¿Qué te hemos hecho? ¿Por qué has matado a México? ¿Por qué la saña con la que atacas a nuestro pueblo? Antes de ti, otros en tu cargo, ya nos tenían amenazados, sometidos, engañados y asesinados; ahora vienes tú, como monstruo apocalíptico de siete cabezas que con todas ellas no haces una, a seguir empuñando la espada contra un pueblo que no ha hecho otra cosa que someterse a tu nefasta voluntad.
Ni la oposición
El presidente que ha matado a México
¿Por qué nos odia? ¿Por que ha matado a México? ¿Qué le hicimos? Gozoso de su nuevo cargo, se olvidó de la guerra y pactó con los más altos criminales; de ahí juntó dinerito para su casa blanca. También mató la libertad de expresión, pues no le gustaba que se metieran con su casa y su esposa. ¿Cree que se lo vamos a perdonar?
Mató el deseo de millones por expresarse en contra de sus reformas. Se empeñó en ellas como un asesino se obstina por eliminar a su blanco. Se olvidó que en democracia el pueblo manda y usted no escuchó. Pagó millones a los legisladores para aprobarlas y hoy, ¿lo ve? tiene quebrado al mercado interno. Asesino de sueños, de riqueza y de progreso.
Mató a los estudiantes de Ayotzinapa y a los civiles de Tlatlaya y Nochixtlan, además de otros. Aquí dio muerte a la verdad con su mentira histórica. Aniquiló a la justicia. Dio fin a la poca dignidad que todavía tenía el pueblo mexicano. Hizo popular a la corrupción, la impunidad, el saqueo de recursos públicos, las mentiras mediáticas y los fraudes electorales. Reprimió con sangre a las voces que se alzaron en contra suya. Hoy el país está callado, usted ha matado a México, ha muerto su esperanza, su deseo de lucha por los valores sociales, su legítima defensa ante un asesino impune.
No conforme con eso, quiere quedarse, reiniciar, traer a sus secuaces, primos y cómplices a seguir con la inmunda miserable forma de asesinar-gobernar al pueblo. Repite las mismas fórmulas que nos violaron en el pasado: comprando votos, manipulando, fingiendo que no pasa nada.
Si yo fuera presidente, escúchelo bien, le haría pagar a cada uno los crímenes de lesa humanidad que han cometido. ¿Seguirlos manteniendo de por vida? ¡Ni en sueños! Son ustedes unos criminales con todas sus letras. Ni el infierno que pintó Dante nos daría justicia contra ustedes. Son capaces de sindicalizarlo y hasta apagar sus llamas.
Unos dicen: «¡Pero hay un dios!», yo no soñaría con eso. No hay dios para honrar este desagravio. Si les digo lo que se merecen, se esconderían en Guatemala o en Guati-peor con tal de no ser atrapados por esta rabia contenida. Sin embargo, a diferencia de ustedes, mi rabia se ciñe a la justicia; les daría el castigo que se merecen, aunque fueran 43 cadenas perpetuas.