La navidad que siempre soñé

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Busqué siempre una época del año capaz de hacerme sentir bien. Luego de muchas experiencias, año tras año, con decepciones y gloriosos encantos, me decidí por la navidad. Esto no sucedió desde niño o adolescente. Creo que prefería mi cumpleaños o las vacaciones en la playa. Ahora, tiempo después, no veo mejor ocasión para disfrutar que la navidad.

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Mi vida si no supiera que voy a morir

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Un ejercicio reflexivo que intenta descubrir la influencia de la muerte sobre la vida y de paso ganar terreno en el humanismo que hoy se agota bajo las fauces del consumismo, la individualidad, el conformismo, las creencias y más. Si yo no tuviera idea, como lo hace un pez, como quizá lo ignora un perro o una planta, que moriré un día, ¿qué sería de mí?

Bifurcaciones

En el supuesto planteado, para hacerlo fructífero, debería analizar dos posibilidades: la de un ser que olvida fácilmente al pasar por la vida viendo muertes de otros seres, que él también es finito, donde no tendría mayor sentido reflexionar porque, cual animal, no sería consciente de ello; o la de un ser cuyas relaciones son tan limitadas que desconoce el rumbo que tendría la propia vida, al grado que no ha visto gente muerta y nadie le ha informado que va a morir algún día, como lo sería un Tarzán en la selva cuyo entendimiento de su propia humanidad es limitado y quizá suponiendo que a pesar de ver morir a los animales, él no sabe que los humanos también mueren.

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Reseña de Plan para derrocar al presidente por Vicente LR, PhD.

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Reseña enviada por el Dr. Rocher: Los golpes de estado, derrocamiento de gobiernos y levantamientos sociales, sólo se comprenden hasta que han sucedido. Durante los malos gobiernos la gente sólo sospecha y participa de los rumores, pero no está dispuesta a tomar las armas. Sólo un puñado de “locos”, “terroristas” y “desadaptados sociales”, arriesgan su vida, las de sus hijos y esposas, para llevar a cabo la “locura” de ir contra las instituciones. Esta es la trama de la novela de Joe Barcala: Plan para derrocar al Presidente.
Siguiendo la secuencia de los grandes golpes de estado en todo el mundo, Joe se adentra, con increíble imaginación, en las entrañas de esos movimientos y nos hace vivir el profundo precio que se paga por esos “atrevimientos”.
¿Promueve el autor el levantamiento social? ¿Es su novela una utopía? o ¿Es sólo un recordatorio de lo que puede suceder a los pueblos? Las respuestas debe obtenerlas cada lector que se anime a revivir la historia de la humanidad cuando es sometida a la corrupción e impunidad de algunos gobiernos.

Vicente López Rocher PhD.

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Los llamados Estudios Culturales ¿son contracultura?

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En 1964, en Reino Unido, surge una corriente de pensamiento que pretendía distinguir una cultura más terrenal, es decir, nacida de las personas en sus ámbitos naturales y no «creadas» como producto manufacturado y como factor del consumismo.

Son estudios que combinan una serie de disciplinas como la sociología, la literatura, el cine, la teoría política, la filosofía, las etnias, los aspectos de identificación social; procuran distinguir los aspectos culturales de las sociedades en diversos lugares del planeta y se reconoce en ellos una forma de romper con la metodología tradicional de empoderar a los círculos culturales de élite.

Procuran detectar el sentido de la realidad que tienen las comunidades, definiendo el concepto propio de su cultura, sus valores, significados y contenidos. No se trata sólo de definir sus hábitos sino de crear una teoría que los explique a partir de la conducta, las interrelaciones sociales, las costumbres, justificaciones sociológicas o entornos políticos, el tipo de cultura como la suma de sus acciones en donde se encuentran las coincidencias, la definición y diferencias de sus clases, la clasificación de las diferencias más significativas.

Por ello, los Estudios Culturales defienden su existencia al ofrecer un más amplio enfoque de investigación social; pues no se centran en las mayorías que reciben su influencia de la masificación cultural proveniente de instancias oficiales, medios masivos o círculos sociales preponderantes. Por añadidura entonces, se sujetan en visiones más puras de la realidad, en manifestaciones ya asumidas, a veces de las mismas fuentes, pero digeridas, dando la tarea de volverlos costumbre, de asumirlos.

Hoy día, podríamos revisar con un mejor enfoque el fenómeno de Pokemon Go, guiados por los Estudios Culturales no en el sentido del éxito de la aplicación a nivel mundial, sino partiendo de la individualidad de los seres que se alimentan de ella, en la exacerbada individualidad, en el «no me importa» de mi artículo sobre la CDMX, creando nuevas costumbres que requerimos como sociedad del conocimiento para comprender el objeto de estudio, en ese caso, el Pokemon Go.

