A mi amiga Paola

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Hoy nos vienes con la noticia, querida Paola, de un nuevo amor. Como sabemos que éste rompe corazones, vengo en tu auxilio para prestarte el mío en caso de necesitarlo, porque, ¿sabes? Nadie vive sin uno y todos mueren con dos o más; esos que te llevan la vida, esos que están dispuestos a darla y arrebatarla.

Puedes, si quieres, ser infeliz. Rechazarle, ahogarte en penas o desasosiegos; te perderías lo mejor que tiene el tiempo: abrigos del alma. Así que, aunque luego sientas fríos, es mejor ponérselos de vez en cuando, para mitigar las penas, para satisfacer placeres y reabrir los casos que sepultamos por miedos y costumbres.

Llévale al otro lado del río y muéstrale lo que sus ojos no han visto. Súbele al caballo y muéstrale cómo ves el mundo. Pero lo mejor de todo, ¿sabes?, es dejarse llevar a su montaña, para apreciar desde su propio mundo el tuyo. No sabes cuántas vigas en los ojos se caen en esas excursiones, metidos en la vida de nuevos seres que por un tiempo, quizá, nos cargan en sus espaldas.

Qué felicidad compartir la tuya y por sobre todo, la suya; se volvió la nuestra. No te alejes mucho, que esta tierra sin sol se eclipsa y se congela. Más bien arrebátale el reloj de su alma y abre para él las puertas que por mucho tiempo conservaste cerradas. Qué jubileo tan glorioso y terrenal. El tiempo que ahora gozas es anhelo de millones, encerrados en jaulas martirizantes.

Jugarás de nuevo a la ruleta rusa, al péndulo de navajas, al cerillo que se apaga cuando quema, al sorteo del paracaídas único en el avión que se estrella; todo eso, cuando vuelvas a tu soltería. Mientras tanto, canta la inocente lotería, lanza el yo-yo y el trompo que lo más que pueden es arrancarte carcajadas.

Te deseo suerte que siempre hace falta, que la vida es un juego de azar por donde quiera que vayas. Aquí seguiremos, gimiendo y llorando en este valle, contigo, amiga, amigacita, para consolarte, para compartir tus penas y alegrías, que para eso son los amigos.

RÍOS: Iniciativa de economía solidaria y acción colectiva

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Tuve el honor de participar en la presentación a medios, academia y sociedad, de una plataforma de apoyo al consumo sustentable denominada RIOS, sigla que significa Red de Información para la Organización Social. Les contaré del proyecto y del interesante evento que se llevó a cabo para el inicio formal de sus actividades.

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Sopas perico

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Esta graciosa interjección o quizá debiera decir expresión, siempre que me sienta a gusto con esa parte de la definición, es polémica; quien se anima a enunciar ¡sopas perico! dentro de un contexto jurídico o hasta en un ambiente político, suele distanciar las dos palabras como queriendo decir otra cosa. ¿Qué cosa? ¡Vaya usted a saber! No la encontrará en el diccionario y difícilmente hallará una explicación honrosa en otro sitio, pues es un dicho; esta pequeña frase la suelta uno como quien grita ¡madres! cuando ve un accidente automovilístico.

¿Es una sopa?

Con pretensión excelsa afirman por ahí que es una frase que se refiere a un caldo en el que se ha hervido un ave color verde y al que se le pueden agregar papas y sal al gusto. ¡Un insulto a la academia del barrio mexicano! Ni qué decir de los arrimones que uno siente del perico ajeno en los vagones del metro naranja. Otros aseguran que es un chisme, una falacia entrecortada por un diligente teléfono descompuesto, ese que nunca termina bien porque las carcajadas de los albures suelen distraer a las audiencias.

Acudiendo a los más expertos eruditos en la materia, en aras de una mejor explicación, tenemos que en realidad se usa, como suele suceder en el más sublime de los léxicos,  un par de términos con acepciones distintas según el entorno en el que se logra acomodar para extasiar al público con las más reticentes aversiones. Aún ellos, acostumbran volcar su ánimo ante la distorsión sonora que produce, mucho antes que pretender extraer de ella un significado intrépido, como su emisor. ¡Sopas! Es más que un grito hambriento, más que una tórrida llamada al camionero sordo que no escucha el timbre de la próxima parada; suele ser la alegoría de un apocalipsis, el anuncio evangélico del fin del mundo, esa melodiosa voz de la catrina que nos llama a nuestra última morada, la hecatombe más deseada, anunciada y proclamada como hubiera hecho cualquier profeta.

