Los mejores escritores de cada país

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Aprende a escribir: Lista de escritores

  1. Estados Unidos: Ernest Hemingway, F. Scott Fitzgerald, Mark Twain, Edgar Allan Poe, Julio Verne
  2. Reino Unido: William Shakespeare, Jane Austen, George Orwell
  3. Francia: Victor Hugo, Marcel Proust, Simone de Beauvoir, George Sand, Albert Camus, Gustave Flaubert, Antoine de Saint Exupèry,
  4. España: Miguel de Cervantes, Federico García Lorca.
  5. Italia: Dante Alighieri, Italo Calvino, Umberto Eco
  6. Alemania: Johann Wolfgang von Goethe, Thomas Mann, Hermann Hesse, Friedrich Nietzsche
  7. Rusia: Fiódor Dostoyevski, León Tolstói, Aleksandr Solzhenitsyn
  8. Portugal: Fernando Pessoa, José Saramago
  9. Irlanda: James Joyce, Oscar Wilde, Samuel Beckett
  10. Grecia: Homero, Sofocles, Eurípides
  11. Canadá: Margaret Atwood, Alice Munro
  12. Australia: Patrick White, Peter Carey
  13. Argentina: Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Adolfo Bioy Casares
  14. México: Juan Rulfo, Octavio Paz, Carlos Fuentes, Jaime Sabines, Ignacio Padilla, Abel Pérez Rojas, Günther Petrak
  15. Brasil: Machado de Assis, Clarice Lispector
  16. Colombia: Gabriel García Márquez
  17. Chile: Pablo Neruda, Isabel Allende, José Donoso
  18. Perú: Mario Vargas Llosa, Ciro Alegría, César Vallejo
  19. Venezuela: Andrés Eloy Blanco, Arturo Uslar Pietri
  20. Ecuador: Jorge Icaza, Juan Montalvo
  21. Bolivia: Gabriel René Moreno, Adela Zamudio
  22. Uruguay: Juan Carlos Onetti, Mario Benedetti
  23. Paraguay: Augusto Roa Bastos, Josefina Plá
  24. Costa Rica: Carmen Lyra, Carlos Luis Fallas
  25. Panamá: Ricardo Miró, Rosa María Britton
  26. Puerto Rico: Julia de Burgos, René Marqués
  27. Haití: Jacques Roumain, Edwidge Danticat
  28. República Dominicana: Juan Bosch, Julia Álvarez
  29. Cuba: José Martí, Alejo Carpentier
  30. Jamaica: Claude McKay, Derek Walcott
  31. Noruega: Henrik Ibsen, Knut Hamsun
  32. Suecia: August Strindberg, Astrid Lindgren
  33. Dinamarca: Hans Christian Andersen, Søren Kierkegaard
  34. Finlandia: Aleksis Kivi, Tove Jansson
  35. Países Bajos: Anne Frank, Harry Mulisch
  36. Bélgica: Georges Simenon, Hugo Claus
  37. Suiza: Friedrich Dürrenmatt, Max Frisch
  38. Austria: Stefan Zweig, Elfriede Jelinek
  39. Polonia: Wisława Szymborska, Henryk Sienkiewicz
  40. Hungría: Imre Kertész, Sándor Márai
  41. República Checa: Franz Kafka, Milan Kundera
  42. Eslovaquia: Milan Rúfus, Dominik Tatarka
  43. Eslovenia: France Prešeren, Drago Jančar
  44. Croacia: Miroslav Krleža, Dubravka Ugrešić
  45. Serbia: Ivo Andrić, Danilo Kiš
  46. Montenegro: Petar II Petrović-Njegoš, Mirko Kovač
  47. Albania: Ismail Kadare, Fatos Kongoli
  48. Bosnia y Herzegovina: Meša Selimović, Miljenko Jergović
  49. Macedonia del Norte: Risto Sotievski, Lidija Dimkovska
  50. Luxemburgo: Batty Weber, Jean Portante

¿Es posible que los pobres se vuelvan ricos? ¿Todos al mismo tiempo?

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Naveguemos por un momento en las profundas aguas del cuestionamiento ideológico, en una palabra: filosofemos. Preguntarnos el «para qué» es la tarea que nos da la ciencia de la filosofía, con la intención de plantear rutas distintas, entender lo que hacemos, valorar lo que realmente vale y despreciar lo que nos empobrece como sociedad o individuos.

Para responder la pregunta del título de este espacio, primero hay que preguntarse si realmente estamos dispuestos, ojo, no a matarnos de cansancio para acumular riqueza, sino a cambiar nuestras ideas sobre la riqueza, porque ese es el principal problema que se tiene cuando uno quiere empezar a crecer financieramente. La ciencia de volverse millonario (finanzas personales) no es tan compleja como la ciencia que nos impide serlo (psicología profunda).

La riqueza de los ricos

Infinidad de debates en las redes desenmascaran a los ricos contra el argumento de la meritocracia (los logros de una persona se basan en su mérito individual, es decir, en sus habilidades, esfuerzos y logros personales), pues está claro que no hay «piso parejo», no todos tienen las mismas oportunidades de escalar los peldaños, muchos de los ricos actuales tuvieron grandes fortunas a su alcance, por herencia, por lugar de nacimiento, por el momento de la oportunidad. Millones, en cambio, viven en una miseria sustantiva y contagiosa, pues el sistema económico resulta avasallador (imposibiltador) y, al otro lado de la moneda, facilitador de grandes fortunas.

Pero, aún con sus enormes fortunas, muchos ricos no se sienten satisfechos. Una vez que has adquirido la cantidad de dinero suficiente para vivir como magnate por cinco vidas, una mente más humilde pensaría que ya ha acumulado demasiado, pero ellos no están satisfechos, quieren más. Hay quien en un segundo gana más que el presidente de Estados Unidos en toda su gestión. ¿Por qué quieren más? ¿Qué les falta para ser felices? ¿Es que el dinero no da la felicidad? ¿Y si no da la felicidad el dinero entonces por qué quieren más dinero?

Ellos quisieran paz. Pensar que si se caen las bolsas de valores del mundo ellos perderán una fortuna o si una burbuja inmobiliaria pone en peligro las propiedades que les pertenecen y les generan jugosos ingresos o si uno de sus bancos se tiene que declarar en quiebra cuánto perderán o si uno de sus medios de comunicación tiene que liquidar a todo su personal porque se perdió la credibilidad les mata de miedo. ¡En fin! no duermen tranquilos pensando que alguien o algo les va a quitar todo lo que tienen.