La contracultura es acuñada en 1968 por el estadounidense Theodore Roszak, en una concepción muy similar a los Estudios Culturales. Basada también en el estudio de las masas en períodos considerables para extraer de ellas las corrientes, los pensamientos sociales, como logró definirse con el fenómeno hippie, el punk o la generación Beat. Quizá su única diferencia radique en que la contracultura sigue mirando como contraste la cultura dominante, mientras que los Estudios Culturales suelen olvidarse de ella.

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CDMX: La ciudad del tipo “no es mi problema”

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Viajé a la nueva y flamante CDMX desde la mañana hasta la noche de hoy, aniversario número 31 del sismo que sacudió esa ciudad en 1985. Me han impactado diversos aspectos que deseo compartir con ustedes, haciendo un análisis menor al estilo de los Estudios Culturales, sobre los que escribí aquí. A partir de esta historia, quiero también compartir algunas lecciones, tal vez morales, pasando mañana. Les diré por qué pienso que la CDMX es la ciudad del tipo “no es mi problema”. Espero me acompañen en esta acronía narrativa.

El destino era la zona militar más grande del país, donde caminan soldados como si fueran civiles, unos pretendiendo conservar la fila y otros tan prepotentes como los guardias de una discoteca; hasta que el Capitán sacó la identificación, entonces sí se cuadraban. ¿No qué no, güey? Tuve diversas oportunidades de permanecer en absoluta reflexión observando los movimientos de nuestra milicia ¿debo decir “malicia”?, creo que por ahora no.

Zona de Chapultepec, del Campo Marte, del Hipódromo de las Américas, allá por el periférico esquina con Avenida Ejército Nacional. Una doctora que estudia en la UNAM pero que termina trabajando en el hospital militar cubriendo áreas vacantes y recibiendo, por el membrete que lleva en el hombro, el grado de Mayor, para percibir el sueldo que corresponde a su grado académico, salvando vidas del cáncer, de enfermedades biliares o hepáticas. Es lo de menos. Aunque no tenga una clara idea de lo que significa en realidad el régimen militar, apenas unas cuántas órdenes que como soldados le obedecen gracias al rango. Ella camina entre los lujosos automóviles de los médicos militares y se sube al auto para perderse en el último camellón a la vista. Luego una pareja de coroneles que se avecinan chacoteando y soltando carcajadas cuando amerita la ocasión. Ellos sí portan con honor el uniforme, se fajan cuando llegan a la puerta del hospital e ingresan más serios al recinto.

Noto en un intercambio de palabras que no son personas, son máquinas que obedecen órdenes. De ahí me pregunto si quienes van a atender situaciones difíciles en Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Tamaulipas, Veracruz o Michoacán son seres de este mundo o las mismas máquinas que cumplen órdenes de los mandos supremos que ni pinche idea tienen de la problemática social, política, cultural y de criminalidad que se vive en esas tierras. El capitán que me acompaña me explica que las labores de inteligencia que yo propongo sí se hacen en el ejército. No sé si piensan con las patas o con la cartera, pero los problemas de inseguridad y narcotráfico en el país no se están resolviendo; hace décadas que los altos mandos están coludidos con los criminales y vayan a saber si no son las mismas personas. Luego los soldados sólo obedecen órdenes al criminal y no al pueblo, ese que debería ser su comandante supremo y no la bestia que tenemos por presidente.

Tráfico de los mil demonios. Para recorrer 500 metros, a un costado del periférico, pasando por la puerta principal del hipódromo y con destino al hospital militar, ¡más de una hora! Es lunes a las 11:45 de la mañana. ¿Eso es “hora pico”? Eso sí, estábamos todavía en el hotel de la zona militar cuando sonó la alerta sísmica del simulacro. Nadie se enteró. Yo estaba muy pendiente, no quería tener problemas con las órdenes, mucho menos dentro de la zona militar. Si las cámaras vigilan hasta cómo se mueven los ombligos. No me estacioné en el “punto de reunión” verde porque sabía que estaría lleno de personas en cuestión de minutos. Lo hubiera ocupado, nadie salió del hotel, ni del saturado restaurante. Escuché claramente muchas alertas sísmicas que viajaban por el inusual descontaminado aire (será que el puente patrio despejó el ambiente).

No hay baños. Cuando salimos en busca de otro hotel a la zona civil, buscamos primero un sitio dónde poder ingerir alimentos. Después de un viaje de casi 4 horas, era imprescindible orinar, pero las fondas y pequeños restaurantes ¡no tenían baños! ¿Qué se creen? ¿Así es como una ciudad que se jacta de cosmopolita recibe a sus visitantes? “No es mi problema”, escuché por primera vez en el día. Eso dejó marcadas mis observaciones futuras el resto de la jornada. En verdad, los capitalinos, defeños, chilangos, mexiqueños, traficalinos, Amlosajones (no los invento yo, vea esta nota), viven su vida como si los demás no existieran.

