Los actos de violencia conocidos como fraudes electorales se pagan tarde o temprano. La agresión a la ciudadanía suele pasar factura de cualquier modo. Engañar a los ciudadanos, en la historia, nunca ha terminado bien para los gobernantes. La historia registrará a quienes están para legitimar los fraudes.
El INE es culpable
Cierto que el INE avaló la elección de estado tanto en Coahuila como en el Estado de México y permitió poner en ridículo a la autoridad electoral. Es verdad que el presidente del INE, Córdova, solapó las mañas del IEEM en el Edomex, que encubrió el engaño, el timo, el robo. No permitió que la ciudadanía diera su veredicto. Pero el PRI, el presidente, los funcionarios del gabinete presidencial como mapaches electorales, los legisladores de nuestro país y muchos otros son más culpables.
El IFE perdió su carácter de ciudadano en 2003. En aquel entonces, siendo presidente Vicente Fox, se impuso que los consejeros electorales que dirigen al instituto fueran nombrados por el legislativo, con lo que aseguraban su permanencia en el poder a su antojo. Hacer del IFE un órgano de gobierno y no uno ciudadano, tenían la forma de legitimar los fraudes, como acabamos de ver ayer en Coahuila y en el Estado de México.
Son esas cabezas pervertidas, los enfermos de poder, avariciosos, corruptos y mafiosos, quienes valiéndose de las instituciones, perfeccionan sus reglas para que las competencias sean sólo una pantomima, un espectáculo, para legitimar los fraudes; ya no importa la discreción, tienen todo para controlar al país: medios de comunicación vendidos, dinero para comprarlos, llevar acarreados, coaccionar el voto, leyes hechas a modo, control de grupos, sindicatos, funcionarios y mucho más…
La indignación impotente
Se olvidaron del servicio a la ciudadanía, ya no nos defienden de los criminales, al contrario, se han vuelto parte de esas mafias. Estamos desarmados, nos consideran revoltosos, no tenemos foros de participación, somos ahora parte de la disidencia, siendo que debiéramos ser los propietarios de la riqueza de nuestra nación.
Se burlan en lugar de siquiera fingir un diálogo constructivo. Matan periodistas incómodos y empoderan a los periodistas de su preferencia para seguir con la manipulación. No tenemos quién se preocupe por la ciudadanía y para colmo, nos dividen, reprimen, distraen, insultan, matan o desaparecen.
Fraude grosero
¿Quién es el político que usted más odia? ¿Le parece sucio y ruin Osorio Chong? ¿Videgaray? ¿Aurelio Nuño? No importa… si fuera el más pervertido político como Manlio Fabio, Moreira, Duarte, Deschamps, Emilio Gamboa, hasta el mismísimo Chapo Guzmán, sólo bastará con que el presidente de la ignominia, Enrique Peña Nieto, y su tocayo el líder de su partido el PRI, Enrique Ochoa Reza, designen a un candidato para operar la maquinaria del fraude y que se convierta en presidente de México.
Si es primo del presidente, mejor para ellos. Mientras los ciudadanos veremos el desfile de mentiras, el despilfarro de recursos, los partidos satélites y aquellos que pactarán para diluir el voto. Les veremos de nuevo en la contienda, hablando de transparencia (que el INE no aplica), de ataque frontal a la corrupción (que el PRI ama y difunde entre sus 22 gober-ladrones y el PAN también); nos hablarán de la estabilidad macroeconómica (que el pueblo no disfruta jamás), de sus reformas progresistas (que sirvieron a los intereses extranjeros) y mucho más.
Legitimar los fraudes
El INE entonces es parte de la misma maquinaria para meter goles a la población en un partido desigual, como árbitro vendido, como réferi que levanta la mano al perdedor, capaz de «sacrificarse» ante el escarnio de quienes le acusan por no saber contabilizar los votos… ya sabemos que no están para que se respete la voluntad ciudadana sino para legitimar al candidato oficial.
Hay que sacar al INE