Tampoco pueden fiarse de su propia sombra. A su alrededor viven muchas personas cuyo interés por bañarse en la ducha de su habitación (simbólico) es evidente. No pueden tener amigos que no estén deseosos de recibir un baño superficial de su oro. La envidia en su mundo es de proporciones épicas. La amistad, en esos niveles, es impensable. Hay, sí, cierta camaradería con otros multimillonarios, a quienes admira por su capacidad de hacer importantes inversiones y generara aún más riqueza en la menor cantidad de tiempo posible, pero también existe contra ellos una competitividad enfermiza que les tortura. ¿Cómo puedo ser más rico que él o ella?

La riqueza de los pobres

Ellos pueden envidiar a los pobres en muchas cosas. Quisieran su paz, sus amistades sinceras, sus familias unidas, su alimentación orgánica, su amor por la vida, sus valores humanos. Eso no lo pueden comprar con su dinero. Eso les queda muy lejos, es casi imposible tenerlo, aún con sus millones, sus riquezas, sus propiedades.

Un pobre tiene la calidad de vida que los ricos envidian, aunque sus terrenos no tienen gran valor económico, a ellos les sobra espacio (a menos que se vayan a vivir a las grandes ciudades donde tendrán que vivir enjaulados, comprimidos, asfixiados). Cuando se puede vivir con lo más simple, con el cielo como techo (simbólico), el mundo entero es su casa. No les preocupa tener menos de lo que ya tienen porque no tienen nada. Pueden vivir de la tierra, aunque no tengan un salario, disfrutan tanto de la vida natural que se sienten ricos, gozosos, plenos, llenos, dichosos.

Se sienten naturalmente unidos a los demás pobres, son su familia, sus camaradas, sus amigos. Los lazos sociales suelen ser profundos y duraderos, inclusive se aceptan como son, con una gran cantidad de defectos, marginados por otros, «borrachos», «apestosos», «groseros». Pero están en casa, se les respeta y se les quiere. Valen igual si no se afeitan la barba o si se visten con harapos.

A la pregunta inicial

Los ricos han hecho creer a los pobres que poseer «cierto tipo de bienes» (como el oro, los diamantes, los perfumes, los trajes de etiqueta) les da el derecho de considerarse «la clase dominante», incluso imponen sus estándares de belleza (güero, de ojos azules, alto, etc.). El valor que se le da a esos «objetos del deseo» son impuestos. Habemos quienes vemos más riqueza en otras cosas de la vida como la amistad, el amor, la música bohemia, el arte, la literatura, la comida (que deliciosa es la comida de la calle, sencilla, económica, pero hecha con amor y sin ánimos de gran lucro).

Ahí está el truco del título: ¡Claro que todos los pobres pueden (podemos) ser ricos al mismo tiempo! Bastaría con empezar a desvalorar (quitar valor) a las cosas que poseen los ricos y dar valor a lo que tienen (tenemos) los pobres. Si valoramos más la vida libre, la paz, la amistad, el amor, la confianza, el respeto (dignidad a los marginados «apestosos», a los «diferentes», a los «sin techo»), quitándole valor al dinero y dándole valor al alimento natural, a los paisajes, al mar, a los bosques, a los ríos limpios, protegiéndonos en comunidad, defendiéndonos contra los colonizadores, invasores, saqueadores de recursos, invirtiendo y heredando nuestra cultura, creando espacios para la convivencia y el intercambio de productos, estaríamos convirtiéndonos en los nuevos ricos y tendríamos nuestro propio sistema de crecimiento sostenible, crearíamos una policía comunitaria, poseeríamos foros de defensa de lo que es nuestro y el mundo le daría valor a cosas que realmente valen y no a los «objetos superfluos y vanales» que nos han vendido por siglos «los de arriba».

En ese momento, todos los pobres volveremos a ser los dueños del mundo, los que arrebatarían el poder a quienes lo usurparon antes. Compraríamos todo a los «nuevos ricos» porque sólo gastaríamos en los lujos de tener las cualidades orgánicas, naturales y no comprando cafés de $100 pesos o $5 euros». Ser pobre sería ser muy rico y no sólo eso, también dichosos, felices, alegres, hermanados, libres y con la única ambición de prolongar esa paz para las generaciones venideras.

Acumular dinero tampoco sería malo, serviría para dar salud, educación, carreteras, puentes, que faciliten a todos una mejor calidad de vida. Cuando veamos así al dinero, entonces viviremos en prosperidad y abundancia (psicología profunda) y nuestra capacidad financiera no sería para explotar a los demás, sino para dotar a nuestro mundo de mejores oportunidades para todos. La ambición es para los enfermos que quieren más teniendo todo. Aquí lo que queremos es tener vida, que vale mucho más que la riqueza.

Y, para terminar, luego de leer más de 100 libros sobre finanzas personales, he creado un curso que te enseñará a generar riqueza dentro de los dos paradigmas mencionados arriba: el de los ricos y el de los pobres. Lo he denominado Millonarios en 3 años porque he comprobado que es perfectamente posible, aunque cualquiera puede lograrlo en el tiempo que desee. Aunque no sea yo un magnate, mi riqueza me da mucha vida.

¿Por qué AMLO no combate la gentrificación?

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Es importante entender qué es la gentrificación y cuáles son los beneficios que genera pero también el daño que causa. Cuando en una zona de la ciudad se incrementa el número de personas con mayor capacidad económica, los habitantes originales se ven desplazados porque los precios de las rentas se incrementan y los negocios de la zona empiezan a satisfacer la demanda de los nuevos inquilinos, cuyos gustos son más caros.

También se empiezan a renovar los edificios, se rehabilitan espacios públicos que antes permanecían en el abandono. «Dinero mata cultura».

La gentrificación suele ocurrir en áreas urbanas que previamente eran degradadas o deterioradas, pero que tienen un potencial atractivo debido a su ubicación estratégica, arquitectura histórica, acceso a servicios y transporte público, entre otros factores. A medida que estas áreas se revitalizan, los residentes de bajos ingresos pueden enfrentar dificultades para mantenerse en el lugar debido al aumento de los precios de alquiler o propiedad, lo que puede llevar al desplazamiento de comunidades enteras.

¿Muchos negativos?

Si bien la gentrificación puede traer beneficios, como la mejora de la infraestructura y el atractivo de la zona, también puede generar controversia. Muchos argumentan que este proceso puede tener efectos negativos en la cohesión social, la diversidad cultural y la inclusión de grupos marginados. Además, el desplazamiento de residentes de bajos ingresos puede llevar a la pérdida de redes sociales y de apoyo, así como a la fragmentación de comunidades establecidas.