Parado frente al supermercado que visitamos, observaba cómo una mujer mordía con singular alegría una fruta, sentada en una bardilla de concreto que dividía el estacionamiento con un pequeño parque, frente a la avenida Mariano Escobedo; junto a mí pasaron muchas personas a las que observaba curioso, lamentando mis pesquisas.

Un joven virgen –eso supuse– de 18 años, en el cuerpo que no en la mente, miraba con lascivia a las mujeres que rebasaba. Llevaba puestos unos audífonos pero se comía con los ojos a cualquier mujer copa B en adelante. La mujer que lo observaba, igual que yo, se carcajeaba. Ella era como de 60 años, el pelo a la “Donald Trump”, en el color, no en la forma de queso Oaxaca. Luego pasaron un par de jovencitos homosexuales tomados de la mano, mirándose con más amor que el cura a sus feligreses (qué curiosa ironía). A la mujer ni le inmutó. “No es mi problema”, habrá pensado. Cuando esos chicos iban por la esquina, frente a ellos pasó otro homosexual salvajemente feo que con los ojos saboreó cada una de sus partes. Miré a la mujer, para observar su reacción y estaba tan entrada en la fruta que no se dio cuenta.

Luego me fijé en una pareja que, para mí entender, tenían urgencia del sexo. “No les importaba” que estuvieran niños junto a ellos, ya no sabían cómo poder tocar más allá. La CDMX podía tener otro terremoto que ni se habrían enterado. Me recordó algunas pasiones de mi adolescencia. Frente a esta primera pareja, otra platicaba como si no tuvieran prisa de revolcarse en las sábanas. Acaso no les daban permiso. El joven, de hecho, se dejaba mirar de reojo a las copas C que pasaban por ahí, y su trasero cuando seguían de largo, bajo los jeans. La noviecita ni se enteró. Estaba ensimismada en observar hacia el infinito, imaginando quizá a otro chico que tuvo en secundaria. Luego se abrazaron, rieron y siguieron así hasta que me fui. Antes de salir, miré a dos ancianas que caminaban juntas por el parque, sin prisa, en esa ciudad que uno encuentra de todo, menos calma. Me han causado risa al detenerse a observar una pequeñísima flor amarillenta a un costado del camino.

Despachaba en el Oxxo un joven. Una pareja formada delante de mí, compraba saldo para su celular y pidió factura. Al terminar, como si fuera uno de esos soldados con los que me topé por la mañana, dijo: engrápalos. Se dice “por favor”, pensé. Pero, como habrán visto “no es mi problema”. Noté la cara del joven despachador y expresaba molestia, aunque se contuvo, cumplió la orden sin chistar y la pareja se fue, para nuestra fortuna. ¡Pinches prepotentes!, le dije al joven cuando ellos ya no podían escuchar. ¿Qué les costaba pedirte la engrapada con un “por favor”? El joven minimizó el hecho y siguió su tarea.

Hotel y motel al mismo tiempo. Pasamos por tres. El primero, con una fachada bonita, moderna, en una zona tranquila, con unas 20 o 30 habitaciones, que se podían contratar por cinco horas a $230 pesos o toda la noche por $350. No fue la primera vez que vi eso. Hace más de un año me hospedé en la calzada de Tlalpan y para mi asombro, después de tres días de permanecer ahí, noté la noche del sábado que varias parejas ardientes hacían fila para obtener una habitación. ¡Fungía como motel también! Seguro estoy que cualquier hotel por muy cinco estrellas que se sienta,… continúa aquí, falta poco.

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CDMX: La ciudad del tipo “no es mi problema” -Parte dos.

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ESTA ES LA PARTE DOS, VISITA AQUÍ LA PARTE UNO DE CDMX: La ciudad del tipo «no es mi problema»

 

…tiene parejas “de ocasión” aunque paguen toda la noche. Si lo que importa es la higiene. El segundo hotel era un poco más “decente”, más económico y en iguales condiciones de limpieza que el primero, mas no “presumía” sus precios de ocasión; creo que ya de suyo cobraban muy barato. El tercero era un motel, tal cual; chocamos incluso con una pareja a quienes ya no escuchamos gritar porque nos fuimos a tiempo de ahí. Su letrero y precios no indicaban en ningún momento que era un motel. Decía hotel en cada esquina. Han de pensar que “no es mi problema”.

Allá cuando estuve en Tlalpan, al salir uno se encuentra con una fila de al menos cincuenta hombres vestidos de mujeres en franca prostitución. Nunca lo he entendido. Si a un hombre le gustan los hombres ¿por qué habría de buscar a un hombre que parece mujer?