Confusiones

Se le suele confundir con un simple “chale”, cuyas traducciones merecen un tratado aparte, pero baste decir por ahora, que un “chale” se entiende fácilmente con la expresión “¿De verdad?”, o si lo amerita, volviendo a depender de la familia de palabras que le acompañen, de un “No me digas” cantadito a la poblana para que se alargue suavemente el final, tanto en la “i” como en la “a” de “digas”. ¡Sopas!, hay que reconocerlo, es un tanto irreverente; fuera de los protocolos tradicionales de las erudiciones más rebuscadas, pero no al grado de rebajarlo a “chale” como si no tuviésemos cambio y pagáramos con un billete verde.

¡Sopas!, por sí sola, intimida. Avienta un estruendo a la conversación que pudiera causar mofa o un infarto de primerísima clase. Ahí dependemos mucho del tipo de asteroide que vemos caer por la espalda de un interlocutor incauto que no se ha dado cuenta del drama que se le avecina. Es más común escucharlo cuando la maestra anuncia la nota reprobatoria de otro alumno, obvio, no de la nota personal o propia porque en eso recurrimos más a expulsar frases evocando a “otras” progenitoras, precedidas, en no pocas ocasiones, de una pequeña frase compuesta de dos palabras también minúsculas: “en la”. En cambio, si es un compañero o compañera sí, amerita un “sopas” bien puesto en sus pupitres.

¿Y el perico?

¡Sopas! es un menjurje picante que emana con facilidad por la garganta, es una palabra enunciada con intervención labiodental, nada de palatal. Pero contiene sentimientos, emociones, displicencias amorosas o grandes sinsabores. Sólo que al agregarle el “perico” suele suavizar la frase para hacerla más fraternal, comprendiendo al interlocutor, empatizando sin más. Ahí pierde todas sus cualidades verdes y del ámbito animal para recurrir a una sonora metáfora dicharachera, involucrando en una tribu, un clan, una horda, una manada, un club, una asociación cómplice a los participantes.

Llamarle a un “camarada” sin decir agua va con el mote, sobrenombre o pronombre de “perico” es poco más que insultante. Es ponerle en una balanza a iguales pesos con un chismoso, ahora sí. Un lengua larga, metiche, hablador, mentiroso. “Eres un perico” es más prosaico que el fucking de los estadounidenses o su tan temido chicken. Se puede esperar la fluctuación de la sangre luego del garrotazo al que nos hacemos acreedores por solo insinuarlo.

Sopas perico

¡Cómo cambia una palabra que al juntarla con otra levanta evocaciones místicas!, del grado metafísico, al envolver dentro de su aura conjunta un ying-yang, un complemento, una relación simbiótica, nivelando las fuerzas galácticas. ¡Sopas perico!, con ligera pero siempre significativa separación de las palabras, no tanto como para que cada una adquiera su atómico bombazo individual, dando por resultado la tan temida ruptura de la relación espacio-tiempo, sino apenas sutil distancia que procree un nuevo ser, una manifestación espiritual, casi una especie de milagro mágico divino, generando el fervor, el anuncio celestial.

Sopas Perico suele tener significados varios, dependiendo del arremetido contexto que la origine, como apelación a una nueva forma de gobernar, como burla a quien recibió su merecido, como descubrimiento de una nueva arruga, como interjección cuando rompemos un mueble del vecino. Al notar que no traemos dinero para pagar la cuenta, un aullido imprevisto al ver cómo ha caído un tipo junto a nosotros, esa sorpresa que nos llevamos al ver al vecino con otra mujer que no es su esposa, y de lo que cualquiera se quiera imaginar que pudiera significar tal expresión, interjección o vocablo binominal.

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Dos lágrimas cayeron en mi pozole

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No sabes cuán triste es tu lejanía, y mientras como el recalentado patrio de un rico pozole, pienso en ti. ¿Cómo no hacerlo? Siempre estamos juntos y hoy te fuiste. No como siempre, como nunca. Te ibas para decirme cuán alegres amistades tienes; pero te has ido porque no me quieres ver.

Mientras sopeo las semillas del maíz, dos lágrimas han ido a mezclarse con el caldo. Como solíamos hacer tú y yo nuestras alegrías, mezclándolas con la somera convivencia del día a día. Empero tengo un nudo en la garganta que no me deja tragar como es costumbre. Te extraño aunque sean unas horas, dos días o una semana. Mi bandera está a media asta.