Gentrificación

La gentrificación no es nueva. Es un fenómeno que ha existido en la humanidad desde hace siglos. Conforme las sociedades avanzan queda la opción de avanzar con ella o quedarse marginado porque no se crece económicamente como lo hacen los demás. Pasa incluso dentro de las familias: los hijos crecen y quienes prosperan más que otros «desplazan» a los demás dentro de la casa de los padres, quizá mejoran la calidad de vida de los «viejos» pero se «adueñan» de espacios para su uso personal (aplicar como ejemplo, con sus ajustes específicos).

Detener la gentrificación

La pregunta que a todos podría interesarnos es: ¿se debe detener políticamente la «invasión» de gente que tiene mayores posibilidades económicas que están desplazando a los más pobres? Aquí es en donde finalmente mencionaré a Andrés Manuel López Obrador, Presidente de México porque su visión podría ayudarnos a dar luz al tema que nos ocupa. En mi libro AMLO Legado para México y el mundo, explico gran cantidad de temas sobre los que nuestro presidente ha dado cátedra a la política mundial. Curiosamente, no hablé en ese libro sobre la gentrificación, no me había topado con esta problemática hasta ahora y por eso decidí abordarlo aquí, en mi blog.

¿AMLO está a favor o en contra de la gentrificación?

En ese sentido, uno se podría preguntar ¿Por qué AMLO no combate la gentrificación? La política de Andrés Manuel ha demostrado a lo largo de su mandato como presidente, que no se trata de quitar la riqueza a los ricos para dársela a los pobres. Simplemente se trata de hacer un país más justo donde los ricos paguen sus impuestos con la misma equidad que los pobres. Los ricos y poderosos antes no pagaban impuestos, protegidos por leyes y por los políticos de la derecha neoliberal que gobernó al país desde que 1982 y todas los enfoques de los gobiernos en turno parecían encaminados a ensanchar la brecha entre ricos y pobres. Con la política resumida en la frase «por el bien de todos, primero los pobres», ahora el enfoque del gobierno está en velar por quienes nunca antes fueron considerados como beneficiarios de nada.

Como explico en el libro citado, Andrés Manuel gobierna con principios. Quizá todos lo hacen, sólo que los principios de los actuales opositores siempre fueron mundanos: el dinero, la opulencia, la burguesía sobre el proletariado. Andrés Manuel tiene principios humanistas: «Por el bien de todos, primero los pobres». La vida no es sólo hacer dinero. Hay amor, dignidad, respeto, cariño, principios de equidad, de justicia, de orden. Un gobernante no puede ser un magnate que vela por sus intereses económicos personales. Debe ser un líder con vocación, como lo sería un maestro, más interesado en que sus «beneficiarios» puedan crecer, prosperar, heredar su cultura, hacer familia, comunidad, no competir, convivir, apoyarse, desarrollar a su comunidad.

Así, la pregunta ¿Por qué AMLO no combate la gentrificación? tendría una respuesta más lógica: no se trata de impedir que los ricos vivan en México, se trata sólo de proteger y beneficiar con políticas públicas a los más pobres con la esperanza de que en algún momento, ellos también puedan ser «ricos» o, al menos, puedan adquirir sus viviendas para no ser «desplazados» (lo que hace la gentrificación).

Tripicar la renta de un mes a otro

El fenómeno de la gentrificación causa que algunas personas sean desplazadas porque les suben la renta al triple al terminar un contrato, un año o un mes, haciendo imposible su permanencia. En la CDMX, actualmente, han llegado muchos extranjeros con la capacidad económica de pagar mucho más por la vivienda y eso genera que los propietarios de los edificios vean una oportunidad única para que aumenten sus ingresos, su propiedad suba de valor y, por ello, quizá llevar a sus hijos a mejores escuelas, lo que podría incrementar aún más su calidad de vida, sus ingresos. Les pinta un mejor futuro. Los pobres, en cambio, tienen que abandonar sus departamentos, casas o viviendas ya que no les alcanza para pagar las nuevas tarifas.

¿Tenemos alguna opción?

¿Es lícito eso? Tristemente sí. No se le puede impedir a nadie el derecho de prosperar. De hecho, eso buscamos todos. Lo malo es que la vida no es muy justa. Los extranjeros, de alguna manera, compran un espacio «barato» y lo convierten en «caro». Cosa que quienes no tienen muchas posibilidades económicas tienen restringida. Por eso, la política de ayudar primero a los pobres pretende subsanar esas injusticias. Si seguimos así, impulsando el desarrollo de los menos favorecidos, es más probable que en el futuro tengamos la facilidad de conservar el patrimonio que hoy, con demasiada facilidad, tienen los extranjeros, los ricos, los poseedores de viviendas, con capital.

La política de Andrés Manuel, aunque no combate directamente el fenómeno de la gentrificación, lo hace de manera indirecta, enfocando los programas sociales a combatir la desigualdad, a fomentar el desarrollo en las comunidades menos atendidas del país, a invertir en infraestructura que facilite a los más pobres, una vía de desarrollo sostenible que evite la fuga de ciudadanos a otros países.

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«La isla del tesoro» de Robert Louis Stevenson

«Frankenstein» de Mary Shelley

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«Drácula» de Bram Stoker

«Veinte mil leguas de viaje submarino» de Julio Verne

«El hombre invisible» de H.G. Wells

«Los viajes de Gulliver» de Jonathan Swift

«El corazón de las tinieblas» de Joseph Conrad

«La vuelta al mundo en 80 días» de Julio Verne

«Orgullo y prejuicio» de Jane Austen

«La letra escarlata» de Nathaniel Hawthorne

«El cuervo» de Edgar Allan Poe

«La guerra de los mundos» de H.G. Wells

«La odisea» de Homero

«La divina comedia» de Dante Alighieri

«Hamlet» de William Shakespeare

«Romeo y Julieta» de William Shakespeare

«Cumbres borrascosas» de Emily Bronte

«La dama de las camelias» de Alexandre Dumas hijo

«El paraíso perdido» de John Milton

«El príncipe» de Nicolás Maquiavelo

«Robinson Crusoe» de Daniel Defoe

«La naranja mecánica» de Anthony Burgess

«El conde de Montecristo» de Alexandre Dumas

«El idiota» de Fiódor Dostoievski

«Madame Bovary» de Gustave Flaubert

«La llamada de la selva» de Jack London

«El proceso» de Franz Kafka

«El gato negro» de Edgar Allan Poe

«El médico» de Noah Gordon (en breve)

«Ana Karenina» de León Tolstói

«La regenta» de Leopoldo Alas «Clarín»

«El túnel» de Ernesto Sábato

«La casa de los espíritus» de Isabel Allende

«El león, la bruja y el armario» de C.S. Lewis

«La princesa de Cleves» de Madame de La Fayette

«El rojo y el negro» de Stendhal

«Mujercitas» de Louisa May Alcott

«La letra escarlata» de Nathaniel Hawthorne

«La metamorfosis» de Franz Kafka

«El rey Lear» de William Shakespeare

«La tempestad» de William Shakespeare

«Casa tomada» de Julio Cortázar

«El asesinato de Roger Ackroyd» de Agatha Christie

«David Copperfield» de Charles Dickens

«El retrato de una dama» de Henry James

Cuento: «El príncipe feliz» de Óscar Wilde

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El príncipe feliz

Oscar Wilde

En la parte más alta de la ciudad, sobre una columnita, se alzaba la estatua del Príncipe Feliz.

Estaba toda revestida de madreselva de oro fino. Tenía, a guisa de ojos, dos centelleantes zafiros y un gran rubí rojo ardía en el puño de su espada.

Por todo lo cual era muy admirada.

-Es tan hermoso como una veleta -observó uno de los miembros del Concejo que deseaba granjearse una reputación de conocedor en el arte-. Ahora, que no es tan útil -añadió, temiendo que le tomaran por un hombre poco práctico.

Y realmente no lo era.

-¿Por qué no eres como el Príncipe Feliz? -preguntaba una madre cariñosa a su hijito, que pedía la luna-. El Príncipe Feliz no hubiera pensado nunca en pedir nada a voz en grito.

-Me hace dichoso ver que hay en el mundo alguien que es completamente feliz -murmuraba un hombre fracasado, contemplando la estatua maravillosa.

-Verdaderamente parece un ángel -decían los niños hospicianos al salir de la catedral, vestidos con sus soberbias capas escarlatas y sus bonitas chaquetas blancas.

-¿En qué lo conocéis -replicaba el profesor de matemáticas- si no habéis visto uno nunca?

-¡Oh! Los hemos visto en sueños -respondieron los niños.

Y el profesor de matemáticas fruncía las cejas, adoptando un severo aspecto, porque no podía aprobar que unos niños se permitiesen soñar.

Una noche voló una golondrinita sin descanso hacia la ciudad.

Seis semanas antes habían partido sus amigas para Egipto; pero ella se quedó atrás.

Estaba enamorada del más hermoso de los juncos. Lo encontró al comienzo de la primavera, cuando volaba sobre el río persiguiendo a una gran mariposa amarilla, y su talle esbelto la atrajo de tal modo, que se detuvo para hablarle.

-¿Quieres que te ame? -dijo la Golondrina, que no se andaba nunca con rodeos.

Y el Junco le hizo un profundo saludo.

Entonces la Golondrina revoloteó a su alrededor rozando el agua con sus alas y trazando estelas de plata.

Era su manera de hacer la corte. Y así transcurrió todo el verano.

-Es un enamoramiento ridículo -gorjeaban las otras golondrinas-. Ese Junco es un pobretón y tiene realmente demasiada familia.

Y en efecto, el río estaba todo cubierto de juncos.

Cuando llegó el otoño, todas las golondrinas emprendieron el vuelo.

Una vez que se fueron sus amigas, sintióse muy sola y empezó a cansarse de su amante.

-No sabe hablar -decía ella-. Y además temo que sea inconstante porque coquetea sin cesar con la brisa.

Y realmente, cuantas veces soplaba la brisa, el Junco multiplicaba sus más graciosas reverencias.

-Veo que es muy casero -murmuraba la Golondrina-. A mí me gustan los viajes. Por lo tanto, al que me ame, le debe gustar viajar conmigo.

-¿Quieres seguirme? -preguntó por último la Golondrina al Junco.

Pero el Junco movió la cabeza. Estaba demasiado atado a su hogar.

-¡Te has burlado de mí! -le gritó la Golondrina-. Me marcho a las Pirámides. ¡Adiós!

Y la Golondrina se fue.

Voló durante todo el día y al caer la noche llegó a la ciudad.

-¿Dónde buscaré un abrigo? -se dijo-. Supongo que la ciudad habrá hecho preparativos para recibirme.

Entonces divisó la estatua sobre la columnita.

-Voy a cobijarme allí -gritó- El sitio es bonito. Hay mucho aire fresco.

Y se dejó caer precisamente entre los pies del Príncipe Feliz.

-Tengo una habitación dorada -se dijo quedamente, después de mirar en torno suyo.

Y se dispuso a dormir.

Pero al ir a colocar su cabeza bajo el ala, he aquí que le cayó encima una pesada gota de agua.

-¡Qué curioso! -exclamó-. No hay una sola nube en el cielo, las estrellas están claras y brillantes, ¡y sin embargo llueve! El clima del norte de Europa es verdaderamente extraño. Al Junco le gustaba la lluvia; pero en él era puro egoísmo.

Entonces cayó una nueva gota.

-¿Para qué sirve una estatua si no resguarda de la lluvia? -dijo la Golondrina-. Voy a buscar un buen copete de chimenea.

Y se dispuso a volar más lejos. Pero antes de que abriese las alas, cayó una tercera gota.

La Golondrina miró hacia arriba y vio… ¡Ah, lo que vio!

Los ojos del Príncipe Feliz estaban arrasados de lágrimas, que corrían sobre sus mejillas de oro.

Su faz era tan bella a la luz de la luna, que la Golondrinita sintióse llena de piedad.

-¿Quién sois? -dijo.

-Soy el Príncipe Feliz.

-Entonces, ¿por qué lloriqueáis de ese modo? -preguntó la Golondrina-. Me habéis empapado casi.

-Cuando estaba yo vivo y tenía un corazón de hombre -repitió la estatua-, no sabía lo que eran las lágrimas porque vivía en el Palacio de la Despreocupación, en el que no se permite la entrada al dolor. Durante el día jugaba con mis compañeros en el jardín y por la noche bailaba en el gran salón. Alrededor del jardín se alzaba una muralla altísima, pero nunca me preocupó lo que había detrás de ella, pues todo cuanto me rodeaba era hermosísimo. Mis cortesanos me llamaban el Príncipe Feliz y, realmente, era yo feliz, si es que el placer es la felicidad. Así viví y así morí y ahora que estoy muerto me han elevado tanto, que puedo ver todas las fealdades y todas las miserias de mi ciudad, y aunque mi corazón sea de plomo, no me queda más recurso que llorar.

«¡Cómo! ¿No es de oro de buena ley?», pensó la Golondrina para sus adentros, pues estaba demasiado bien educada para hacer ninguna observación en voz alta sobre las personas.

-Allí abajo -continuó la estatua con su voz baja y musical-, allí abajo, en una callejuela, hay una pobre vivienda. Una de sus ventanas está abierta y por ella puedo ver a una mujer sentada ante una mesa. Su rostro está enflaquecido y ajado. Tiene las manos hinchadas y enrojecidas, llenas de pinchazos de la aguja, porque es costurera. Borda pasionarias sobre un vestido de raso que debe lucir, en el próximo baile de corte, la más bella de las damas de honor de la Reina. Sobre un lecho, en el rincón del cuarto, yace su hijito enfermo. Tiene fiebre y pide naranjas. Su madre no puede darle más que agua del río. Por eso llora. Golondrina, Golondrinita, ¿no quieres llevarla el rubí del puño de mi espada? Mis pies están sujetos al pedestal, y no me puedo mover.

-Me esperan en Egipto -respondió la Golondrina-. Mis amigas revolotean de aquí para allá sobre el Nilo y charlan con los grandes lotos. Pronto irán a dormir al sepulcro del Gran Rey. El mismo Rey está allí en su caja de madera, envuelto en una tela amarilla y embalsamado con sustancias aromáticas. Tiene una cadena de jade verde pálido alrededor del cuello y sus manos son como unas hojas secas.

-Golondrina, Golondrina, Golondrinita – dijo el Príncipe-, ¿no te quedarás conmigo una noche y serás mi mensajera? ¡Tiene tanta sed el niño y tanta tristeza la madre!

-No creo que me agraden los niños -contestó la Golondrina-. El invierno último, cuando vivía yo a orillas del río, dos muchachos mal educados, los hijos del molinero, no paraban un momento en tirarme piedras. Claro es que no me alcanzaban. Nosotras las golondrinas, volamos demasiado bien para eso y además yo pertenezco a una familia célebre por su agilidad; mas, a pesar de todo, era una falta de respeto.

Pero la mirada del Príncipe Feliz era tan triste que la Golondrinita se quedó apenada.

-Mucho frío hace aquí -le dijo-; pero me quedaré una noche con vos y seré vuestra mensajera.

-Gracias, Golondrinita -respondió el Príncipe.

Entonces la Golondrinita arrancó el gran rubí de la espada del Príncipe y llevándolo en el pico, voló sobre los tejados de la ciudad.

Pasó sobre la torre de la catedral, donde había unos ángeles esculpidos en mármol blanco.

Pasó sobre el palacio real y oyó la música de baile.

Una bella muchacha apareció en el balcón con su novio.

-¡Qué hermosas son las estrellas -la dijo- y qué poderosa es la fuerza del amor!

-Querría que mi vestido estuviese acabado para el baile oficial -respondió ella-. He mandado bordar en él unas pasionarias ¡pero son tan perezosas las costureras!

Pasó sobre el río y vio los fanales colgados en los mástiles de los barcos. Pasó sobre el ghetto y vio a los judíos viejos negociando entre ellos y pesando monedas en balanzas de cobre.

Al fin llegó a la pobre vivienda y echó un vistazo dentro. El niño se agitaba febrilmente en su camita y su madre habíase quedado dormida de cansancio.

La Golondrina saltó a la habitación y puso el gran rubí en la mesa, sobre el dedal de la costurera. Luego revoloteó suavemente alrededor del lecho, abanicando con sus alas la cara del niño.

-¡Qué fresco más dulce siento! -murmuró el niño-. Debo estar mejor.

Y cayó en un delicioso sueño.

Entonces la Golondrina se dirigió a todo vuelo hacia el Príncipe Feliz y le contó lo que había hecho.

-Es curioso -observa ella-, pero ahora casi siento calor, y sin embargo, hace mucho frío.

Y la Golondrinita empezó a reflexionar y entonces se durmió. Cuantas veces reflexionaba se dormía.

Al despuntar el alba voló hacia el río y tomó un baño.

-¡Notable fenómeno! -exclamó el profesor de ornitología que pasaba por el puente-. ¡Una golondrina en invierno!

Y escribió sobre aquel tema una larga carta a un periódico local.

Todo el mundo la citó. ¡Estaba plagada de palabras que no se podían comprender!…

-Esta noche parto para Egipto -se decía la Golondrina.

Y sólo de pensarlo se ponía muy alegre.

Visitó todos los monumentos públicos y descansó un gran rato sobre la punta del campanario de la iglesia.

Por todas parte adonde iba piaban los gorriones, diciéndose unos a otros:

-¡Qué extranjera más distinguida!

Y esto la llenaba de gozo. Al salir la luna volvió a todo vuelo hacia el Príncipe Feliz.

-¿Tenéis algún encargo para Egipto? -le gritó-. Voy a emprender la marcha.

-Golondrina, Golondrina, Golondrinita -dijo el Príncipe-, ¿no te quedarás otra noche conmigo?

-Me esperan en Egipto -respondió la Golondrina-. Mañana mis amigas volarán hacia la segunda catarata.

Allí el hipopótamo se acuesta entre los juncos y el dios Memnón se alza sobre un gran trono de granito. Acecha a las estrellas durante la noche y cuando brilla Venus, lanza un grito de alegría y luego calla. A mediodía, los rojizos leones bajan a beber a la orilla del río. Sus ojos son verdes aguamarinas y sus rugidos más atronadores que los rugidos de la catarata.

-Golondrina, Golondrina, Golondrinita -dijo el Príncipe-, allá abajo, al otro lado de la ciudad, veo a un joven en una buhardilla. Está inclinado sobre una mesa cubierta de papeles y en un vaso a su lado hay un ramo de violetas marchitas. Su pelo es negro y rizoso y sus labios rojos como granos de granada. Tiene unos grandes ojos soñadores. Se esfuerza en terminar una obra para el director del teatro, pero siente demasiado frío para escribir más. No hay fuego ninguno en el aposento y el hambre le ha rendido.

-Me quedaré otra noche con vos -dijo la Golondrina, que tenía realmente buen corazón-. ¿Debo llevarle otro rubí?

-¡Ay! No tengo más rubíes -dijo el Príncipe-. Mis ojos es lo único que me queda. Son unos zafiros extraordinarios traídos de la India hace un millar de años. Arranca uno de ellos y llévaselo. Lo venderá a un joyero, se comprará alimento y combustible y concluirá su obra.

-Amado Príncipe -dijo la Golondrina-, no puedo hacer eso.

Y se puso a llorar.

-¡Golondrina, Golondrina, Golondrinita! -dijo el Príncipe-. Haz lo que te pido.

Entonces la Golondrina arrancó el ojo del Príncipe y voló hacia la buhardilla del estudiante. Era fácil penetrar en ella porque había un agujero en el techo. La Golondrina entró por él como una flecha y se encontró en la habitación.