Así que pensé por largo rato sobre las consecuencias de mi hipótesis en esa ciudad. Si los maestros protestan, “no es mi problema”. Si un niño llora en la calle: “no es mi problema”. ¿Un asalto?, ¿Se robaron el coche de la vecina?, ¿Un indigente?, ¿Cientos de indigentes?, ¿Niños en los cruceros?, ¿Le aventaron el carro en una esquina?… ¡Ah! Pero que no se muera Juan Gabriel porque entonces sí, allí estarán haciendo fila (y colándose) para llevarle una flor y llorarle por un rato. ¿Quién llora por los “más pequeños de sus hijos”? Siempre muy guadalupanos el 12 de diciembre. No es mi problema el resto del año.

La placa de mi boda. Regresé hacia Puebla como a las cinco de la tarde y durante casi todo mi recorrido por la Calzada Zaragoza, me tocó delante una camioneta Silhouette color vino, del Estado de México con una placa muy particular: MKC 11-07 o quizá 07-11. De esas casualidades de la vida, yo Me KC un 11 de julio (07). Junto a mi vehículo durante el circuito interior, en otro de esos densos tráficos, coincidía a cada rato al lado de un personaje con barbas estilo Miyagi del Karate Kid, quizá un poco más largas, como la esfinge egipcia, del color del cabello también de Trump y una cinta en la cabeza. Al principio parecía meditar. Conforme pude darme cuenta, observé que en realidad iba dormido, en el asiento del copiloto y quien conducía tenía toda la pinta de ser su hijo. ¡Cuánta gente extraña!; desde luego, me queda claro, para ellos, el extraño soy yo.

La pareja precoz. Cerca del hotel escogido fuimos a comer y por el frente del pequeño restaurante, con verdadero sazón gourmet, pasó frente a mí una pareja de jóvenes, demasiado jóvenes, acompañados por una chiquita de unos cinco años de edad. ¿Pues a qué edad se embarazaron? Seguro que no es mi problema, pero ¿qué nadie les dijo? Al parecer, tampoco ese era problema de sus padres, maestros, parientes y amigos.

Me pregunto si tanto soldado empleado para labores sin importancia debieran recorrer los territorios en busca de droga (claro, para destruirla) y de cuarteles donde se refugian criminales o seguir llenando formas tras un escritorio sin importancia, girando un letrero de “siga” y “alto” para que los automóviles dejen pasar a los peatones, vigilando dentro de la zona más segura del país los vehículos lujosos de los doctores, entregando cartelones para el estacionamiento, sentados en los jardines en espera de una orden, yendo al cajero a retirar dinero. 300 mil efectivos que cobran al menos 8 mil pesos al mes y que trabajan sólo 30 años, manteniéndolos a ellos, a sus esposas hasta la muerte y a sus hijos mientras dependan de ellos. Un dineral para los pocos resultados en seguridad, criminalidad, delincuencia. El General Cienfuegos tiene su residencia y su oficina ahí dentro. Le podamos sus jardines y le encendemos la bomba de agua de su casa, le pulimos la pantalla de su computadora y seguramente le limpiamos las nalgas cuando caga. Una casta que me indigna, más que hacerme sentir orgulloso. Pero para ellos, yo “no soy su problema”.

Que si me quedo más tiempo en la CDMX, esa cotidianidad de los capitalinos terminaría envolviéndome al grado tal que mi mente gritaría diariamente: “No es mi problema”.

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Edipo Rey, Madame Bovary y Peña Nieto

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Edipo Rey, Madame Bovary y Peña Nieto: La última hoja de mota a masticar por un mexicano viene de un reportero a quien no esperábamos. Surge una entrevista al despreciable antes de ir a China. ¡Que se vaya a la China! Que no vuelva. Masticar esa mota es una droga insoportable ya para quienes padecemos la dictadura de un tarado. El reportero, no más que eso, se llama Carlos Marín; un sucesor de los peores chairos del sistema como Zabludovsky o López Dóriga, quienes durante su vida no hicieron otra cosa que lamerle las botas y otras cositas a los despreciables gobernantes del PRI. La alegoría con Edipo Rey viene de otros asuntos, pero que en breve verán el desenlace. Madame Bovary, como obra, no con el personaje, en un símil de la administración de Peña Nieto. Ya verán.

Una comparación si se permite

Edipo Rey, Madame Bovary y Peña Nieto

Edipo investigaba la muerte del rey Layo, acaecida 20 años antes por la solicitud del oráculo para beneficiar al pueblo de Tebas que ambos gobernaron. Es una trama inteligente, entretenida y sumamente recomendable. Edipo se va enterando de quién es el verdadero asesino de Layo. Al saberlo, se desprecia a sí mismo al grado que se saca los ojos, renuncia a su reinado y huye. ¡Cómo quisiéramos que Peña Nieto (y debería escribirlo con minúsculas) se diera cuenta de sus asquerosos e incestuosos actos!, como invitar a Trump (escribirlo con subíndices), ese que nos ha menospreciado, discriminado e insultado como mexicanos, o como dar el pésimo ejemplo de no leer (que ni la biblia, el güey; por eso el plagio), y renunciara de una vez, aunque no se saque los ojos. ¡Sófocles! ¿Dónde estás para ayudarnos?

