Comparte:

Si evaluamos los cientos de casos escandalosos en los que se vieron involucrados sacerdotes, obispos, ministros, cardenales, monjas y demás miembros de la Iglesia católica, encontraremos un común denominador que está generando primeramente a los criminales y en segundo a sus encubridores.

Un sistema que se repite y escandaliza

En el mundo y la historia observamos que el poder, la institucionalización, el secretismo, la imposición son características clave para entender de dónde surgen los sistemas represivos, controladores y autoritarios. Así como en las dictaduras, la monarquía absoluta de la Iglesia católica ha degenerado en su propia desgracia.

Vivimos una época en el que la información no está segura para nadie. Hay gobiernos que caen porque el hackeo tiene un auge. Las cámaras de vigilancia producen vídeos virales que rompen los esquemas tradicionales en un abrir y cerrar de ojos.

La Iglesia católica, por más que intente defenderse, proteger, desviar la atención como lo ha hecho siempre, hoy se ve tan vulnerable como cualquier otra institución del mundo. No depende del carisma del papa Francisco o del apoyo mediático que recibe en un 60% de televisoras o estaciones de radio o periódicos en el mundo. Hoy estamos ante nuevos paradigmas en los que se exigen actos distintos, a veces, ni siquiera se espera la ortodoxia para el manejo de un escándalo.

Provocando violadores

De suyo, la historia de la Iglesia es y ha sido cuestionada. Desde la abusiva inquisición y su tradicionalismo férreo por conservar una ideología retrógrada, producen su propia vulnerabilidad. Si el propio Galileo lo padeció. El hecho es que muchas veces ni los propios curas aceptan el celibato. Hay un 50% de ellos que votarían a favor de su abolición.

Esto es porque la figura monárquica que se acompaña siempre de una curia al estilo aristocrático y de nobleza, ejerce una influencia sobre el Papa que no está en libertad para romper esas redes de poder y mucho menos apostar por una evolución ideológica. No pudieron hacerlo ni con un concilio en el Vaticano II, menos por una encíclica.

Imponer una castración moral a quienes por naturaleza tienen sexo, órganos, psicología, emociones, sentimientos, soledad, amor en extremo, sociedad en su entorno que les expresa cariño y que confían plenamente en ellos, es una de las más patológicas normas de la historia del mundo. Con esa norma, ellos producen violadores, enfermos mentales, frustrados, inmaduros, incluso asesinos por evitar escándalos. También chantajean a sus superiores para no decir una palabra porque saben muchos secretos que guardan por confesión o por poder.

La Iglesia católica es la que produce violadores

Es probable que a los creyentes de esa religión les cause molestia y les duela mucho reconocer que el sistema es el que está mal. Quieren creer y en ocasiones justificar a su Iglesia, porque resulta ser el lugar en donde recogen amistades, familia, paz, contacto con su creador, etc. Pero, si se consideran parte de esa Iglesia, no les queda de otra que luchar por cambiar, para empezar su forma de pensar, aceptando que los curas deben necesariamente ejercer con responsabilidad una sexualidad madura, con pareja, para dejar estos escándalos que no cesarán de otro modo.

Un día podrían ser sus hijos, sobrinos o nietos, amigas, primas o tías, quienes se vean victimizadas por el abuso de un cura o una monja, un cardenal o un obispo y por ello deben entender que los sacerdotes, por muy representantes de quien deseen (de Cristo incluso), son tan humanos como cualquiera. Apuesto que también van al baño.

Lujuria en la sotana

En breve, aprovechando que has leído hasta aquí y que podrías tener interés en el tema, publicaré mi novela Lujuria en la sotana que ya está terminada y que inicia su proceso para ser publicada por una editorial. En ella, además de la ficción de suspenso y acción, romance y ciertos momentos de terror, recopilo mucha información real que gira en torno a los personajes.

Espero la puedan leer y compartir. Eso sí, les adelanto, pretende tener una visión muy interesante de cómo podría ser el cambio de este sistema al que se ven maniatados los sacerdotes y que sería quizá, una salida a todos estos escándalos.

Puede interesarte la carta que escribió el Papa por el escándalo de Pensylvania

Y también la Liga Católica de EU rechaza violaciones en Pensilvania del sitio de Carmen Aristegui.

Por Joe Barcala

José Luis García Barcala, Joe Barcala, es Maestro en Literatura y Licenciado en Comunicación. Nace el 6 de septiembre de 1967 en el Puerto de Veracruz. Tiene 8 obras publicadas y publica en distintos espacios.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *