los otros intereses y siempre fueron ocultos, interesados en su propio bienestar a costa de los mexicanos. Han dejado daños a la vista de todos y por eso nos conviene, por el momento, apoyarlo en esta lucha frontal contra la mafia del poder que se coludió con criminales y que se enriquecieron a costa de los menos favorecidos.
Si dentro de un par de años vemos que su estrategia falló, ya evaluaremos a quien poner, quién tiene una mejor idea; pero de momento, resulta peor incluso dar marcha atrás, sería como dar el visto bueno al robo de combustibles o aplaudir los desfalcos en el NAIM, Odebrecht, las desapariciones, la injusticia. Entonces sí, nuestra corrupción sería cultural.