Que si estudiara un poco, si fuera un poco como Edipo, habría encontrado a muchos más que 43. No se lo habrían bailado con mentiras sus propios secretarios, desde Luis Videgaray con la sugerencia de invitar al otro innombrable, hasta el secretario de la defensa Cienfuegos, haciendo alarde de su apellido en las condiciones del país, con las acciones reprochables de algunos militares; que de gobernación (Osorio) no tenemos nada y de relaciones exteriores (Ruiz Massieu) sólo defecaciones. Habría que aprender a Edipo el amor a su pueblo, el deseo de mejorar sus condiciones, aunque para ello deba sacrificarse a sí mismo.

Edipo Rey, Madame Bovary y Peña Nieto

Edipo Rey, Madame Bovary y Peña Nieto

De Madame Bovary tenemos otra lección. Una novela que llevó a su autor y editor a la cárcel por ser tan atrevida en denunciar los abusos de una sociedad aristocrática (casi como Aristegui) y por retratar a una mujer en sus múltiples adulterios. Adulterado es ya el guion de esta tragedia escénica: la de un México desigual, plagado de injusticias, saqueo de arcas, gobiernos estatales cínicos: tal cual, una aristocracia como la que Gustave Flaubert retrata en esta novela. Tipejos insensibles a las necesidades de un pueblo en desgracia. Pueblos como Emma Bovary, endeudados, escondiéndose de los cobradores, sumidos en la desgracia. ¿Qué nos depara el destino? Esperamos que no sea el suicidio como nación.

Un Peña como Charles Bovary que no se entera de los enredos que vive su mujer, su pueblo. No sabe cuánto vale un kilo de tortillas o pronunciar infrastructure o las capitales de varios estados. Vergüenza debería tener por haberse impuesto como presidente por ambición; sáquese los ojos al menos, para no ver la deshonra que nosotros como pueblo sí sentimos.

Foto: losangelespress.org, Carlos Marín

Siento un terrible desaliento al ver la entrevista de Carlos Marín. De suyo no esperaba más de un presidente como este, pero la entrevista viene a abrir los ojos de muchos otros mexicanos y a dejarme una vez más, perplejo ante la debacle que se acerca. Carlos Marín, a quien no considero más que un reportero promedio, de baja autoestima, vendido como siempre al sistema, ¡ya no quiere a EPN! Eso significa que perdió incluso el respeto de esos que lo halagaban y exaltaban antes. Significa que ya hay otros hilos que mueven al país. Significa que no va a renunciar, que no lo van a correr, sino que se acaba de abrir la caja de pandora de la sucesión en México, por adelantado. ¿Serán los legisladores? ¿Televisa –y allegados como Milenio- retomando la conducción del destino de los mexicanos con su acostumbrada manipulación? ¿Salinas de Gortari jugando ahora las cartas de otro modo para deshacerse del estorbo Peña? ¿Videgaray? Ojo. Alguien anda ahí. Atentos a columnas, notas y reportajes para descubrir la nueva mafia que gobierna a México.

Edipo Rey, Madame Bovary y Peña Nieto

Edipo Rey, Madame Bovary y Peña Nieto

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Günter Petrak: Acercamientos milimétricos en Eros desarmado

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Günter Petrak escribió recientemente una colección de cuentos que yo llamo atrevidos, como en el sexo de ventanas abiertas, denominado Eros desarmado, que habré de reseñar en las subsecuentes líneas por el interés de los frenesíes desbordados que despiertan en mí, sus líneas.

Foto: La Jornada de oriente, Günther Petrak

En cuanto supe de su presentación y no pude asistir a ella, corrí a comprarlo. Estuvo en mi mesa un par de meses (por exceso de trabajo) y un día que olvidé completar el recibo de luz, me la cortaron. En un solo día terminé de leerlo y apuntar para ustedes algunas de mis ideas al respecto. Antes de relatarles esos detalles, debo decir que Günter Petrak ha resaltado en el cuento, participando en varias antologías y obteniendo importantes reconocimientos; supongo que además, ha ganado dinero por la venta en millares de sus libros de redacción. Aunque dudo que eso sirva de mucho en el mercado de los libros, habla en realidad de la calidad de sus escritos. Tiene publicada una novela de nombre: Ciudad de otros y otros tres libros de cuentos (El mar azul de sus ondulaciones, Para leer la tarde, Los hombres de maíz y otras historias).

