Oración para pisotear a los demás

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Cuán satisfactorio resulta unir las manos para desear, elevar un canto al cielo que derogue las leyes físicas o positivas que bifurquen mi desgracia al menos, ahuyentando aves de mal agüero, enviando a otros derroteros el hambre que a mi tocaba. Implorar la magia del destino, la fuerza de lo divino, el azar de los dados o la benevolencia del corte de un mazo de cartas, una oración para que irrumpa en mi futuro, repare el pasado o aflore mi presente.

Oración para la desigualdad

No es secreto para nadie el optimismo que alegra a unos convierte en perdedores a otros, en un partido de fútbol o en una guerra donde mueren millones; ¿se ganan batallas con la fuerza de un brazo o arrebatando el arma al contrincante? Quedar inmune de las balas por escudos protectores construidos con sudor de los esclavos, engañados, sometidos, obligados con cañones en la sien, que mueren si desobedecen en zonas de paz.

Pararme frente al escaparate a desear esas telas confeccionadas para deslumbrar al enemigo al que debo conquistar, pisotear o desprestigiar con tal de elevarme en un altar alto e inalcanzable, donde basta con desear una vida de sonrisas, a costa de los demás. Mi mente debe estar podrida si creo que mi bienestar es el de otros, si mi castillo da de comer a los menesterosos que viven en torno a él.

Oración para no caer en desgracia

Es cómodo, sin embargo. Yo aquí, y los demás, allá. Si me inundo en el fango de arenas movedizas no podré ayudar y tener un refugio seguro en los soberbios pedregales me orilla a olvidar las penas de quienes no quieren salir de sus desgracias. Por eso ruego no caer junto a sus lastimeros aullidos, no sea yo uno más en la larga lista de miserables.

No saberlo es mi paz. El mundo está lleno de horrores y maldiciones ocultos bajo el manto de mi capa, pisoteados por mí ignorancia, mi desprecio y desdén. Porque mi perro tiene escuela para ser domesticado, aunque otros vivan bajo techos de cartón.

Oración para vender

Mejor les vendo la idea de construir sus propias esferas de cristal, yo mismo las construiré y les dejaré más pobres aún, soñando con pagarlas a largos plazos y quedándome con ellas por su incapacidad de cubrir los intereses. ¡Seré más rico y dormiré más tranquilo! En mi mano les daré de comer las migajas que me sobren. Mostraré mi poder.

Al final, por rezar al cielo, les habré curado de una vida inmunda, y veré cómo ellos, por maldecirme, se pudrirán en el infierno. Seré dueño del paraíso, mis alas serán sus grilletes. Volaré majestuoso por las nubes, viendo cómo ellos se arrastran en las llamas, en la aridez de su vida. Seré un privilegiado, como siempre fui destinado a serlo, dueño de todo, del destino, del futuro, del tiempo.

Oración para la paz interior

Prefiero una oración que repartir mis bienes a otros, conciencia sana, diezmo inútil, pintura refrescante, perfume de mi ingratitud. Pondré cercas y fronteras al dolor ajeno, que su ignorancia no turbe la mía. Mis tiempos compartidos serán contradictorios, porque no quiero la simultaneidad, no se puede gobernar en comunidad.

No puedo desear para ellos mayores desgracias, mis glorias caminan sobre ellos; siembran los frutos que lucen en mi mesa, tallan los muebles que decoran mi casa, pierden todo lo que yo gano. Soy su banquero, su rémora, su político vividor, ellos sudan por mí, caminan y se cansan mientras sus oraciones se llenan de agradecimientos por extender mis brazos hacia ellos.

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