Frecuencia vibracional: frases célebres y fragmentos literarios

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Frases célebres sobre Frecuencia vibracional

Bradley Cooper

Voy a tomar toda esta negatividad y usarla como combustible.” –Bradley Cooper (n. 1975), actor, actor de voz, director, productor, guionista, cantante y compositor estadounidense. obtuvo su Máster en Bellas Artes en The New School, en Nueva York. Películas: Nace una estrella (2018) y The Jocker (productor, 2019).

Esteban Navarro Soriano

Todos sabemos que hay dos tipos de energía: la contagiosa y la absorbente.” Esteban Navarro Soriano (1965) es un escritor español de novela negra y novela policíaca. Fue agente de policía desde el año 1994 hasta el 2018. –La casa de enfrente (2011) –Una historia de policías (2017).

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Fragmento literario sobre Frecuencia vibracional

Italo Calvino

Italo Calvino (1923-1985) fue un periodista y escritor italiano, principalmente de cuentos y novelas. Autor de la trilogía Nuestros antepasados, integrada por El vizconde demediadoEl barón rampante y El caballero inexistente, narración fantástica y poética, plagada de elementos maravillosos, en la que planteaba el papel del escritor comprometido políticamente.

El caballero inexistente (1959) Ítalo Calvino

La trompeta tocó la señal de «rompan filas». Hubo la habitual desbandada de caballos y el gran bosque de lanzas se dobló, se movió en oleadas como un campo de trigo cuando pasa el viento. Los caballeros bajaban de la silla, movían las piernas para desentumecerse, los escuderos se llevaban los caballos de las riendas. Después, del tropel y la polvareda se separaron los paladines, agrupados en corrillos tremolantes de cimeras coloreadas, desahogando la forzada inmovilidad de aquellas horas con bromas y bravatas, con chismorreos sobre mujeres y honores.

Agilulfo dio unos pasos para mezclarse con uno de estos corrillos, después sin ningún motivo pasó a otro, pero no se abrió paso y nadie se fijó en él. Permaneció un rato indeciso tras las espaldas de éste o aquél, sin participar en sus diálogos, y después se quedó apartado. Oscurecía; las plumas irisadas de la cimera parecían ahora todas de un único e indistinto color; pero la armadura blanca se destacaba aislada allí en el prado. Agilulfo, como si de repente se sintiera desnudo, hizo ademán de cruzar los brazos y encogerse de hombros.

Después se recobró y a grandes pasos se dirigió hacia las caballerizas. Llegado allí, observó que el cuidado de los caballos no se realizaba según las reglas, reprendió a los palafreneros, infligió castigos a los mozos, inspeccionó todos los turnos de faenas, redistribuyó las tareas explicando minuciosamente a cada uno cómo había que realizarlas y haciéndose repetir lo dicho para ver si habían entendido bien. Y como a cada momento salían a flote negligencias en el servicio de sus colegas oficiales paladines, les llamaba uno a uno, sustrayéndoles de las dulces conversaciones ociosas de la noche, y discutía con discreción pero con firme exactitud sus fallos, y les obligaba a uno a ir de piquete, a otro de guardia, a otro de ronda allá abajo y así sucesivamente. Siempre tenía razón, y los paladines no podían desentenderse, pero no ocultaban su descontento. Agilulfo Emo Bertrandino de los Guildivernos y de los Otros de Corbentraz y Sura, caballero de Selimpia Citerior y Fez, era desde luego un modelo de soldado; pero a todos les era antipático.

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