Dos lágrimas

Mis motivos para mantener abiertos los ojos en la conciencia se agotaron. Deseo, debilitado, sin ánimos de lucha, caer en un profundo sueño para no recordar que ahora no estás; más aún, por qué no estás. Los parpadeos son dos lágrimas de inerte soledad, demostrando al plato que intentaba disfrutar, que sólo son un par de días, que se volvieron eternidad.

No pretendo ser el centro de tus decisiones, ni siquiera anhelo que pienses todo el día en mí. Tengo claro que es tu vida, son tus sueños y la grandeza a la que sin duda llegarás; es la triste y vana historia de mi vida sin tu amor.

Fuiste siempre una bella personita, que con alegría llenaste día a día de felicidad las innobles pocilgas que pude darte. Ya crecida te disfrazas para ver pasar en ti, la infinidad de personalidades que te atraen y no acabas por definir tus perspectivas. Suele pasar, créeme que lo entiendo. No en vano, los años me enseñaron, que el amor es incondicional.

Ni soberbia paternal, ni egoísmo personal. El terror de verte desmoronada, lastimada o preocupada es sólo el principio de mis pesadillas, más que dos lágrimas. Sigue siendo mi premisa universal: sé feliz, que en ello se va mi vida entera. Ay de aquellos que te impidan sonreír. Muera el mal gobierno si planea ensombrecer tu efusiva forma de tomar el tiempo a tu favor.

Cada bocado duele al pasar, sigo sintiendo náuseas por el mal rato que nos hizo discutir. Pienso en ti en todo momento, lloro tanto que el pozole se ha vuelto sopa y sólo trato de mantenerme con vida hasta que vuelvas a sentirte feliz.

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Hoy es mi cumpleaños… ¿se me perdona?

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Es mi cumpleaños y no puedo menospreciar las felicitaciones que ahora llueven cuando antes, sin el dichoso Facebook, ni quién se acordara. En otros tiempos, hace unas dos décadas, yo tenía presentes en la memoria los onomásticos de muchísimos amigos, parientes y hasta de la tendera. Por esos asuntos que suceden sobre los cumpleaños, no quisiera dejar pasar la oportunidad de reflexionar al respecto. ¿Me perdonan si no concordamos? Recuerden que es mi cumpleaños.

Ante los cientos de miles de años, digamos millones que son más acertados, ¿qué es un día? Revela, antes que otro asunto, el hecho de que la Tierra dé una vuelta sobre su propio eje. Suceso que ante la abrumadora cotidianidad de ese giro, no tendría mayor repercusión en el trayecto casi infinito de días sobre los que se ha podido pisar la tierra de la Tierra. No es más que un día cualquiera.

Esa vastedad del universo lo vuelve aún más insignificante. Ahora que mi hermano publicó su nuevo vídeo blog (canal de Youtube Sapiensalada) y explica el big bang, no me queda más que sentirme cucaracha, y se lo comenté en una de sus tres excelentes aportaciones científicas; eso somos en el infinito desierto del universo. Casualidades de una evolución caprichosa, fruto de los experimentos de los elementos siderales, polvo de estrellas. Ante eso, si no somos humildes, seremos Trump, es decir, unos imbéciles.

El día de mi cumpleaños

Elegir el día de nacimiento como conmemoración suena interesante, sin más; porque bien podríamos elegir otro calendario de 8 meses o de 20 como los mayas, cuando serían más o menos iguales dichas celebraciones, sería una vuelta al sol; si viviéramos en Marte, nuestro cumpleaños sería cada 687 días y en Plutón cada 247 años terrestres. El hecho es que celebramos la vida. Y ante la reflexión anterior del espacio y el universo, sí que debemos celebrarla. Pues el fenómeno natural de la misma es, por decir lo menos, un milagro; siendo que soy un perfecto escéptico.

Yo celebro la vida. No un día. Todos. Notarás que soy duro con ella, hay que vivirla al máximo y exigir que sea digna de ser vivida, no sólo para mí, que tuve el privilegio de una gran familia, una feliz infancia y un desarrollo moral, social, cultural que ya quisieran muchos. Tuve escuela, nunca tuve que trabajar para estudiar. Recibí becas. Tengo amigos a pasto. De forma que muchos llamarían ingrata, no me procuro la felicidad, ni el bienestar. Creo tener lo suficiente para vivir. Me enoja que los demás no lo tengan. Me enerva ver a cercanos y extraños sufrir la esclavitud moderna. Por eso verás mis gritos en cada palabra que emito.