El joven tenía la cabeza hundida en sus manos. No oyó el aleteo del pájaro y cuando levantó la cabeza, vio el hermoso zafiro colocado sobre las violetas marchitas.

-Empiezo a ser estimado -exclamó-. Esto proviene de algún rico admirador. Ahora ya puedo terminar la obra.

Y parecía completamente feliz.

Al día siguiente la Golondrina voló hacia el puerto.

Descansó sobre el mástil de un gran navío y contempló a los marineros que sacaban enormes cajas de la cala tirando de unos cabos.

-¡Ah, iza! -gritaban a cada caja que llegaba al puente.

-¡Me voy a Egipto! -les gritó la Golondrina.

Pero nadie le hizo caso, y al salir la luna, volvió hacia el Príncipe Feliz.

-He venido para deciros adiós -le dijo.

-¡Golondrina, Golondrina, Golondrinita! -exclamó el Príncipe-. ¿No te quedarás conmigo una noche más?

-Es invierno -replicó la Golondrina- y pronto estará aquí la nieve glacial. En Egipto calienta el sol sobre las palmeras verdes. Los cocodrilos, acostados en el barro, miran perezosamente a los árboles, a orillas del río. Mis compañeras construyen nidos en el templo de Baalbeck. Las palomas rosadas y blancas las siguen con los ojos y se arrullan. Amado Príncipe, tengo que dejaros, pero no os olvidaré nunca y la primavera próxima os traeré de allá dos bellas piedras preciosas con que sustituir las que disteis. El rubí será más rojo que una rosa roja y el zafiro será tan azul como el océano.

-Allá abajo, en la plazoleta -contestó el Príncipe Feliz-, tiene su puesto una niña vendedora de cerillas. Se le han caído las cerillas al arroyo, estropeándose todas. Su padre le pegará si no lleva algún dinero a casa, y está llorando. No tiene ni medias ni zapatos y lleva la cabecita al descubierto. Arráncame el otro ojo, dáselo y su padre no le pegará.

-Pasaré otra noche con vos -dijo la Golondrina-, pero no puedo arrancaros el ojo porque entonces os quedaríais ciego del todo.

-¡Golondrina, Golondrina, Golondrinita! -dijo el Príncipe-. Haz lo que te mando.

Entonces la Golondrina volvió de nuevo hacia el Príncipe y emprendió el vuelo llevándoselo.

Se posó sobre el hombro de la vendedorcita de cerillas y deslizó la joya en la palma de su mano.

-¡Qué bonito pedazo de cristal! -exclamó la niña.

y corrió a su casa muy alegre.

Entonces la Golondrina volvió de nuevo hacia el Príncipe.

-Ahora estáis ciego. Por eso me quedaré con vos para siempre.

-No, Golondrinita -dijo el pobre Príncipe-. Tienes que ir a Egipto.

-Me quedaré con vos para siempre -dijo la Golondrina.

Y se durmió entre los pies del Príncipe. Al día siguiente se colocó sobre el hombro del Príncipe y le refirió lo que habla visto en países extraños.

Le habló de los ibis rojos que se sitúan en largas filas a orillas del Nilo y pescan a picotazos peces de oro; de la esfinge, que es tan vieja como el mundo, vive en el desierto y lo sabe todo; de los mercaderes que caminan lentamente junto a sus camellos, pasando las cuentas de unos rosarios de ámbar en sus manos; del rey de las montañas de la Luna, que es negro como el ébano y que adora un gran bloque de cristal; de la gran serpiente verde que duerme en una palmera y a la cual están encargados de alimentar con pastelitos de miel veinte sacerdotes; y de los pigmeos que navegan por un gran lago sobre anchas hojas aplastadas y están siempre en guerra con las mariposas.

-Querida Golondrinita -dijo el Príncipe-, me cuentas cosas maravillosas, pero más maravilloso aún es lo que soportan los hombres y las mujeres. No hay misterio más grande que la miseria. Vuela por mi ciudad, Golondrinita, y dime lo que veas.

Entonces la Golondrinita voló por la gran ciudad y vio a los ricos que se festejaban en sus magníficos palacios, mientras los mendigos estaban sentados a sus puertas.

Voló por los barrios sombríos y vio las pálidas caras de los niños que se morían de hambre, mirando con apatía las calles negras.

Bajo los arcos de un puente estaban acostados dos niñitos abrazados uno a otro para calentarse.

– ¡Qué hambre tenemos! -decían.

-¡No se puede estar tumbado aquí! -les gritó un guardia.

Y se alejaron bajo la lluvia.

Entonces la Golondrina reanudó su vuelo y fue a contar al Príncipe lo que había visto.

-Estoy cubierto de oro fino -dijo el Príncipe-; despréndelo hoja por hoja y dáselo a mis pobres. Los hombres creen siempre que el oro puede hacerlos felices.

Hoja por hoja arrancó la Golondrina el oro fino hasta que el Príncipe Feliz se quedó sin brillo ni belleza.

Hoja por hoja lo distribuyó entre los pobres, y las caritas de los niños se tornaron nuevamente sonrosadas y rieron y jugaron por la calle.

-¡Ya tenemos pan! -gritaban.

Entonces llegó la nieve y después de la nieve el hielo.

Las calles parecían empedradas de plata por lo que brillaban y relucían.

Largos carámbanos, semejantes a puñales de cristal, pendían de los tejados de las casas. Todo el mundo se cubría de pieles y los niños llevaban gorritos rojos y patinaban sobre el hielo.

La pobre Golondrina tenía frío, cada vez más frío, pero no quería abandonar al Príncipe: le amaba demasiado para hacerlo.

Picoteaba las migas a la puerta del panadero cuando éste no la veía, e intentaba calentarse batiendo las alas.

Pero, al fin, sintió que iba a morir. No tuvo fuerzas más que para volar una vez más sobre el hombro del Príncipe.

-¡Adiós, amado Príncipe! -murmuró-. Permitid que os bese la mano.

-Me da mucha alegría que partas por fin para Egipto, Golondrina -dijo el Príncipe-. Has permanecido aquí demasiado tiempo. Pero tienes que besarme en los labios porque te amo.

-No es a Egipto adonde voy a ir -dijo la Golondrina-. Voy a ir a la morada de la Muerte. La Muerte es hermana del Sueño, ¿verdad?

Y besando al Príncipe Feliz en los labios, cayó muerta a sus pies.

En el mismo instante sonó un extraño crujido en el interior de la estatua, como si se hubiera roto algo.

El hecho es que la coraza de plomo se habla partido

en dos. Realmente hacia un frío terrible.