La besó tanto, en los labios, en el cuello, en los pechos, en los muslos; se meció en el espacio tenso y largo de sus mutuas correspondencias y no pocas veces la cuerda se rompió llevándolo de por medio hasta el pétreo lecho de la realidad, porque no estaban hechos el uno para la otra y viceversa (Eros desarmado p. 36)

La obra te acerca a oler el clítoris y a besar el cuello de una amante de ocasión. Sus palabras son un lente de largo alcance, con una mirada de francotirador, apuntando con precisión milimétrica los momentos que congelan el corazón de sus personajes y, arremolinados en ello, los lectores que vemos sin tapujos las vidas de otros en una plancha de autopsia.

Foto: mujerdeelite.com

Creyendo que la mitología rodeaba las letras de este libro, con una portada en donde las alas de cupido y sus flechas se encuentran abandonadas, Günter nos confina a la época de la Colonia, en un primer cuento que se llama “Lucina” y en donde el protagonista se ve envuelto en un romance inesperado: José de Samaniego. Desde el primer día la besó con pasión y en espera del desenlace ante una fornicación más temprana, nos vamos encontrando con su mundo académico; en rompimiento franco del espacio vital del personaje, compartimos la desdicha de sus malogradas investigaciones. Ahí Lucina aparece para llevarle a un vuelco inesperado que cuestionará las neuronas desde el escaparate. Dejará por horas esas inquietudes en las que no siempre pensamos. Sentirás como nunca, la sensación de retomar las líneas para refrescar esas congojas una vez más.

Entonces, elucubrando cuáles son los mensajes ocultos de ese cuento, ya nadas en el siguiente: “Verano”. ¡Madre mía! Qué cuento. Presionó mis párpados al más obtuso ángulo que he tenido en años. ¡Miren que para sorprenderme hace falta demasiado! Si de repente me sentí la mucama de un motel en el que recogía del suelo los pantalones del hombre y el sostén de la mujer; como metiche hasta su cama, como si la pasión fuese mía. ¡Un cupido entrometido! De verdad que pocas veces en mi vida he tenido el interés de observar a una pareja cómo fornican; esta fue una de ellas. ¡Impresionante!

Fragmento de Eros Desarmado

Leyó mi diario y, mientras lo hacía, debió haberse sorbido la nariz como acostumbra, quizá se rasco las piernas o se sobó la marca del brassiere sobre la piel. Con la boca fruncida, la frente arrugada y los dientes limándose unos otros escupió mil cosas (p.p. 89-90).

Petrak, Günther. Eros desarmado. México, D. F. Ediciones Eduación y Cultura, 2016.

No todo es sudor bajo las sábanas, porque luego vienen otro y otro cuentos que inspiran vida, un impresionismo desbordado, jugando con nuestra incertidumbre, ahogando penas y salvando tempestades. Ocho cuentos desbocados, a mi modo de ver, demoledores: causan inquietudes, fraguan una guerra entre el deber y la anarquía, la moral y el desenfreno, la sobriedad y la embriaguez. Además, en el cuento “Cuerpos”, el jugueteo del que García Márquez ya afirmaba, que con las palabras se intercambian complicidades entre los escritores y sus lectores. Aquí Günther fascina, meciendo a voluntad el tiempo y el espacio entre el creador, el escritor y los personajes de su historia, pasando de la ficción a la ficción dentro de un espejo infinito de reflejos. Empuja a la metaficción directamente, mientras nos obliga a madurar detalles que fluyen sin cesar entre las letras mientras viajan entre el creador y el lector.

El autor es, por si fuera poco, un activista en defensa del patrimonio histórico de la milenaria ciudad de Cholula, académico y catedrático de la Universidad Iberoamericana.

El libro es nuevo. Escuché, como les dije, sobre su presentación en Profética (Puebla, Pue.), la librería del CCU o la librería de La Ibero Puebla; desconozco si lo venden en las diferentes familias de libreros del país, pero si te interesa y estás fuera de Puebla, escríbeme que conozco el correo personal del autor. Podemos ver cómo hacértelo llegar (la librería mencionada también puede enviarlo a domicilio). Mientras, te dejo una liga de otros cuentos del mismo autor. Espero los disfrutes tanto como lo he hecho yo. Bibliografía de Günther.

Aquí les dejo una entrevista que le realicé a Günter Petrak

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Sugerencia de lectura: La cándida Eréndira de GGM (Vídeo)

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Sinopsis de la lectura

La increíble y triste historia de la Cándida Eréndira y de su abuela desalmada es el título de la novela corta de Gabriel García Márquez, publicada en 1972; tal parece que sólo con en el título quisiera contarnos toda la historia de la joven adolescente de 14 años sufriendo la casi literal esclavitud sexual que su abuela le hizo pasar por varios años para cobrarle una deuda, adquirida por un descuido de la chica una noche que olvidó apagar la vela del candelero en su mesa de noche.