Veo cómo se felicitan unos a otros en los cumpleaños y no me meto para no estorbar. Tengo mis pensamientos, ya lo ven, distintos a otros. Hay quienes se molestan porque centro mis diálogos en la exigencia de justicia y libertad de mi pueblo y de la humanidad en estos aciagos tiempos de tormenta, hambre y desigualdad. Así que evito con ciertos parientes y amigos compartir lo que sé, les molesta. Soy la oveja negra. El que piensa distinto. No por ello, dejo de apreciarles. En realidad, dejé como testimonio en un vídeo, “me les debo y me sostienen” (auto cita). Sufro de cierto bullying por ello. Pero vienen a felicitarme en mi cumpleaños y no dejo de pensar si tienen memoria o su optimismo es tal que no ven de forma realista el dolor que causan cuando nos discriminan por no ver florecitas al caminar por este mundo.

No puedo creer en las fantasías, Santa Claus se fue hace mucho de aquí (cabeza). Detesto el autoengaño; deseo un mejor futuro, claro está, como todos; de eso a construir castillos en el aire, me lleva a deprimirme, porque no alcanzo lo que sueño. ¡Es que siempre fui un soñador! Sufrí por cada uno de los sueños que no podía completar; eran demasiados. Dejé de soñar. Me conformo con lo real. Esos sueños alcanzables. Les constará a quienes me conocen, que suelo compartir mi alegría cuando logro una meta, porque casi siempre es un trabajo conjunto. No es propio solamente.

Un cumpleaños es, para muchos, un tiempo vital. Como un juego de TV en el que se alcanza el peldaño siguiente de los millones de pesos. Yo no. Lo siento. No me interesa cumplir o des cumplir. Por añadidura, me pasa lo mismo con los aniversarios ajenos ahora. Son importantes siempre. No sólo un día. Toda la vida y los fallecidos. Por mi vida han pasado muchos amigos a quienes ya no veo. Mi familia puede testificar que siempre hablo de ellos, les extraño y nunca los olvidaré, por más ingratos o lejanos.

Cada día tengo más amigos. Si puedo, voy a verlos. ¿Soy mal amigo? No lo sé. Hago mi mejor esfuerzo. Por su bien, he llegado a alejarme de ellos, porque no quieren escuchar lo que deseo decirles, están enfrascados en ideas absurdas o sin sentido, como defender a un político priísta corrupto. Ante eso no puedo hacer nada. Lamento que sea yo quien intente abrirle los ojos. Preferiría su amistad que su cordura; por la mía es que me alejo.

Si hablamos del día de un santo, pues que feliciten al santo que es quien celebra en realidad. Aunque ya muerto o fallecida, no creo que le importe más.

Otros aniversarios me resultan igualmente intrascendentes. Este fin de semana se cumplió el primer año del fallecimiento de la bisabuela de mis niñas. Una mujer a quien recordaré siempre: sencilla, trabajadora, alegre, servicial. A cada rato la recuerdo. No necesito mariachis ni ver su lápida. Sus parientes cercanos insistían que debía hacerse una ceremonia en la fecha exacta, si no, no valía. Entenderán que para mí, eso no tiene sentido y creo haberlo dejado claro antes: un día no es más que la relatividad del tiempo marcado en un calendario que nos regimos a él por capricho, viene a ser como una cadena más de esta esclavitud a la que no deseo someterme. Si te place, piensa que yo llevo otro calendario, sin más. Sin preocupaciones. Sin dolor. Sin desengaños.

Por último, en relación al título de este artículo: borrachos, parranderos y jugadores son perdonados en su cumpleaños por ese motivo. ¿Podrás perdonarme a mi por lo mismo?

6 de septiembre de 2016. A mis 49 años, justo antes de dejar la niñez y entrando a la plenitud de mi juventud. El próximo año, entonces, celebremos los 50 años de Cien años de soledad. Me parece que desde que lo leí por primera vez, nunca lo he olvidado. Mis cincuenta años, como ven, no han sido de soledad. Tengan bonito día.