A la mañana siguiente, muy temprano, el alcalde se paseaba por la plazoleta con dos concejales de la ciudad.

Al pasar junto al pedestal, levantó sus ojos hacia la estatua.

-¡Dios mío! -exclamó-. ¡Qué andrajoso parece el Príncipe Feliz!

-¡Sí, está verdaderamente andrajoso! -dijeron los concejales de la ciudad, que eran siempre de la opinión del alcalde.

Y levantaron ellos mismos la cabeza para mirar la estatua.

-El rubí de su espada se ha caído y ya no tiene ojos, ni es dorado -dijo el alcalde- En resumidas cuentas, que está lo mismo que un pordiosero.

-¡Lo mismo que un pordiosero! -repitieron a coro los concejales.

-Y tiene a sus pies un pájaro muerto -prosiguió el alcalde-. Realmente habrá que promulgar un bando prohibiendo a los pájaros que mueran aquí.

Y el secretario del Ayuntamiento tomó nota para aquella idea.

Entonces fue derribada la estatua del Príncipe Feliz.

-¡Al no ser ya bello, de nada sirve! -dijo el profesor de estética de la Universidad.

Entonces fundieron la estatua en un horno y el alcalde reunió al Concejo en sesión para decidir lo que debía hacerse con el metal.

-Podríamos -propuso- hacer otra estatua. La mía, por ejemplo.

-O la mía -dijo cada uno de los concejales.

Y acabaron disputando.

-¡Qué cosa más rara! -dijo el oficial primero de la fundición-. Este corazón de plomo no quiere fundirse en el horno; habrá que tirarlo como desecho,

Los fundidores lo arrojaron al montón de basura en que yacía la golondrina muerta.

-Tráeme las dos cosas más preciosas de la ciudad -dijo Dios a uno de sus ángeles,

Y el ángel se llevó el corazón de plomo y el pájaro muerto.

-Has elegido bien -dijo Dios-. En mi jardín del Paraíso este pajarillo cantará eternamente, y en mi ciudad de oro el Príncipe Feliz repetirá mis alabanzas.

Sobre el autor Óscar Wilde

¡Óscar Wilde es uno de los escritores más icónicos e influyentes de todos los tiempos! Su ingenio, su estilo flamboyant (extravagante) y su capacidad para desafiar las convenciones sociales lo convierten en una figura fascinante y emocionante.

Wilde es conocido por su brillantez literaria y su talento para la comedia satírica, que se manifiesta en obras como «El retrato de Dorian Gray» y «La importancia de llamarse Ernesto». Pero lo que realmente lo hace destacar es su audacia y valentía al desafiar los estándares morales de la época victoriana en la que vivió.

A pesar de la adversidad y la discriminación que enfrentó por ser abiertamente homosexual, Wilde mantuvo una actitud de orgullo y dignidad, rechazando cualquier intento de ocultar su verdadera identidad. Su famoso juicio y encarcelamiento por su relación con otro hombre son un testimonio de su coraje y convicción personal.

Pero lo que más me emociona de Wilde es su legado literario duradero, que ha inspirado a generaciones de lectores y escritores. Sus obras desafían las convenciones y exploran temas profundos y controvertidos con una inteligencia y humor mordaz que sigue siendo relevante hoy en día. Óscar Wilde es una figura emocionante e inspiradora, cuyo legado literario y personalidad extravagante continúan cautivando a los lectores de todo el mundo. ¡Es un verdadero tesoro de la literatura y un ejemplo de valor y autenticidad!

Oleada de sectas y timadores religiosos en México

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En México crecen como lumbre las sectas y movimientos tendientes a engañar con las típicas mentiras de inspiración supuestamente divina.

Nassón Joaquín García

Hace pocas semanas supimos de la detención de Nassón Joaquín García, líder de la llamada Iglesia de la Luz del Mundo en Estados Unidos por acusaciones de abuso sexual que empezaron a suceder desde 1998 y que ha invocado a más feligreses que declinaciones entre sus filas.

Sin embargo, el líder religioso seguirá en prisión su juicio por haber rechazado pagar la fianza por 50 millones de dólares; fue alta pues temen que huya o que se proteja con leyes de persecución religiosa en otros países del mundo.

México es uno de los países donde más sectas afloran. Esta cultura de lo mítico y lo mágico como pilar permite que los grupos destructivos jueguen con las creencias”, explicó en entrevista con Efe Verónica Mendoza, vicepresidenta de la Red de Apoyo para Víctimas de Sectas, que actúa principalmente en países de habla hispana.

Nota de Sin Embargo

Podemos ver también que en Facebook, como en otras redes sociales, se ofrece ayuda emocional a través de muchas otras propuestas religiosas, ahora que la Iglesia Católica sufre de tremendos escándalos sexuales a nivel mundial y que asusta a muchos, buscando refugio en las ávidas sectas o movimientos que están aprovechando la ocasión.

Plataforma de ayuda a iglesias

Ingrese a esta plataforma en: https://info.cvoutreach.com/es?fbclid=IwAR0puOP3YK7w95ZV59ACvQO-6EXtkBqb814rrJYKE7pTmJuQ6PFaWG3seZk

Facebook y sus variantes

Mire usted la siguiente imagen, repetida tres veces en Facebook con tres diferentes fan pages que la promocionan: Ayuda espiritual y amor, Amor eterno y Amarres de amor y ayuda espiritual, que al final envían todas a una misma página.

Por cierto, note cómo pagan publicidad abajo del nombre de la fan page. Lo curioso del asunto es que su fan page está catalogada como negocio local.

El negocio del engaño

Las religiones, como hemos visto desde hace mucho, son un negocio muy redituable y donde pongan un templo, siempre encontrarán incautos para obedecer ciegamente a los líderes, siempre bañados de un halo de pureza que no soportan y terminan siendo seducidos por el mal. Demasiado control, poder y riqueza son una tentación innegable.

La secta del día: NXIVM

Acusada hoy día de abuso sexual de mujeres, es una secta que recluta y trafica a mujeres para su uso sexual.

NXIVM es una organización de autoayuda que daba talleres para lograr el éxito personal y de negocios; sin embargo, denuncian que al interior de la organización se manipulaba y extorsionaba a las seguidoras para que tuvieran relaciones sexuales con Keith Raniere, líder de la organización.

Nación 321

Esta es la secta en la que participaron Emiliano Salinas, hijo del expresidente Carlos Salinas de Gortari, además de la esposa y la hija del gobernador de Oaxaca, Ulises Ruíz, o Ana Cristina Fox, hija de Vicente Fox, otro expresidente de México. El principal líder ha sido condenado ya por los 15 cargos de los que fue acusado.