Ella estaba cansada, se dormía incluso cargando la sopera y la abuela se encargó de recordarle entre pestañeadas, cada uno de sus pendientes. Eréndira se fue a dormir en cuanto pudo para recuperarse del cansancio y lo hizo con todo y ropa, dejando el candelero con la flama que un ligero viento nocturno se encargó de propagar por toda la casa y causó un gigantesco alboroto en el casi despoblado desierto donde vivían. No pudieron recuperar nada y la abuela, para sobrellevar su economía, vendió la virginidad de su nieta y luego su cuerpo cada una de las noches por algunos años. Viajaban pagando a los choferes con el deleite del cuerpo de la juvenil Eréndira.

DESCARGA AQUÍ LA NOVELA PARA SU LECTURA

En esta exquisita historia del Colombiano Gabo, podemos apreciar claramente el nostálgico ambiente de la vida latinoamericana, el poder de la naturaleza, como ya es costumbre en sus publicaciones y, desde luego, sus ocurrentes frases que siempre arrancan carcajadas. García Márquez es uno de los mejores narradores de la historia del mundo, premio Nobel de literatura en 1982 por su obra Cien años de soledad, se place en demostrarnos en cada párrafo su delicioso lenguaje. Así describe el lugar en donde vivían Eréndira y su abuela:

Estaba lejos de todo, en el alma del desierto, junto a una ranchería de calles miserables y ardientes, donde los chivos se suicidaban de desolación cuando soplaba el viento de la desgracia.

Biografía de Gabriel García Márquez

Gabo nace en Aracataca, Colombia en 1927 y dejó escritas más de 100 novelas, además de traducciones y cientos de artículos periodísticos. Fue cuentista, editor y guionista. Su obra está íntimamente relacionada con el llamado realismo mágico que es un movimiento literario surgido en Latinoamérica en los años 70. También es inevitable considerarlo dentro del Boom de la literatura hispanoamericana de la misma época donde autores como Vargas Llosa, Alejo Carpentier, Julio Cortázar, José Donoso y otros importantes escritores dejaron una huella profunda en la literatura universal.

Lectura inaplazable

La increíble y triste historia de la Cándida Eréndira y de su abuela desalmada es una obra maravillosa, pródiga en recursos literarios, en un lenguaje íntimo, como comprendiendo al personaje de la adolescente en su angustia e infortunio. Como lectores deseamos que logre su libertad en cada paso de sus recurrentes fugas y nos sorprendemos de la amenaza humana de volverse insensibles como la abuela de Eréndira.

Una novela inevitable, impactante, de sabor anecdótico y brillo natural. Hora de su lectura.

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Ignacio Padilla, el escritor del crack que siempre me sorprendió

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En el año 2000 ingresé en la maestría y nuestra coordinadora se presentó al salón para hablarnos de nuestro profesor: Ignacio Padilla. Cinco minutos antes él ya nos había conquistado con sus palabras y la coordinadora nos dijo, vendiendo la calidad de su posgrado, una figura de leyenda nos estaba dando clase. El profesor, emocionado por ser el primero en la larga lista de celebridades que impartirían por los siguientes dos años la Maestría en Lengua y Literatura Hispanoamericana de la Universidad de las Américas Puebla, nos sorprendió con una currícula impresionante. Él era un año menor que yo, nació en 1968 y yo lo hice un año antes. Pero, como escritor, ya tenía varios premios literarios con practicamente la mitad de obras, eso quiere decir que él ganaba dos premios por cada obra publicada en promedio, eso en el 2000.

Ignacio Padilla, escritor mexicano. Imagen de Chilango.com

Seis años antes, Padilla junto con Jorge Volpi, Ricardo Chávez Castañeda y Eloy Urroz, a quien luego se les integraron otros como Pedro Ángel Palou (otro profesor de mi maestría), firmaron en conjunto el Manifiesto del Crack propugnando una literatura atrevida, menos complaciente con el lector, que invita a leerse sin esperar una historia en particular sino en una evocación más pura de las palabras mismas. Resalta que su intención sea más bien pedagógica y académica que otras corrientes similares previas o de la época, cuyas intenciones serían más bien mercantiles. Su conocimiento profundo del lenguaje le permitían jugar con las posibilidades y eso lo aprendimos en su fascinante curso.

Un lector que se esfuerce, que no espere encontrar respuestas sino que se haga muchas preguntas y participe tanto en la novela que le quede en la memoria. Quiero un lector que se tome la molestia de leer novelas. Quizá por eso alcanzaré pocos lectores, más sé que algunos de ellos serán muy buenos (1).

Así como siempre fue sorprendente en sus clases, en los documentos que nos permitió analizar de su propuesta en cada publicación de él que seguí por años, hoy me sorprende con su muerte en un accidente automovilístico (2). Siempre me pareció que él, caminando por la ruta de los premios, las fuertes propuestas literarias, su participación en importantes eventos de talla nacional e internacional, le darían algún día un espacio en las altas esferas literarias del mundo. Todavía no puedo saber si el escritor dejó obras que se publicarán post mortem, con las que podría ser galardonado más allá de su vida, ¿quien sabe? Podría ser un Nobel en unos años. Le gustó el camino del codeo con grandes personalidades, mismo que generalmente dan este tipo de resultados. El hecho es que, a pesar de esa vanalidad, dejó una profunda huella que no podré borrar de mi camino. Terminaré de leer sus obras, dándole el espacio que se merece, costumbre misma que tenemos de no valorar a tope a quienes nos rodean mientras viven.

