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Victoriano Huerta, bautizado por el Congreso de la Unión como el Usurpador, renunció finalmente a la Presidencia de México el 15 de julio de 1914, hace 100 años. La historia de este personaje tan mezquino me hace enchinar la piel, porque se parece al actual Presidente de México. Y quien no conoce la historia, está condenado a repetirla, como reza el refrán.

Algunas similitudes entre dos usurpadores

Ambos, Huerta y Peña Nieto, son usurpadores del poder. En aquella lejana época, valiéndose de engaños y compra de voluntades, Huerta logra convencer a Madero y Pino Suárez, Presidente y Vicepresidente del país respectivamente, de renunciar a sus cargos, haciéndoles creer que los revolucionarios habían tomado el Palacio Nacional y él les ofreció sacarlos con vida de la ciudad. Pero en realidad les estaba dando un golpe de estado. Peña Nieto también robó el poder, comprando las elecciones, frenando en los medios masivos la imagen de los demás contendientes y repartiendo despensas, tarjetas electrónicas de dinero Monex y de supermercado Soriana.

Además, como suelen hacerlo muchos políticos de nuestra época, prometieron importantes cambios en favor de la población que desde luego se quedan en promesas de campaña solamente. Y debemos sumarle que, muy por el contrario, las acciones de este gobierno, igualmente autoritario como el de hace 100 años, han atacado severamente a la población en su economía, en su calidad de vida y en el cambio de las reglas en el Congreso. Y en eso sí se diferencian. El congreso de hace 100 años no permitió a Huerta terminar sus planes de militarización y terminó disolviendo al Congreso mientras que los Senadores y Diputados actuales lo apoyaron para que Peña Nieto pudiera hacer sus reformas. ¿Habrán tenido miedo a una disolución de su Congreso por parte de Peña y terminaron accediendo a sus demandas reformistas? Desde luego que no fue miedo, se les pagó el precio.

También hay diferencias

Huerta fue militar y Peña no. Pero ambos escalaron el poder con engaños y pactaron contra su propio pueblo para llegar alto. Victoriano Huerta peleó por años contra los bastiones zapatistas (pese a que tenía ascendencia indígena) y en contra de las tribus Mayos y Yaquis en Sonora. Peña ha mostrado su aversión al pueblo, como el desarme de las autodefensas, el miedo a los públicos que le infundieron desde su campaña los jóvenes del movimiento Yo soy 132. Ahora, le garantizan públicos dóciles vaciando los recintos, sacando a la gente común y llenándola con sus allegados, su porra. Difícilmente le van a increpar o debatir sus discursos porque son gente que recibe una paga por aplaudirle. Lo mismo hizo Huerta: eliminó cualquier oposición y traicionando a gente que en otro tiempo le apoyó, como el General Félix Díaz. Un par de personas sin escrúpulos que utilizan el poder, el engaño, la traición y la desaparición de personas para afianzarse en el poder.

Aunque hay diferencias significativas que vale la pena resaltar: Huerta era un alcohólico que murió de cirrosis; aunque no sabemos si Peña, con su evidente deterioro físico en sólo 19 meses de gobierno se lo deba al alcohol, al menos no parece ser una característica significativa. Victoriano fue derrotado por el ejército constituyente convocado por el destituido poder legislativo, mientras que Enrique parece contar con su complicidad; no dudo que ya estén planeando poner su nombre a las escuelas, calles y erigir monumentos para endiosarlo y alabarlo por el tiempo que dure su dictadura.

Sin embargo, la mezquindad y su afán por instaurar un imperio, la ambición del poder, las decisiones sin escrúpulos, su desentendimiento de las necesidades sociales, la avaricia, el repudio a las voces diferentes y el sacrificio del resto del país para satisfacer su soberbia son, sin duda, características que comparten estos dos Presidentes de México con exactamente 100 años de diferencia. Y una similitud más: la alianza y posterior rompimiento con el gobierno de los Estados Unidos.

¿Qué caracteriza a un usurpador?

Los usurpadores, raza mezquina, cualidad contagiosa, pulula en las esferas de gobierno de México desde tiempos inmemoriales. Son los que se encargan de eliminar a los héroes, a los de buena voluntad, esos que, asesinados, desaparecidos, engañados, utilizados, terminan sus vidas en el olvido o en la desgracia. Es su modus operandi: acabar con cualquier competencia, acallando voces, sembrándoles evidencia, encarcelándoles o comprando su silencio, corrompiéndoles, amenazando a sus familias, quitándoles los reflectores mediáticos o cualquier otro tipo de bajeza con tal de enriquecerse o elevar su ego hacia las estrellas.

Publicado originalmente en Impulso Informativo.

Por Joe Barcala

José Luis García Barcala, Joe Barcala, es Maestro en Literatura y Licenciado en Comunicación. Nace el 6 de septiembre de 1967 en el Puerto de Veracruz. Tiene 8 obras publicadas y publica en distintos espacios.

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