Centro de Alabanzas Oasis

Ya organizan eventos masivos y están visitando todos los estados de la república, mire este enlace.

¡Cuídese! No les crea…

Si usted quiere, vaya con ellos y sea escéptico: en pocos días estará hablando igual que yo de esos grupos más diabólicos que divinos.

Sí habrá marcha el domingo 8 en Puebla por el fraude

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El candidato a gobernador por Morena en Puebla, Luis Miguel Barbosa, así como diferentes autoridades del partido, pidieron cancelar la marcha convocada para este domingo a las 11 de la mañana en el gallito. Sin embargo, los ciudadanos han decidido organizarse para asistir.

La amenaza de los Moreno Valle

El partido dio por cancelada la marcha debido a que se filtraron distintos mensajes en los que grupos de choque amenazaban con generar violencia para acusar a los manifestantes de incendiarios y revoltosos, los diversos dirigentes como Tatiana Clouthier, Luis Miguel Barbosa, José Juan Espinosa, entre otros, hicieron un llamado a los militantes a cancelar la marcha.

Sin embargo, sí se va a realizar. El llamado de otros ciudadanos, como el ex candidato a gobernador Villa Escalera y diferentes activistas, así como la confirmación de participación de distintos medios nacionales e internacionales, la presencia de líderes de autodefensas de Michoacán, la ciudadanía ha decidido anunciar que sí se realizará la marcha, pidiendo ropa blanca como distintivo de paz, y exigir así que se respete la voluntad ciudadana expresada en las urnas el pasado domingo 1 de julio.

Han advertido al gobierno de Tony Gali que será responsable de cualquier brote de violencia pues insisten que la marcha será pacífica.

El descontento ciudadano es tal, que se presume una marcha multitudinaria e insisten que no se trata de un movimiento del partido Morena, sino de una denuncia ciudadana.

Después de la demostración gigantesca del poder ciudadano en las pasadas elecciones, ya no hay miedo. Quizá lo que ayude es la mirada del nuevo virtual presidente electo de México, cuyo interés por acabar con la corrupción pudiera tener sus ojos atentos en lo que sucede en este bello estado de la República.

 

En este espacio publicaré las imágenes de la marcha conforme vayan apareciendo en las redes.

 

Ser pobre porque se quiere

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Hace poco escuché que en México la gente estaba pobre porque quería. Luego, reflexionando, y escuchando el relato de alguien que viajó por un largo período a Alemania, me quedé pensando en eso. Es cierto que en México hay cierta libertad, aún no se dictaminan leyes para coartar nuestras más básicas libertades como salir a caminar, emprender un negocio, organizar una marcha, etc. Podemos respirar con tranquilidad.

Disto mucho, sin embargo, de la opinión de quien me dijo que en México la gente está pobre porque quiere. Concuerdo que hay unos cuantos que son flojos y que prefieren ser indigentes, vagos que ni siquiera se esfuerzan por hacer bien su trabajo, pasan días antes de mover un dedo. Esos sí están pobres porque quieren. Pero lamento desilusionar a quienes piensan que en México se puede salir adelante así como así.

No siempre pueden

Por años he visto infinidad de gente esforzándose por salir adelante, por pagar sus cuentas de la forma más honesta posible, de brincar a un trabajo mejor, incluso ahorrar con demasiado esfuerzo para tener apenas lo indispensable para vivir, poner un negocio o hacerse de una casa muy rústica, casi barda por barda y no seguir pagando renta, esforzándose de formas heroicas por dar a sus hijos una carrera en la universidad gratuita y aceptando los maltratos de la salud pública; peor aún, siendo asaltados, engañados, defraudados en una larga lista de injusticias que da vergüenza ya vivir frente a esas violaciones ahora tan comunes que en otros sitios parecerían increíbles.

Controlados

Los manipulan con tal facilidad que ni siquiera saben que están siendo engañados, robados; no saben que tienen derechos y pueden exigir mejores condiciones de justicia, educación, salud, etc. No están pobres porque ellos así lo desean, sino porque se los han inculcado: ser rico es como un pecado, como una situación fortuita, ganarse la lotería, casarse con el joven de la hacienda y además son gente mala, sucia, sin valores, corruptos, necios y demás “malos” ejemplos que acostumbran dar a conocer por medio de escándalos para no seguir sus pasos.

La educación que les dan es para meterlos al sistema, que siempre paguen sus deudas, sus impuestos… Y cuando intentan hacerlo viene lo peor: es prácticamente imposible hacer crecer el negocio, se requiere mucho dinero que no tienen para atraer clientes y la competencia con las grandes cadenas los ahoga.

Los impuestos son exorbitantes, luz, agua, teléfono, facturación electrónica, impuesto de nómina, del ISR, del IVA, permisos anuales: protección civil, bomberos, equipamiento de seguridad… ¿El gobierno trabaja para el pueblo o el pueblo para el gobierno? Porque uno se puede pasar el mes entero haciendo trámites para que se cumpla con lo establecido por la ley el gobierno. Tenencia, verificación, multas, recargos, etc.

Ni en sueños

Poner un negocio es carísimo y nos mantiene tan ocupados que ni para protestar. No… no es uno pobre porque se desee, sino porque ese es el destino que ellos quieren que tenga el pueblo, el de un mundo de esclavitud a sus normas, a sus intereses, justificados de mala manera con el bienestar de la nación, siendo un país petrolero, teniendo tantos recursos naturales.

Un 34% de la población mantiene al resto. El 10% son burócratas que sirven al estado, para estar cobrando del 34% que se esmera en llegar alto, en invertir, en producir, en salir adelante, emprendedores que debieran tener todo, pero que no tienen nada.

Y luego la otra injusticia: unos acumulan tanta riqueza y hay tanta desigualdad que siempre tienen las de ganar. Nadie puede competir con ellos e incluso los danzantes gobiernos en turno se arrodillan ante sus dádivas para conservar todo igual. ¿Es justo? Claro que no. En Alemania se es pobre porque se quiere.

Decretado

Aquí se es pobre por decreto, por el incontable e interminable saqueo de las arcas del país, en manos de unos cuantos, poderosos, abusivos, descarados, corruptos, mafiosos que venden la riqueza de la nación o se la roban. Y así, nadie que sea pobre es culpable de serlo.

Le han robado el derecho de acumular riqueza, viajar, comprar una casa digna, tener buenos servicios, buena educación, salud y ni siquiera tienen derecho a reclamar, porque se les califica de revoltosos, de subversivos, de fascistas, rebeldes, revolucionarios, comunistas o vaya usted a saber de qué.

Publicado originalmente en Impulso Informativo