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Cerca de la muerte

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Los seres humanos entierran a sus muertos desde la época de las cavernas; primeramente como un intento de preservar el cuerpo de quienes en vida fueron amigos o familiares de los animales carroñeros. Con el tiempo, pasados miles de años, surgieron los primeros signos de aspectos religiosos ligados al suceso de la muerte, como en una espera a lo que algunos consideraron el juicio final.

Muerte en México

Lo cierto es que en México, la muerte es incluso personificada como un ser misterioso que carga su guadaña. Se le rinde un culto único en el mundo y hay mucha gente que cree que los muertos han de dejar sus importantes asuntos celestiales con el fin de visitar a sus familiares quienes les preparan una ofrenda para degustarlos, aunque terminan comiéndoselo los vivos. En otros países, como el estadounidense, los muertos son terroríficos, fantasmales y provocadores de grandes desgracias; atemorizan a grandes y a chicos con personajes crueles, despiadados.

Para los antiguos prehispánicos la muerte estaba relacionada hasta con la fertilidad, pensaban que cuando alguien moría se convertía en ayudante de algún dios por un tiempo, y luego tal vez volvería a nacer; si algún guerrero moría en combate era elevado al estatus de dios.

La muerte en el mundo

Cada año mueren 56 millones de personas alrededor del mundo. Las principales causas de estas muertes son las enfermedades cardiovasculares, el cáncer, la diabetes y enfermedades respiratorias. En México, el índice de mortalidad es bajo con respecto a otros países del Mundo.

  • Alemania 11
  • Australia 6
  • Canadá 7
  • China 7
  • Cuba 8
  • Estados Unidos 8
  • Japón 10
  • México 5
  • Noruega 8
  • Reino Unido 9

*Muertos al año por cada 1000 habitantes en el año 2013. Fuente: Banco Mundial

El peor dato se encuentra en la cantidad de muertos por homicidio en México. Según esta gráfica, cuando en el año 2000 se registraron más de 10 mil (10,737), en el 2013 se llegó a más de 23 mil (23,063), mucho más del doble.

La llamada Guerra contra el Narcotráfico acumula a la fecha más de 120 mil muertos en 8 años. Eso es también más del doble que los muertos en la guerra de Vietnam que duró 10 años (58 mil). Fuente DEA.

En lo que va de este sexenio hay más de 41 mil ejecuciones. Fuente Zeta Tijuana.

Peña Nieto: (Enero de 2013):

Ha habido una disminución real en el número de homicidios que se cometen en nuestro país, una disminución de prácticamente el 30 por ciento de homicidios vinculados al crimen organizado, lo cual nos resulta alentador”

AÑO 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 1013
MILES DE MUERTOS 9 10 10 9 14 20 25 27 26 23

De 2012 a 2013 la disminución es del 15% y no 30% como lo señaló el presidente.

A partir de Julio de 2014, el INEGI dejó de registrar en sus reportes los homicidios dolosos en el país.

Además, con Peña Nieto cada dos horas desaparece una persona.

El miedo como estrategia de gobierno

 Desde 1968 en Tlatelolco, los mexicanos se volvieron temerosos; el gobierno, coludido con el crimen organizado, no deja espacios a los ciudadanos y el terror que algunos sienten para exigir al gobierno un cambio es debido a tanta muerte circundante.

Si la fe de los mexicanos, según el gobierno, para detener los destrozos del Huracán Patricia se pusiera en derrocar a este gobierno criminal y asesino, no sería suficiente; como no lo es en detener tanta sangre a nuestro alrededor.

Nuestra fe debemos ponerla en nosotros mismos para detener esta masacre social, el genocidio orquestado desde el mismo gobierno; unidos y con fe en la justicia, la paz y la fuerza de los ciudadanos, podremos acabar con esto. Pero para ello, debemos dejar el miedo a un lado. ¿Eres cobarde o valiente?

 

Anotaciones de Joe

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LA LIBERTAD NO EXISTE

Iniciemos estas anotaciones hablando de libertad. Hay una serie de evidencias en la neurociencia de que la libertad es una ilusión. Dicho de manera muy sintética, casi metafórica: el cerebro decide por ti, hay conexiones en tu cerebro que ya saben lo que vas a hacer antes de que tu conciencia lo sepa.

La libertad esta condicionada por limitaciones fisiológicas, sociales, físicas, etc, no existe la libertad ilimitada, pues esto sería como una suerte de omnipotencia, como un dios, esto es todo lo contrario a lo humano, sería negar lo mas pleno y esencial del humano.

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