RT @literaturainba: La Academia Mexicana de la Lengua rinde homenaje a Ignacio Padilla, quien se desempeñó como académico correspondiente a…

Premios de Ignacio Padilla

Fue miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, Director de la Biblioteca Vasconcelos, Agregado Cultural de la Embajada de México en Gran Bretaña, y estos son algunos de los premios que recibió (3):

  • Premio Nacional de las Juventudes Alfonso Reyes 1989
  • Premio Kalpa de Ciencia Ficción, 1994
  • Premio Nacional Juan Rulfo para Primera Novela, 1994
  • Premio Nacional de Cuento Infantil Juan de la Cabada, 1994
  • Premio Nacional de Ensayo Literario Malcolm Lowry, 1994
  • Premio Nacional de Ensayo José Revueltas, 1999, y Premio Primavera de Novela, 2000
  • Premio Nacional de Dramatugia otorgado por el Gobierno del Estado de Baja California, 2008
  • Premio de Artes Plásticas Luis Cardoza y Aragón otorgado por el Gobierno del Estado de Nuevo León, 2008
  • Premio Nacional de Obra de Teatro para Niños que otorga el Gobierno del Estado de Coahuila, 2008
  • Premio García Márquez de Estación Palabra 2009
  • Premio Debate Casa América 2010 y Premio hispanoamericano de novela «La Otra Orilla» 2011.

Las obras del Doctor Ignacio Padilla, pese a su breve vida, son cuantiosas y valiosas, reproduzco aquí la bibliografía que muestra Wikipedia (4):

Narrativa larga

Narrativa corta

  • Subterráneos (Castillo, 1990) – Premio Nacional de las Juventudes Alfonso Reyes 1989
  • Trenes de humo bajoalfombra (Cuadernos de Malinalco, 1993)
  • El año de los gatos amurallados (1994) [1] – Premio Kalpa de Ciencia Ficción 1994
  • Imposibilidad de los cuervos (Tres bosquejos del mal) (Siglo XXI, 1994)
  • Las antípodas y el siglo (Micropedia I) (Espasa-Calpe, 2001) – Premio de Cuento Gilberto Owen 1999
  • El androide y las quimeras (Micropedia II) (Páginas de Espuma, 2008)
  • Los anacrónicos y otros cuentos (FCE, 2010)
  • Los reflejos y la escarcha (Micropedia III) (Páginas de Espuma, 2012)

Narrativa infantil

  • Los papeles del dragón típico (1991) (Ediciones SM, 2001)
  • Las tormentas del mar embotellado (Artemisa-Planeta, 1997) – Premio Juan de la Cabada 1994
  • Por un tornillo (FCE, 2009)
  • Todos los osos son zurdos (FCE, 2010)

Ensayo

  • El dorado esquivo: espejismo mexicano de Paul Bowles (1994) – Premio de Ensayo Literario Malcolm Lowry 1994
  • Los funerales del alcaraván: historia apócrifa del realismo mágico (inédito) – Premio de Ensayo José Revueltas 1999
  • El diablo y Cervantes (FCE, 2005)
  • El peso de las cosas (UDLA Puebla, 2006)
  • Si hace crack es boom (Urano, 2007)
  • La vida íntima de los encendedores: Animismo en la sociedad ultramoderna (Páginas de Espuma, 2009) – Premio Málaga de Ensayo 2008
  • Arte y olvido del terremoto (Almadía, 2010) – Premio Luis Cardoza y Aragón para Crítica de Artes Plásticas 2009
  • La isla de las tribus perdidas (Debate, 2010) – Premio Iberoamericano Debate-Casa de América 2010
  • La industria del fin del mundo (Taurus, 2012)

1 Iván R. Méndez, “El Crack viene de México” en Revista Analítica, Venezuela, 2000, www.analitica.com/cyberanalítica/icono/2177289.asp, citado en www.revistadelauniversidad.unam.mx/3106/pdfs/83-87.pdf el 22 de agosto de 2016.

2 www.jornada.unam.mx/ultimas/2016/08/21/dan-ultimo-adios-a-ignacio-padilla

Nota: Como profesor, ha sido maravilloso contar con él. Su alegría y jovialidad nos invitaba a aprender, a disfrutar de la literatura como pocos lograron hacerlo. No faltó a sus clases y no dejó de tener contacto con nosotros pasados los años. ¡Gracias Ignacio!

es.wikipedia.org/wiki/Ignacio_Padilla

4 ibídem.